Entrevistamos al productor afincado en Madrid con motivo del lanzamiento de su segundo larga duración UVVA, editado por Menta Records
Siempre has entendido la música electrónica como algo futurista. Es algo que ha estado históricamente ligado al género, pero que también se ha ido perdiendo paulatinamente. ¿Cómo ves tú esta apreciación?
Creo que la escena electrónica, sobre todo hasta consolidarse también como género de masas, ha intentado acercarse siempre a cierta idea de futuro. Y digo “idea” porque al igual que ocurre en el cine o la literatura ciencia ficción, no es más que una imagen mental sobre una de las inifinitas posibles formas de este. A esto también hay que añadir el hecho de que los pioneros utilizaran técnicas por entonces revolucionarias, tirando de prototipos de hardwares, de los primeros ordenadores, etc., lo que inevitablemente contribuía a impregnar su música de un halo futurista. Hoy, la mitad de la música que llega a nuestros oídos se crea en un estudio con la ayuda de softwares, sintes o cajas de ritmos, por lo que ni siquiera hablar de música electrónica como género tiene ya mucho sentido.
También creo que el que una música pueda vincularse con un contexto futurista está más relacionado con el concepto que con la forma. Al fin y al cabo, sabemos a qué sonaba el futuro en los años años 70, pero ¿cómo suena el futuro hoy? Si bien también ahora encontramos algunos lugares comunes (inteligencia artificial, mutaciones, transhumanismo, etc.), nadie sabe como sonará realmente el 2044. Si quieres hablar de futuro, distopías o mundos imaginarios y cuentas con las herramientas creativas para ello, no importa que lo hagas con un Prophet-5, una librería de Fruity Loops, tu propia voz o una guitarra y una pedalera. Hay tantos futuros como creadores.
¿Cómo surge la temática de este disco?
Uno de los primeros temas que acabé del disco fue RAMMA y recuerdo que mientras lo componía me iban viniendo a la cabeza imágenes de la película Lucifer Rising de Kenneth Anger. Luego compuse ESCARLATTA, inspirado por la Mujer Escarlata de Aleister Crowley, y por los rituales que llevó a cabo en Boleskine House. Más tarde, al terminar SALMO BINNARIO, un corte con el que me propuse hacer una especie de composición sacra de club, me di cuenta de que había un hilo conductor entre lo que llevaba grabado. Por un lado, estaba la temática religiosa, todo lo relacionado con lo litúrgico, lo ritual, lo mágico; y por otro, la idea de un futuro en el que se repiten las mismas dinámicas que han guiado a las civilaciones anteriores en la búsqueda de un nuevo “dios” al que venerar, culpar o rogar. Así fue como me di cuenta de que ya había empezado a hablar de algo, que había un concepto detrás de estos temas y que quería seguir explorando en todo el disco; el de nuevos cultos –aunque ancestrales– que tienen lugar alrededor de nuevas formas de inteligencia y dominación. Suena lejano y futurista, pero no difiere tanto del catolicismo o cualquier otra religión contemporánea. A veces, hasta estas me parecen más locas.
¿Te interesa más lo digital que lo analógico? ¿O va más de establecer un choque?
Nunca he sido un fanático de un medio o una herramienta concretos. Digamos que hago música con lo que tengo a mano. Antes utilizaba la guitarra, ahora uso mucho más el ratón del ordenador, ja ja. Tiro de librerías, de softwares de síntesis granular, de efectos digitales, procesadores de sonidos, etc., pero también incluyo líneas de sintes externos, mi propia voz o grabaciones de campo. Hay un poco de todo.
Musicalmente, el objetivo ha sido esta vez abrirse a nuevas expresiones musicales, pero con los pies en el suelo, dotando al discurso de una cierta coherencia. ¿Cómo crees que lo has conseguido? ¿Cómo has hecho para atarte de pies y manos para no irte por las ramas?
El hecho de que todos los temas compartan cierta coherencia es algo meditado. He descartado varios cortes porque no encajaban con el concepto artístico del disco, al igual que ha habido muchos ctrl z en aquellos momentos en los que el desarrollo de un tema no casaba con aquello que quería expresar. Quizá un día grabe un trabajo menos conceptual en el que todo valga. Por el momento me encuentro bien trabajando sobre, si no una idea concreta, sí sobre un mood determinado.
¿Esto de tocar palos tan diversos es algo que se plantea uno a priori o surge una vez en el estudio?
Nunca me planteo cómo va a sonar trabajo antes de hacerlo. O si alguna vez me lo he planteado, el resultado ha tenido poco que ver con la idea inicial. Soy más de ir avanzando según tenga el día, la cabeza o el ánimo. Lo que sí he intentado con este trabajo ha sido huir de las dinámicas 4/4 y de las estructuras propias del tecno, o de las melodías demasiado “amigables” y recursos como la síncopa, que tan de moda se pusieron en la electrónica de baile. No estaba en mis objetivos hacer un disco de club, ambient o IDM. Quería contar una historia, y eso, cuanto menos sujeto estás a etiquetas o convencionalismos, más libertad tienes a la hora de expresarlo. Es algo que tuve muy claro desde el principio.
Haznos un dibujo rápido de tu estudio.
Lo compongo todo en mi home studio antes de pasar a la mezcla en estudio. Suelo trabajar con un Mac y varias controladoras (una APC40, un Launch Control XL, un Roland midi, entre otros), un piano electrónico, un MiniNova, un micro, un par de monitores… Entre otros aparatitos que van entrando y saliendo de casa…
¿Cómo le ha sentado a tu creatividad toda la pandemia, el feedback negativo y demás? ¿con una dosis de energía, optimismo y ganas de emprender proyectos eternamente pendientes o todo lo contrario?
Paradójicamente, en ese sentido han sido unos meses muy productivos. He empezado un nuevo proyecto con otro músico, y han surgido algunas colaboraciones en las que ya estoy trabajando y que me muero de ganas por lanzar. Además, ya estoy con la vista puesta en lo próximo como Daniel Van Lion, y en cómo me gustaría abordarlo a nive instrumental, aunque no lo he empezado a grabar aún.
¿Hay alguna música de otros en la que te hayas refugiado en estos tiempos oscuros? ¿Algún descubrimiento digno de comentar?
¡Hay tantos! Este año he descubierto a muchos artistas nuevos pero también he recurrido mucho a mis discos y artistas de siempre como Coil, Ärvo Part, Dead Can Dance, Low, Steve Reich, Autechre (su nuevo disco es buenísimo)… Y en cuanto a novedades, algunos que me han gustado mucho son los discos de Lyra Pramuk, LEYA, Labour (su disco “nine-sum sorcery” es lo mejor de este 2020), Drew McDowall, Eartheater y KOKOKO! Susan Alcorn también acaba de publicar un álbum que es una puta maravilla.
¿Qué has echado en falta por parte de las autoridades en materias de ayuda, etcétera? ¿Y al revés? ¿Qué podría haber hecho el sector del clubbing?
El sector está haciendo todo lo que puede. Se ha sacado de la manga formatos –los famosos conciertos en streaming– que no son rentables ni para músicos ni para promotores pero con los que evitan dejar que la industria se desplome del todo. Estoy seguro de que hay muchas formas de hacer conciertos seguros, pero hasta que no entendamos todos que la cultura no es un mero hobby sino la única fuente de ingresos para muchas personas y familias, difícilmente cambiará la manera en que se legisla. Ocurre lo mismo con el tema de las ayudas. Es verdad que un club de baile no es lo más indicado en estos momentos y que toca esperar, pero tampoco lo es meter a 5.000 personas en el Wizink Center en plena pandemia. Hay que medirlo todo con el mismo rasero, pero está visto que en este país las cosas va por colores.
¿Cómo sobrevive un productor en tiempos de pandemia?
Si ya vivir exclusivamente de la música es una tarea hercúlea, ahora que los conciertos escasean, todavía más. Es muy triste trabajar durante meses en un álbum y saber que cuando al fin vea la luz no tendrás muchas oportunidades de tocarlo en directo. Eso en cuanto a la parte romántica del oficio, pero también está la otra –no menos importante–, el hecho de no poder sacarle rédito a una actividad en la que se vierten tantas horas y esfuerzo. Todo esto del streaming y el número de escuchas está bien solo para que un mayor número de gente acuda a tus conciertos. Pero sin estos no tienen lugar, olvídate de beneficios. Es por eso que, en mi caso, compagino la música con mi otra profesión.
Lo más positivo de esta pandemia, de estar tanto tiempo cerrados en casa, es quizá la posibilidad de hacer introspección. ¿Qué has aprendido de ti mismo? ¿Qué harías igual y qué harías diferente ahora?
Creo que lo mejor que he aprendido en estos meses es que cada vez me importe menos estar en todos los sitios, en todos los bares, en todas las exposiciones y en todos los conciertos. Creo que encerrarnos todos un tiempo ha hecho que se calme esa presión social. En mi caso, al menos, alejarme de esas “interferencias” sociales me ha venido genial para conectar más conmigo y con mis prioridades.
Todos esperamos que 2021 sea mejor que 2020. Tampoco es demasiado difícil. ¿Qué espera Daniel Van Lion a nivel musical y emocional?
¡Poder presentar el disco pronto! Y en lo emocional, saber soplar con fuerza para echar las nubes negras cuando toque.
Pre-order vinilo https://mentarecords.bandcamp.com/album/uvva