Cuando piensas en una persona yéndose a vivir a una cabaña lo primero que te viene a la mente es el Unabomber o, como mucho, Thoreau. Cuando piensas en un artista de música de baile yéndose a grabar a los bosques se te ocurre la experiencia místico-material de Pantha du Prince con su último disco, o alguna extravagancia aún mayor relacionada con field recordings. Pero lo cierto es que cuando escuchas “Quivering in Time“, el disco debut de Eris Drew, en lo último en lo que se te ocurre pensar es en una experiencia campestre; aunque su autora haya grabado el disco viviendo en un bosque.
Lanzado en T4T LUV NGR, el sello que lleva con su compañera (y grandísima DJ) Octo Octa, el primer trabajo de Eris Drew es, en un buen sentido, todo lo que cabría esperar de él. Un álbum repleto de breakbeats, entusiasmo y un ritmo house continuo que nos pueden hacer pensar más en una sesión que en un disco al uso. La artista de Chicago, recuerda sus raíces y una de las premisas básicas de la música de baile: ser un espacio de éxtasis y liberación; de goce personal y multitudinario a través de una experiencia corporal.
De eso y de otra cosa va indirectamente este “Quivering in Time”: canciones que al modo de una terapia psicodélica (el otro de los fundamentos del discurso de la DJ estadounidense) reconectan y reconcilian a los oyentes y bailarines con su cuerpo, con la gente de su alrededor y, cómo no, con el mundo. En él los samples de vinilos, fresquísimos, se suceden casi en una mezcla indiscernible con un gusto enorme por los riffs de sintetizadores simples y las percusiones sorprendentes y electrizantes. Como temas más destacados quedan, a nuestro juicio, esa casi mística “A Howling Wind” y la sofisticada “Sensation“; pero todo el álbum es un huracán eufórico ya armado para la pista: la experiencia real.