Ir camino a un festival es un momento excitante ya de por sí, pero después de dos años de parón, la ilusión es aún mayor. El cartel de Rewire siempre me ha parecido uno de los más interesantes del panorama experimental y de vanguardia europeo y por fin me decido a vivirlo en primera persona.
Llegar a la Haya a un festival de estas características es extraño, te encuentras una ciudad pequeña con zonas con encanto pero todo el centro está tomado por cadenas comerciales y establecimientos sin personalidad ninguna. Y la zona comercial se encuentra en el epicentro de este festival, cuya naturaleza e intenciones van muy alejadas del mundo comercial o la apuesta segura.
Viernes 8 de abril
Lo primero a lo que te enfrentas, es la terrible situación, para alguien como yo, que quiere ver el máximo número de conciertos posibles, de tener que elegir, ya que las superposiciones de conciertos es un factor común en todo el festival. Los espacios que utiliza Rewire, en la mayoría, son teatros íntimos, con una capacidad limitada, que obliga a repartir al público. Así que intentamos planear el día de la mejor manera posible, sabiendo que vamos a perdernos cosas importantes pero también a disfrutar de mucha buena música.
Empezamos por el concierto de apertura (para nosotras) de Ryoji Ikeda & Les Percussions de Strasbourg en el majestuoso Concertzaal Amare. Es el espacio principal del Festival, el más grande y donde actuarán los cabezas de cartel. En el escenario vemos 100 platillos colocados de forma geométrica ocupando todo el espacio. Ryoji Ikeda es conocido por sus composiciones de música electrónica experimental, con un enfoque especial en el uso de los tonos y el ruido, y concretamente, un interés por las frecuencias que se encuentran al límite del rango del oído humano. Estos preceptos se pusieron en marcha en esta actuación, pero en este
caso, la fuente principal era analógica, 100 platillos tocados por 10 percusionistas que iban creando drones sutiles e hipnóticos que nos daban el masaje cerebral perfecto para comenzar el día y el festival.
Cruzamos la calle y entramos a uno de los teatros donde veremos más conciertos en esta edición, se trata de un teatro, con una capacidad de unas 150 personas, llamado TAHS. El concierto que queremos ver es MYXOMY, que se trata de la unión de dos de los productores más serios y prolíficos de la escena: James Ginzburg (Emptyset) y Ziúr, con un espectacular diseño escénico y lumínico a cargo de la siempre maravillosa Theresa Baumgartner.
El trabajo que presentan, es fruto de una residencia artística en La Haya, unos días antes del concierto, con lo que asistimos al emocionante momento del estreno de un nuevo proyecto. Conociendo sus otros proyectos resulta impactante, y gratificante, verlos salir de su zona de confort. James comienza tocando el piano, para luego pasar gran parte del concierto tocando el Hurdy Gurdy, un instrumento, según me contó luego
el propio James, con el que está experimentando mucho últimamente y que le hicieron artesanalmente por encargo.
Finalmente, James acabó incluso cantando. Tampoco había oído nunca cantar a Ziúr, con lo que me sorprendió descubrir lo bien que lo hace,
y por lo que luego averigüe, los comienzos de Ziúr en la escena berlinesa fueron como vocalista de bandas de punk que tocaban sobre todo en casas okupas y lugares autogestionados.
El resultado fue un concierto de pop ruidoso, incómodo por momentos y muy emocionante por otros. Combinando electrónica bonita y deconstruida con tambores tocados por Ziur y que parecían sacados de la serie Vikingos. El final del concierto fue claramente emocional para Ziúr, que agradece volver a estar sobre un escenario. A Theresa la sigo desde hace años por sus trabajos en espectáculos tan impresionantes como “Chernobyl” pero creo que esta ocasión ha superado todos sus trabajos anteriores, y el resultado es simplemente espectacular y con personalidad propia.
Intentamos pasarnos a ver Marina Herlop a PAARD, el espacio principal de las actuaciones nocturnas, pero nos encontramos con la sala repleta e imposible de entrar. Nos alegramos por Marina que debuta con éxito rotundo en un festival de estas características, pero como ya hemos visto este show, cambiamos de espacio para ver a Helm & Nate Boyce. Ambos son conocidos habituales del circuito; Helm lleva una carrera larga y sólida y en mi opinión haciendo las cosas bien, pero por alguna razón no llega a despegar, no le ha llegado su hype, no sabemos si es bueno o malo. Nate
por otro lado ha actuado con artistas tan importantes como Matmos u Oneohtrix Point Never, a quien ha acompañado como artista visual en sus últimas giras. Helm presenta su nuevo álbum “Axis” editado en el prestigioso sello newyorkino Dais.
Luke Younger o lo que es lo mismo, Helm, parece haber vuelto a sus orígenes de música industrial lo- fi , por momentos más noise y más agresiva, que encaja perfectamente con las visuales de Nate y nos regala momentos en los que nos retorcemos en el asiento. Me imagino este concierto en la sala principal del festival Atonal, en un enclave industrial y oscuro y me parece que pega mucho mejor que en este pequeño teatro, pero aún así disfrutamos de la explosión sonora y el show visual, generativo y con punto cinematográfico que te va atrapando, y nos deja
preparados para lo que acontece esta noche.
Nos vamos a cenar y nos hemos perdido cosas que queríamos ver como a Sofie Birch & Johan Caroe, Bendik Giske, Meredith Monk o aya.
Llegamos a PAARD para pillar las últimas canciones de Tirzah. En esta ocasión, sin Mica Levi, que siempre le da el punto más experimental y narcótico a sus conciertos, que por otro lado, hace que la música se aleje más de los discos y sea más difícil de digerir por la mayor parte de la audiencia. En su lugar, nos encontramos a Coby Sey, que le da un enfoque más limpio, más inclinado hacia música bass inglesa, que lo hace más accesible para el público y sin duda muy disfrutable.
El highlight de la noche fue sin duda Blackhaine. La cola de entrada a su concierto fue la mayor de toda la noche. Al entrar vemos un performer con una presencia escénica cautivante que tiene a la sala completamente entregada.
El productor y coreógrafo británico está fuertemente inspirado por la película “La Haine” de la que deriva su nombre. Su música es una combinación vertiginosa de drill rap, música experimental y danza contemporánea. A mitad del concierto pudimos ver a Eartheater subir al escenario y acabar lanzándose al público recorriendo la sala sobre
sus brazos. “Ella” había llegado.
Tras el fantástico concierto nos pasamos un rato a ver a The Bug, cuyo concierto con Flowdan, Manga y Dis Fig nos explotó la cabeza en el pasado Unsound. The Bug en concierto nunca defrauda, en esta ocasión le faltaba Dis Fig (que no pudo viajar), mucho humo y mucho bass y brilló menos que otras veces que le hemos visto.
Slikback no pudo viajar por problemas con la Visa pero pudimos ver un video proyectado en la pantalla grande del escenario con sus visuales de Weircore y su música, y aunque no prometía demasiado, resultó siendo un acierto. Y ahí ya nos recogimos, dejando a Debonair y Kode9 que supimos después que fue un gran set.
Sábado 9 de abril
Otra de las cosas que más me gusta de estos festivales, y que he echado mucho de menos estos años de parón, es encontrarme en persona con aquellas personas con las que trabajo durante el año, y solo interactúo a través de email; bookers, promotores, curators y artistas nos juntamos en entornos increíbles de ciudades pequeñas y manejables, y aprovechamos estos momentos para vernos, comer juntos y disfrutar de la gastronomía local, cosa que hicimos y de ahí nos fuimos a uno de los momentos más divertidos del festival. Esos momentos que te hacen sentir que formas parte de un festival y no una consecución de conciertos. Fue en la tienda de discos 33 45 donde pinchaba aya y que resultó ser uno de los momentos álgidos y más animados de todo el fin de semana.
El último disco de aya es una maravilla y su calidad como performer es indiscutible. Me voló la cabeza en su debut en directo en Unsound y en Mutek Barcelona pero la verdad es que la descubrí hace años como DJ, antes conocida como LOFT. Su música es futurista, divertidísima y a ella le encanta coger el micrófono e interactuar con el público. Cuando llegamos a la tienda de discos, nos encontramos con lleno absoluto y un ambiente muy animado. Nada más entrar nos cruzamos con aya que nos anuncia que su set está a punto de empezar. Y vaya set, suena música que recuerda a lo que edita en su sello ayaco y en dos minutos tiene el público patas arriba que no para de saltar y bailar en todo el set. El ambiente es inmejorable.
De ahí nos dirigimos a Amare a ver a Meredith Monk & Vocal Emsemble and Bang on a Can All- Stars.
En esta edición de Rewire, parte del programa está enfocado a la obra de Meredith Monk, de ahí que actuara dos veces con diferentes propuestas. En este caso la propuesta está basada en la obra teatral de Monk, especialmente “The Games, a science fiction opera”. Quizás no era el mejor momento para ver este show teniendo en cuenta de donde veníamos. Aún así, lo disfrutamos y nos dirigimos al show más esperado del día: “Eartheater” en la maravillosa iglesia Grote Kerk.
En esta ocasión Eartheater venía acompañada del grupo de ambient LEYA: arpa, clarinete, chelo y violín. Como es costumbre últimamente en sus sets, salió tarde, lo que hizo que se retrasara la programación de todo el festival a partir de ese momento. Salió con una actitud más propia de una rockstar, que choca con la delicadeza y la belleza de su música. Fue muy emocionante oír su música en directo, especialmente cuando entraba el maravilloso arpa . En los conciertos de Eartheater siempre hay un contraste su música que es muy emotiva y ella, que lleva muy dentro el sentido americano del entertainment y logra que sus conciertos sean animados y divertidos con sus aportaciones entre canciones.
No pudimos terminar el concierto porque queríamos ver a More Eaze & Seth Graham y teníamos miedo de no poder entrar si estaba lleno. Nos encontramos con un set up intimista y cinematográfico y un concierto realmente disfrutable para un proyecto que no conocíamos de antemano.
Lo primero que vimos en la noche de PAARD fue a Ziúr con Kiani del Valle & Sander Houtkruijer. Ziúr volvió a demostrar que es una de las productoras más en forma de la escena. En esta ocasión, la acompañaba la bailarina Kiani del Valle y el artista visual Sander Houtkruijer. El impactante espectáculo visual, de nuevo a cargo de Theresa Baumgartner, junto con la potencia de la música de Ziúr resultaron el concierto perfecto
para empezar la noche.
La actuación de Evian Christ era la más esperada del sábado en PAARD. No había empezado el concierto y la sala estaba ya casi llena. En el escenario, una estructura de cajas de luz creadas por Emmanuel Biard, escondían tras de sí los proyectores que se encargarían de dar el sentido visual al espectáculo.
Evian Christ ha anunciado recientemente su disco de debut en Warp, cosa que lleva haciendo años y parece que nunca llega, es posible que se deba, o al menos en parte, a que estado enfocado en sus famosas fiestas “Trance Party”, que sin duda han contribuido a generar el hype que vive en este momento. El concierto resulta ser un híbrido de DJ set con canciones suyas y hits trance,un sonido que sin duda ha influido enormemente el underground de los último años, sin embargo, no terminó de engancharme, así que me muevo a la sala más pequeña donde Nkisi se está marcando un set brutal que nos hace bailar sin parar. Le sigue Jana Rush con un disfrutable set de baile, que deja claras sus raíces en Chicago, su gusto por el sub bass y su debilidad por el footwork. Su disco más reciente data del año 2021 en Planet Mu y se llama “Painful Enlightment”.
Domingo 10 de abril
El domingo el cuerpo está cansado y pide sonidos que acarician el cerebro, es el momento del ambient. Por suerte, la programación de esta jornada está centrada en este sonido.
Por la mañana intentamos entrar en el concierto de FJIIIIIIIIIIITA, pero el espacio es demasiado pequeño para el interés que despierta el artista, y un gran número de personas se quedan fuera, nosotras entre ellas. Así que nos vamos a ver a Oceanic & Ensemble Klnag, que resulta ser perfecto para nuestro estado de ánimo: electrónica evocadora e intimista, junto con unos músicos excelentes: piano , voz, vientos, percusiones y guitarra perfectamente orquestados por el productor holandés.
Cruzamos la calle y vamos a ver a Mabe Frati. La artista guatemalteca, chelista y compositora experimental, que actualmente reside en México DF, donde se ha hecho un hueco en la escena de vanguardia de la ciudad. Su concierto tiene momentos realmente conmovedores, especialmente cuando la guitarra eléctrica se une a las atmósferas preciosistas, showgaze ensoñador y emocionante que nos hace replegarnos en los asientos del teatro, como si fueran tumbonas. También hubo momentos de distorsión y ruido tanto con el Chelo como con la guitarra, creando un sonido ambient drone muy disfrutable que nos dejó un gran sabor de boca. La seguiremos de cerca.
Ahora llegaba otro de los momentos en los que deseábamos poder doblegarnos, para poder estar en varios sitios a la vez. Por un lado, no queríamos perdernos la oportunidad de ver el fantástico grupo balinés Gamelan Salukat, liderado por el compositor Dewa Alit.
Gamelan Salukat, crean música a partir de instrumentos especialmente construidos según los diseños de Alit, utilizando una escala única de 10 notas, buscando dar una visión contemporánea de la música tradicional balinesa. El concierto fue en un majestuoso teatro, y desde el principio, fue de lo más especial que vimos en todo el festival, pero, lamentablemente, nos tuvimos que ir enseguida porque no queríamos perdernos a Debit.
Debit es el nuevo fichaje de Modern Love, y parece una apuesta fuerte, ya que el mismísimo Andy Stott ha contado con ella como artista invitada en su gira americana.
El escenario estaba totalmente oscuro cuando llegamos, y pronto salió Delia Beatriz aka Debit, con una capa diseñada por el artista mexicano Amir Torres, y un palo santo encendido, y comenzó a entonar un canto en mazateca, que Maria Sabina usaba para iniciar algunos rituales lisérgicos. La iluminación, casi inexistente, y las atmósferas oscuras, con sonidos propios de las montañas de Oaxaca, iban adentrándonos en nuestro trance, los sonidos de instrumentos de viento que utilizaban los mayas, son el
centro del estudio que ha llevado a cabo Debit para componer este disco, y que en directo los tocaba a través de un instrumento midi en forma de flauta.
Por momentos, me parecía oír a monos aulladores venidos del más allá. A Debit engancha verla, su presencia y su música hipnotizan a la audiencia, que no se mueve del sillón, cosa poco común en un festival en el que el público se levanta para moverse de concierto en concierto constantemente. Pero Delia nos cautiva con su hechizo chamánico, en forma de oscuro ambient drone. Para completar el ritual ha dibujado con tierra un círculo de 9 pies en el escenario, al que se acerca a mitad de concierto para encender velas e incienso. La experiencia sensorial es completa y terminamos con la sensación de que algo se había movido por dentro.
El concierto de clausura del Festival fue la continuación perfecta al estado que nos había dejado Debit.
Caterina Barbieri aborda el minimalismo como la exploración de la repetición y los efectos psicofísicos que genera. La repetición de patrones que utiliza en sus conciertos, llevan a un estado de meditación o alteración de la consciencia. El trabajo visual de MFO ayuda a conseguir un efecto visual psicodélico a base de luces y humo que junto a los drones y el alto volumen lo convierten en una experiencia mucho más extrema que sus discos.
Desde hace un tiempo, y especialmente desde el lanzamiento de su sello Light years, Caterina ha comenzado a experimentar más profundamente con la voz, y en este concierto la vemos cantar por primera vez. Entre el humo, podemos ver a Caterina acompañada de 4 vocalistas interpretando algunos temas, que suponemos son parte del disco que prepara y que saldrá a la venta en julio. El punto álgido del concierto es sin duda cuando sonó su gran hit “Fantas” interpretado junto a las 4 vocalistas.
Y así acabamos el festival, otra vez nos habíamos perdido conciertos que queríamos ver, como el de Grouper, pero nos fuimos cansadas, contentas, y con ganas de volver.
Gracias a Rewire e inmensamente felices de que hayan vuelto los grandes festivales de pequeño formato.