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Charlamos con dos productores que representan la esencia de crear música electrónica apoyándose en la expresión que se genera en directo, dos creyentes de la exploración que hicieron muy bien en juntar su talento y desarrollar álbumes como el que se viene este mismo año: “AmbiDextros”.
Para quienes aún no os conocen, ¿quiénes sois y cómo describirais vuestro sonido?
Max (Deeplomat):
Somos el dúo Deeplomat & Dublatov de Valencia, y yo llamaría a nuestro sonido “evolutivo”. Nos encanta dar vida a cada parte individual: la misma melodía o línea rítmica puede cambiar y crecer constantemente dentro de una pista. Esto aporta dinamismo y la sensación de una verdadera organicidad. Nos esforzamos para que, con un conjunto de instrumentos relativamente sencillo, cada detalle suene intenso y profundo.
Rost (Dublatov):
Si lo explicamos en términos simples, nuestro sonido es una mezcla de la cálida textura analógica y de una especie de “suciedad cruda” que no tememos dejar. No intentamos alisar cada nota hasta que quede estéril; al contrario, nos gusta cuando el sonido respira y conserva su carácter. Es importante que, aun así, todo suene de calidad. Es decir, valoramos tanto la experimentación como un cierto nivel de sonoridad.
¡Qué aporta el factor humano y la personalidad de vuestras máquinas a la hora de componer y dictar cada sesión en el estudio?
Max (Deeplomat):
Mi estado de ánimo y mi condición general influyen fuertemente en la música que resulta. A veces llegas al estudio y, literalmente en un par de horas, generas un sketch muy interesante que luego se convierte en una de las pistas clave. Y a veces la inspiración no llega, por lo que hay que experimentar y buscar nuevos enfoques. En cuanto al “carácter” de los instrumentos, a veces ellos dictan la dirección. Cuando controlas el sintetizador manualmente, este ofrece transiciones inesperadas que no siempre se pueden prever en un entorno computacional.
Rost (Dublatov):
Yo diría que nuestro factor humano es como un “filtro”. Observamos lo que generan los módulos, las cajas de ritmos y los samplers, y decidimos si dejarlo o no. Cada dispositivo tiene su propia lógica, su propia “alma”. A veces la máquina hace algo que no habíamos planeado, pero nos gusta mucho, y decimos: “¡Oh, genial! Lo dejamos”. Por eso, nuestras pistas nacen de manera medio intencionada y medio casual, y eso, en mi opinión, es una de las principales ventajas del enfoque en vivo.
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¿La tecnología manda, y vosotros seguís su pulso? ¿Quién guía a quién?
Max (Deeplomat):
Al principio, cuando apenas estábamos explorando las posibilidades de cada dispositivo, parecía que era la tecnología la que nos guiaba. Girábamos perillas, intentábamos extraer el sonido, y salía algo distinto a lo planeado. Pero con el tiempo llegamos a entender los procesos. Ahora sé con certeza qué sonido quiero lograr, y dirijo la máquina en la dirección adecuada. Sin embargo, el elemento de sorpresa se mantiene, y eso es lo bonito.
Rost (Dublatov):
Estoy de acuerdo en que al principio la tecnología nos guiaba. Pero ahora estamos más en diálogo con ella. Ya entendemos bastante bien la lógica de estos instrumentos, y a menudo los impulsamos nosotros mismos hacia ciertos resultados. Es decir, quién lidera y quién sigue se decide en el momento. A veces la máquina sorprende, y otras veces la “hacemos” sonar de la manera que queremos.
Fruto de este intercambio, de este flujo, surge vuestro nuevo LP ‘Ambidextros’… ¿Qué nos podéis contar de él? ¿Muy distinto al anterior ‘Dream Dome’ que no fue lanzado hace tampoco demasiado tiempo?
Max (Deeplomat):
“Dream Dome” fue más experimental: en ese entonces apenas estábamos dominando nuestro set-up y probábamos diversos ritmos quebrados y formas no convencionales. “Ambidextros”, a mi parecer, representó un paso hacia la simplificación de la estructura, pero al mismo tiempo nos esforzamos por profundizar en cada elemento. En el álbum hay pistas que compusimos directamente durante la pandemia, pero que terminamos de trabajar ahora, y hay ideas completamente frescas que surgieron literalmente en los conciertos.
Rost (Dublatov):
Añadiría que en “Ambidextros” nos sentimos más seguros como productores. Hemos aprendido a captar ideas exitosas más rápidamente y a no perder tiempo en lo que no “engancha”. Además, hemos empezado a apoyarnos más en la reacción del público: interpretamos una pista en vivo, observamos cómo reacciona la gente, y luego decidimos si desarrollar ese material o no. Así que este álbum es más cohesivo e intencional en comparación con el primero.
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Vuestro enfoque se basa en la improvisación y bastante uso de hardware analógico. ¿Qué os aporta frente a la producción digital? ¿Cuál ha sido vuestro récord de horas encerrados en el estudio en plan jamming?
Max (Deeplomat):
La improvisación analógica aporta precisamente espontaneidad: a veces basta con ajustar ligeramente un control para obtener un nuevo tono o ritmo. En lo digital puedes reproducirlo, pero la sensación del proceso es completamente diferente. Por supuesto, no rechazamos las herramientas digitales: las usamos para refinar, masterizar o para algunos trucos con samplers. Pero nuestra base sigue siendo “viva”. En cuanto a las horas, ha llegado el caso de que pasamos de 8 a 10 horas seguidas en el estudio, completamente inmersos en el jamming.
Rost (Dublatov):
Para mí, los instrumentos analógicos representan la posibilidad de obtener resultados inesperados. A veces el sonido “se sale de control”, y eso beneficia a la pista. En Ableton o en cualquier otra DAW puedes lograr el mismo resultado, pero a menudo es una búsqueda deliberada. Aquí, todo surge de forma natural. En cuanto al récord de horas de encierro, sí, confirmo que 8–10 horas en modo “sin despegarse” es algo habitual para nosotros.
En términos de equipo, ¿qué sintetizadores, cajas de ritmos o efectos han sido clave en este nuevo álbum?
Max (Deeplomat):
Contamos con un sampler central — una especie de corazón del set-up, que guarda bucles rítmicos y sirve para manipulaciones generales del sonido. Hace tiempo que no lo cambiamos, solo actualizamos sus samples y efectos internos. Además, tenemos un par de cajas de ritmos favoritas con las que nos sentimos como pez en el agua.
Rost (Dublatov):
En mi caso, el elemento clave fue el secuenciador Cirklon, que ofrece posibilidades increíblemente flexibles. En el nuevo álbum, muchas líneas polirrítmicas y melódicas nacieron gracias a su lógica no lineal. También en nuestro set-up hay muchos módulos de Make Noise, Intellijel y Mutable Instruments, que se encargan de los bajos, los leads y de todo tipo de sonidos inusuales que, en definitiva, aportan a nuestras pistas ese carácter tan orgánico.
¿Hay alguna máquina en particular que os haya sorprendido o llevado en una dirección inesperada durante la grabación?
Max (Deeplomat):
Destacaría algunos módulos nuevos en nuestro set-up, pero en general, si hablo de algo concreto, se trata más de procesos que de un dispositivo específico. Por ejemplo, cuando la caja de ritmos de repente se desincronizó con el metrónomo, y nosotros lo ajustamos al patrón general, obteniendo un groove inesperado.
Rost (Dublatov):
Para mí, sin duda, fue el Cirklon. Ya lo he mencionado, pero precisamente sus secuencias no lineales y la posibilidad de “reflejar” las notas, intercambiándolas entre pistas, nos dieron un par de técnicas “descubiertas por casualidad”. Es un excelente ejemplo de cómo la máquina puede crear un patrón único del que ni siquiera sospechabas.
La improvisación implica asumir el riesgo del error. ¿Cómo gestionáis esos momentos en los que algo no sale como esperabais?
Max (Deeplomat):
Ya nos hemos acostumbrado a que en nuestros live sets e incluso en el estudio, algo “no va bien” sucede constantemente. Pero la mayoría de las veces, o bien pasa desapercibido para el oyente, o se convierte en un rasgo interesante de la pista. Si se pierde la sincronización, tratamos de recuperarla suavemente, o, por el contrario, jugamos con ese fallo durante un tiempo para ver qué sale de ello.
Rost (Dublatov):
Como somos dos, siempre podemos contar con el apoyo del otro. Si a mí se me “escapa” algo, Max se encarga de mantener el ritmo y el groove hasta que yo solucione el problema. Al final, la gente lo percibe simplemente como otro giro inesperado. Y, por supuesto, con la experiencia hemos aprendido a orientarnos rápidamente en esas situaciones, sin perder el impulso.
¿Diríais que el directo es una extensión natural de vuestro proceso en el estudio? ¿Cómo trasladáis esa energía al escenario?
Max (Deeplomat):
Yo diría lo contrario: es la escena en vivo la que influye en el estudio. Podemos llevar una idea cruda a un concierto, observar cómo reacciona el público, y luego, en casa, perfeccionarla en base a esa reacción. Se genera un proceso “invertido”: no es que llevemos el estudio al escenario, sino que el escenario regresa a nosotros en el estudio.
Rost (Dublatov):
Totalmente de acuerdo. Probamos las pistas “en condiciones reales”. Si a la gente le gusta una pista, tiene más posibilidades de convertirse en una composición terminada en el álbum. Si no, cambiamos la estructura, el groove o incluso dejamos ese material de lado. Es un ciclo vivo de creación musical, y para nosotros es muy orgánico.
Por último, recomendarnos tres discos esenciales que hayan influenciado vuestra forma de entender la música electrónica.
Rost (Dublatov):
Destacaría los primeros trabajos de The Prodigy, especialmente su álbum debut Experience — que me abrió el mundo del breakbeat y de una electrónica agresiva pero melódica. Luego, por supuesto, Daft Punk — los álbumes Homework o Discovery demostraron que el house experimental puede ser mainstream y, a la vez, profundo. Y, quizá, Modeselektor o Moderat — su enfoque integral en los experimentos de techno y breakbeat me impulsó a replantear cómo se pueden combinar el groove, la melodía y los ritmos “irregulares”.
Max (Deeplomat):
A los dos mencionados, yo añadiría Left Behind de D-Nox & Beckers (2007) — que revolucionó mi concepción del progressive house, demostrando que esta música puede ser simultáneamente “inteligente” y bailable. En términos generales, nos inspiran muchos artistas que no temen unir lo incongruente y experimentar sin miedo a perder a su audiencia.
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