
Bajo el nombre de Bruma se esconde Pedro Portellano; un músico, productor y programador musical que recientemente ha editado su segundo álbum Halo. Un disco plagado de experimentación y vanguardia del que inmediatamente hemos querido saber más. Pedro nos cuenta todos sus secretos en esta charla donde profundiza en su manera de entender el arte, la composición, la producción y en definitiva, la creación musical.
1- “Halo” es un disco extenso, con 16 cortes que forman un todo muy cohesivo. ¿Cómo estructuraste el álbum y qué te llevó a trabajar con esa cantidad de piezas?
Me interesaba hacer un álbum que se saliera de la tendencia general hoy en día de que los álbumes sean sólo un complemento a una visión artística más amplia. Creo en la idea de álbum como soporte conceptual, como una fotografía sonora de un statement que un músico quiere plasmar en un momento determinado de su vida. Y el proceso de este disco ha sido largo, y en un momento personal en el que una ruptura de pareja y una pérdida familiar marcaron mucho mi estado de ánimo. Cada canción de este disco es una expresión sonora de alguna de las emociones que estos hechos me inspiraban, y casi una manera de “bajarlos a tierra” y lidiar mejor con ellos.
Para mí la coherencia en lo sonoro es muy importante, y una vez que encontré “el sonido” que estaba buscando, el resto de las canciones de alguna manera siguieron por ese camino. Ese sonido es el que queda reflejado en el tema ‘Ella va’. Fue como si en esa canción confluyeran todos los elementos con los que había estado horas y horas experimentando: procesado de voces, pero también voces melódicas, ritmos que sean la mínima expresión a nivel de elementos, pero que transmitan fuerza, el Prophet, mi sinte principal, como base que genera la intención emocional, y mucho procesado de efectos, sobre todo de síntesis granular, para la creación de paisajes dentro de las canciones.
Curiosamente, terminar este disco fue un proceso muy duro, pero cuando tuve todas las canciones delante de mí, tardé sólo 5 minutos en ordenarlas para el álbum. Es como que las piezas encajaban por sí solas, sin esfuerzo.
2- ¿Cuál fue el hilo conductor, si lo hubo, que unificó los distintos momentos del disco? ¿Hay una narrativa, aunque sea abstracta, detrás de “Halo”?
Sí, hay una narrativa abstracta. Hay conceptos que te llegan y aunque no tengan un significado literal, te intrigan y te sirven de guía. El significado real lo descubres según avanzas en esa dirección, y eso es lo que me pasó con Halo. Lo que he entendido con el tiempo es que el Halo es lo contrario a la autenticidad.
Vivimos en una época donde todo, sea bueno o no, puede ser vendido y promocionado, y de alguna manera siempre encuentra consumidores. Es más difícil discriminar lo que parte de una visión artística honesta de lo que está hecho como un medio y no como un fin en sí mismo. Y yo soy muy sensible a eso, tanto como músico como en mi trabajo como programador musical. Al final, ambas dedicaciones parten de una idea similar: el músico toma decisiones constantes sobre qué descartar y qué mantener, y el programador qué artistas apoyar y cuales no.
El “halo” lo visualizo como esa luz cegadora que se genera en entornos digitales como las redes sociales, donde aparentemente todo el mundo es feliz y tiene vidas envidiables, cuando todos sabemos que detrás de esas imágenes generalmente hay otras realidades. Así que el concepto de halo representa para mí la idealización y falsedad en la que nos movemos en el día a día, frente a la honestidad que supone mostrarse como uno es, para bien y para mal. Y creo que en este disco me muestro, emocionalmente, como soy. Para bien y para mal, claro.
3- En tus producciones se percibe una atención meticulosa a la textura y al espacio. ¿Qué papel juega el silencio o el vacío sonoro en este trabajo?
El silencio es muy importante para mí, en términos generales. Creo que tanto como músico como persona, cada día tiendo más a lo minimalista en términos sonoros. En el disco no hay mucho silencio estrictamente hablando, pero si hay una búsqueda de la mínima expresión de elementos. Meter pistas por “rellenar”, que es algo que uno hace cuando comienza a hacer música, es algo de lo que ahora huyo.
Y si, la textura para mí es clave. No concibo ningún sonido que no me resulte muy atractivo a nivel de textura sonora. Diría que baso todo lo que compongo en hallazgos de texturas sonoras, “happy accidents” a partir de los cuales trabajo para crear una canción. He pasado muchas horas ajustando pequeños detalles de sonido que no me sonaban suficientemente honestos, auténticos. Y el espacio, musicalmente, cada vez me interesa más. En este disco es algo que está trabajado, pero intuyo que la experimentación con el sonido en el espacio tridimensional será algo que trabajaré para futuros trabajos, es algo fascinante que hoy en día puedes hacer de forma sencilla dentro de tu ordenador.
4- Has tardado 3 años en producir el disco ¿Cómo fue tu enfoque técnico durante la creación del disco? ¿Hubo herramientas, sintetizadores o procesos que definieron especialmente el sonido de “Halo”?
Soy bastante “friki” tanto de hardware como de software, y estoy siempre investigando nuevas máquinas o plugins. En el caso de Halo, es un disco creado con una combinación de ambas. En el plano del hardware, el Prophet es, como siempre, mi sintetizador de referencia, con el que más me identifico y que define bastante mi sonido. Eso y bajos Moog.
En el plano del software, para la creación de paisajes he utilizado mucha síntesis granular, especialmente a través de un plugin, Output Portal, que es una maravilla. Los ritmos, prácticamente todos, están creados con otro plugin increíble, XLN XO. Tiene una forma rudimentaria de AI, que sugiere patrones rítmicos, y lo hace de una manera muy musical. El procesado de voz es quizá la parte más difícil de todas, porque para mí la voz es siempre lo más difícil. He utilizado muchos plugins de Antares (Auto-Tune, Harmony Engine). Y a nivel de efectos, Soundtoys y Valhalla son probablemente los que más uso.
Curiosamente nada más terminar el disco, he entrado en el proceso de comprar más máquinas para salir del software, el próximo disco estará creado 100% “out of the box”. Creo que forma parte de esa búsqueda de simplicidad y autenticidad. Me encanta el software pero trabajar con máquinas me hace disfrutar mucho más, y de alguna manera siento que todo acaba siendo más auténtico.
5- En una época dominada por lo inmediato y lo breve, has apostado por una obra larga, introspectiva y paciente. ¿Es una postura artística deliberada?
Sin duda. Leí hace poco un estudio sobre la evolución de la duración de los álbumes publicados desde hace varias décadas hasta la actualidad. Es alucinante como se ha ido reduciendo el tiempo, ahora hay álbumes que duran escasos 30 minutos, y se venden como
álbumes. Las canciones se han acortado mucho. Forma todo parte del proceso natural que sigue la sociedad en general: productos culturales más rápidos, accesibles y fáciles de consumir. Y el álbum, que era el elemento central de la carrera del músico, ha pasado casi a ser un mal necesario, algo “para enseñar” como parte de una propuesta mucho más compleja (vídeos, directos, moda, campañas y acciones de comunicación, compartir constantemente en redes, etc.) donde la música es sólo un elemento más. A mí me gustan los artistas que ponen la música en el centro. Lo demás es accesorio.
Por tanto, cuando estaba elaborando el álbum, tenía claro que este iba a ser un álbum donde la música está en el centro. Y old school en cuanto a estructura, intención y duración. Sinceramente, estoy muy orgulloso de sacar un álbum de 16 canciones en 2025 (y que ninguna sea de relleno).
6- La sensación de tránsito, de atmósferas en movimiento, está muy presente. ¿Qué te interesa de esa idea de ‘paisaje sonoro’? ¿Qué buscas provocar en el oyente?
Es una buena pregunta, yo mismo me la hago. Halo es un álbum de transición, estoy seguro de ello. Y el paisaje sonoro es el punto intermedio entre la composición más “clásica” de canciones, y un futuro que visualizo más abstracto, más experimental.
Yo amo el concepto de canción porque me eduqué en él. Algunos de mis ídolos no son gente del mundo de la electrónica, sino artistas como Nick Cave o Thom Yorke, cuya genialidad es hacer, literalmente, canciones. Pero creo que ese no es mi camino, sino que yo en cada canción que hago avanzo un poco más en la idea de “deconstruir” el formato de canción, para sentirme más libre como músico.
Mi siguiente álbum seguramente será mucho más abstracto, más arriesgado a nivel de forma. Creo sinceramente que, si bien el oyente actual disfrutará de la familiaridad de las canciones “clásicas” del disco, en el futuro habrá algo más auténtico, más mío, cuando logre liberarme de esas limitaciones y hacer algo que será más mío, más persona, mi “sonido”.
Esa idea es algo que me obsesiona, porque sé que hay una identidad sonora, una fórmula -en un buen sentido- a la que me estoy acercando, y es un proceso fascinante. Siempre me han gustado los músicos que han encontrado ese estilo inconfundible, como Fennesz, Alva Noto, Nicolas Jaar, Aphex Twin, Suso Saiz, Oneothrix… salvando las obvias distancias a todos los niveles, yo estoy en la búsqueda de ese sonido personal que ellos encontraron. Creo que me falta al menos un disco para lograrlo.
7- ¿Cómo fue el proceso emocional de componer un disco tan inmersivo? ¿Tuvo momentos de agotamiento, revelación o incluso duda creativa?
Todo eso, siempre. Forma parte del proceso. No concibo el hacer un álbum, o cualquier otra forma de creación, que no parta de la duda. Al menos no ninguna realmente valiosa. Resolver esa duda, esa inseguridad, es en sí mismo el proceso y el motor de lo creativo. Por eso rara vez verás a un artista totalmente contento o satisfecho. Una vez que “resuelven la duda” sacando un álbum, o terminando una obra cualquiera, la nueva duda vuelve a aparecer.
Mi principal problema a la hora de componer es que entro a veces en loops de perfeccionismo que son bloqueantes. Pero he trabajado mucho en ello a lo largo de este disco, y creo que para el siguiente será todo más fluido. Y respecto a lo emocional, el proceso es en realidad muy positivo. El momento en que las canciones o los sonidos aparecen, se siente como una oportunidad de “trabajar en ellos”. De expresar, entender y asimilar emociones que, desde lo racional, la palabra o el pensamiento, no logras comprender. Es una dimensión más, más profunda, así que cuando ocurre el hecho creativo, en realidad se siente como un instante de unidad, de comunión en el que parece que has “resuelto” un pequeño conflicto emocional interno.
Soy un firme creyente en que el acto creativo, en la forma que sea, es también un proceso terapéutico.
8- Aunque el disco es instrumental en su mayoría, se sienten presencias: voces fragmentadas, respiraciones, ecos. ¿Qué te interesa de esa frontera entre lo humano y lo artificial?
La voz, entendida como el instrumento clásico que acompaña a las canciones, cada vez me interesa menos. Pero cada vez me interesa más como forma sonora, como material, como si de un sinte más se tratase. La voz es maravillosa porque al procesarla siempre ocurren cosas interesantes. Si ya tengo amigos que me dicen que no entienden lo que digo en algunas canciones, que se esperen al siguiente disco, será mucho peor. Me interesa mucho la voz como materia sonora para crear otros sonidos, y eso ya se va intuyendo en este disco.
Y respecto a la dicotomía humano/artificial, es una buena pregunta, realmente siento que me interesa mucho esa transición, porque en realidad estamos plenamente inmersos en ella. Si quieres hablar del presente en tus canciones, es imposible que no integres de alguna manera el hecho de que vivimos la mitad del tiempo dentro de una pantalla, y que estamos a un paso de meternos en ella finalmente. Todo eso no son cuestiones futuristas, de ciencia ficción, es lo que vivimos en el día a día, y me resulta interesante reflejarlo, a través del uso de elementos analógicos (voz, sintes, etc.) y procesos tecnológicos (efectos, síntesis granular, etc.).
9- ¿Cómo dialoga “Halo” con tus trabajos anteriores? ¿Sientes que representa una evolución, una ruptura o una síntesis?
Si, claramente. Ahora pienso en mi anterior disco, y lo veo como algo mucho más “primitivo”, donde aún no había logrado encontrar formas de producir ciertos sonidos que tenía en mi cabeza. En este disco todo está mejor compuesto, producido, lo veo claramente a otro nivel musical, aunque por mi carácter, tiendo a ver más lo que le falta que lo que he logrado, y por eso en mi cabeza ya estoy trabajando en el siguiente, que, según mi cabeza, ese sí, será “el bueno”. Pero más allá de bromas, sí, estoy orgulloso del disco porque he trabajado muy duro y he aprendido mucho, y me siento un poco más “músico” que en el álbum anterior.
10- Finalmente, si tuvieras que imaginar el contexto ideal para escuchar el disco —un espacio, un estado de ánimo, una hora del día—, ¿cuál sería?
Hace poco leí un estudio de una universidad que no recuerdo, en el que habían analizado el efecto de música de carácter melancólico (principalmente en escalas menores) sobre el estado de ánimo de personas que se encontraban en un estado anímico también melancólico. Curiosamente, en contra de lo que podríamos pensar, que si escuchas música triste eso te pondrá triste, ocurría un efecto diferente: si una persona está triste y pone música con cierto grado de melancolía, se produce una especie de “sincronización” interna que es placentera, y aunque no es exactamente que nos sintamos felices al escucharla, si se libera parte de la tristeza interior, pasando a una cierta calma. Como si la música te hablase y liberase un poco de tu estado, comunicándose contigo en tu “idioma emocional” en ese momento, y eso es liberador.
Cuento esto porque creo que un disco como el mío tiene una carga evidente de melancolía o al menos de estados emocionales intensos, y en contra de pensar que recomendaría escucharlo cuando uno “se encuentre bien”, invitaría a que ese día de la semana en que uno está más sensible emocionalmente, quizá ese es el momento. Y ver si lo que decía el estudio es cierto. Y si no, que les pidan cuentas a ellos.
Pero si, creo que es un disco para disfrutar en un momento relajado, tranquilo o, también, en movimiento. A mí me gusta mucho escuchar música mientras conduzco o camino, y siento que mis canciones pueden tener a veces un punto de carácter “cinematográfico” que va bien con estar en movimiento.
