Anders Trentemøller es uno de esos tipos que, sin hacer excesivo ruido, se ha hecho un nombre más que respetable en el panorama electrónico europeo con seis álbumes de estudio. Ahí es nada. “Memoria“, la sexta entrega en forma de joya sonora de este genio danés afincado en Copenhague ve la luz este viernes 11 de febrero vía In My Room y llega en formato doble vinilo, CD y casete para que 14 temas oscuros e hipnóticos se adapten a la capacidad interpretativa de cada oyente. Porque la música de Trentemøller tanto puede sonarte a gótico como a punk. “Esa es la magia de este oficio”, nos dice. Pero dejémonos de spoilers. ¿Para qué os vamos a contar más si ha sido él mismo quien nos lo ha contado a nosotros?
Anders, lanzaste tu primer álbum, “The Last Resort”, en 2006. Cuatro años después, llegó tu segundo larga duración y, a partir de ahí, has publicado uno cada tres años. ¡A eso se le llama regularidad!
(Risas) Sí, tienes razón. He mantenido un ritmo de lanzamientos muy regular. Lo cierto es que el proceso creativo de cada álbum me habrá llevado un año, aproximadamente. Luego, sale el álbum y me paso año y medio girando con la banda, presentando el disco y sin tiempo de encerrarme en el estudio a crear música nueva. Tras el tour, vuelvo a producir y se repite el proceso.
Imagino que la creación de “Memoria” habrá sido distinta (por aquello de la pandemia y la imposibilidad de dar conciertos en los últimos casi 24 meses).
Lo cierto es que la pandemia cayó en un buen momento para mí. Mi primer hijo nació hace dos años y había decidido tomarme un descanso a nivel de conciertos para pasar más tiempo con él y con mi chica. Luego llegó la pandemia y, con ella, una pausa general para todo el mundo. Pero, a nivel creativo, el proceso fue similar a los anteriores. Quería escribir todo yo mismo: las letras, las melodías… Grabé las vocales con mi pareja y tuvimos que hacerlo en los ratos en los que el bebé dormía. Fue difícil y divertido a la vez. Nuestro confinamiento se resumía en bajar al sótano y encerrarnos en el estudio en los poquitos ratos de paz que teníamos en casa. Sin duda, fue una nueva manera de crear para mí: ya no era dueño de mis horarios. ¡Gajes de mi nuevo oficio como papá! (risas)
¿Afectó en algo al álbum el hecho de no poder dar conciertos?
Para nada. Como te comentaba, yo siempre he creado el álbum primero, sin testear la música, para luego enviársela a la banda, ensayar y girar después para presentarlo. Con Memoria será exactamente igual. Aunque, debo decir que tengo ganas de empezar a probar el método inverso. Es probable que pronto empiece a llevarme a los conciertos temas que no están acabados, para testearlos antes de terminarlos.
¿Cómo imaginabas Memoria antes de empezarlo? ¿Se parece a como luce ahora?
Diría que sí. Un buen ejemplo es que el primer tema que me vino a la mente y que produje es el primer tema del álbum, “Veil Of White”. De alguna manera, aquel tema dictó el camino. Contiene todos los elementos que luego marcan el disco, como los sonidos dreamy o noise. También me gusta mucho que, a mitad de mis álbumes, haya momentos que se alejen de la tónica general. Para Memoria, buscaba algo agresivo, con más energía que el resto de los cortes. Ahí nació “Dead Or Alive”, para evitar que el álbum fuese demasiado dreamy y la gente se durmiera escuchándolo. Ese tema destaca sobre el resto, sí.
Por eso es importante escucharse los álbumes enteros…
Agh, sí… Se ha hablado mucho de esto recientemente y sí, tal vez yo sea uno de los pocos que aún escucha los álbumes enteros y por orden. Creo que es como debe ser y animo a la gente a que así lo haga.
Hablabas de “Dead Or Alive”. Estrenaste el tema y su videoclip a través de Youtube y te conectaste en directo para interactuar con tus fans en el chat. ¿Qué tal estuvo?
Era la primera vez que hacía algo así. Al principio, fue raro porque, mientras esperábamos a que la plataforma retransmitiera el estreno, sonaba una música, no sé si de Hans Zimmer, como de forma automática y la gente empezó a felicitarme por mi nueva música y yo estaba contestando: “¡No, chicos, esta música no es mía!”. (risas) Fueron cinco minutos un poco tensos.
¡Pero al final salió bien!
Sí, sí. Al final, se emitió el videoclip y hubo muchos comentarios. Normalmente, estoy solo, aislado en el estudio, escuchando mi música. El hecho de estar escuchándola mientras leía las reacciones de la gente fue muy interesante. Hubo feedbacks constructivos, nuevas ideas, por supuesto algún hater también… (risas) Fue una pena que sólo pudiera contestar a tres o cuatro. Tengo claro que la próxima vez me reservaré más tiempo para esto, viendo el interés que despertó. Me habría encantado poder hablar más con los fans.
Algunos decían que “Dead Or Alive” sonaba muy cold-wave. Incluso hubo un fan al que las guitarras le recordaron a The Prodigy. ¿Qué tal sentó eso?
Si te soy sincero, nunca fui muy fan de The Prodigy. (risas) Y me cuesta ver su sonido en mi música. Pero, ¿sabes? Esa es precisamente la magia de este oficio. Cada uno puede percibirlo a su manera, influenciado por la música que ha escuchado previamente. Es algo bonito. Normalmente, sólo obtenía feedbacks y reacciones en los conciertos. Esta vez, pude empezar a ver qué reacciones causaba mi música en el público sin moverme de casa.
Tu voz aparece en el disco. No sé cuán cantante te consideras…
No me considero cantante porque considero que canto fatal. (risas) Por suerte, eran sólo dos frases. Las grabé y me gustó cómo sonaban, así que decidí tirar la idea adelante. Produje esa canción en un día un poco chungo para mí. Había discutido con mi pareja y estaba cabreado, así que cogí el micro y saqué la rabia improvisando. Estuvo guay. La verdad es que tengo unas ganas tremendas de cantar esta canción en directo. A ver qué tal sale… No quiero -ni pienso- usar Autotune, así que… crucemos dedos. (risas)
¿Qué más nos encontramos en “Memoria”?
El último adelanto, “No More Kissing In The Rain”, estrenado en enero, resume a la perfección el sonido que yo buscaba para el álbum. En cuanto al resto de temas, veréis que hay algunos un poco más shoegaze, otros un poco más noise… Los temas que hemos ido adelantando son más amenos, con vocales amables y mucho instrumento… Pero lo que queda por salir es más hipnótico. Creo que todo junto ofrece un empaque que funcionará muy bien. Es un trabajo melódico, hipnótico y noise.
A los artistas, no suele gustaros poner etiquetas a la música. De hecho, cuando lanzaste Obverse, tu quinto álbum, dijiste algo así como “no genres, just music” (“no géneros, sólo música”). Sin embargo, quería pedirte que me echaras una mano para catalogar “Memoria”. ¿En qué géneros lo colocarías?
Agh, es que es muy complicado. Como decía, hay bastantes elementos shoegaze. También hay mucho dream-pop. Y un poco de krautrock, incluso. También mucho sonido electrónica en las baterías y los sintes. Algunos lo han catalogado como música gótica. No sé si podría funcionar. Desde luego, toda mi música tiene ese componente oscuro y melancólico, desde el primer álbum.
Parece que la pandemia agota sus balas y que “Memoria” podrá sonar ante públicos grandes, de pie y bailando. ¿Cuál es el plan?
Tocaremos todo el álbum, excepto dos canciones que no terminan de encajarnos en el formato concierto. Además, las tocaremos en el mismo orden en el que están en el álbum (volvemos a lo que te decía antes sobre el orden de los temas). Y también tocaremos algunos temas que tengo en la recámara y que creo que pueden encajar muy bien con los de Memoria. Además, contaremos con un stage designer de primer nivel. Se trata de un buen amigo mío que ha trabajado con gente como Prince, Lady Gaga, Kanye West, The Weeknd… Me escribió por Instagram hace un año y me dijo que quería que hiciéramos algo juntos. Nos hemos estado reuniendo mucho y ha diseñado cosas chulísimas. Montaremos escenarios muy guapos en los conciertos post-covid. También cuento con nueva banda, así que tengo unas ganas locas de empezar a girar. ¡Llevo demasiado tiempo en casa!