Mediaset lo ha vuelto a hacer. Gran Hermano VIP ha regresado con la fuerza de un huracán y con un plantel de famosos que poco tiene que envidiar al del legendario Hotel Glam. Sergio Del Amo analiza las claves de las primeras horas en la casa de Gaudalix.
A estas alturas nadie daba un mísero céntimo por el resurgir de un formato tan desgastado como Gran Hermano, que a principios de año tuvo que cancelar su edición celebrity por los bostezos y las indignas cuotas de audiencia que generó la decimoctava temporada de anónimos. El futuro de la célebre casa de Guadalix de la Sierra pendía de un hilo por entonces, pero lo que nadie se imaginaba es que el equipo de casting de la productora Zeppelin meses después haría reflotar el reality más veterano de nuestro país fichando a un plantel de famosos que poco tiene que envidiar al que en 2003 se prestó a entrar a Hotel Glam; muy probablemente el programa que mejor supo aunar el esperpento valleinclanesco con la comedia de situación sin risas enlatadas.
Por lo pronto, en menos de una semana, ya ha habido una concursante que ha decidido abandonar. La ex Mujeres y Hombres y Viceversa Oriana Marzoli a las cuarenta y ocho horas de entrar a la casa ha dicho basta. Y no porque se viera inmersa en una polémica ni nada por el estilo, sino porque la señorita dice estar agotada mentalmente para afrontar un encierro televisado de estas características y, además, echa demasiado de menos a su pareja, con la que lleva apenas un mes. Lo suyo es una auténtica farsa, un comportamiento más propio de una niñata consentida que de una persona que se hace llamar a sí misma profesional de los realities. A sabiendas de que esta no es la primera vez que tira la toalla (ya hizo lo propio a los cuatro días de estar en Supervivientes en 2014) esperamos que Mediaset la repudie hasta el mayor de los ostracismos mediáticos. Y más cuando tuvo hasta la cara dura de pretender negociar esa penalización económica a la que deben hacer frente todos esos disidentes que de la noche a la mañana se arrepienten de lo hecho. Chica, habértelo pensado antes de firmar el contrato.
Quien apunta maneras de aguantar hasta la final es Aramís Fuster. La que según sus palabras es la máxima autoridad mundial en ocultismo, al igual que hizo en Hotel Glam, sabe muy bien en qué consiste esto del panem et circenses. Toda ella es un meme con patas porque no tiene rubor alguno en afirmar que ha tenido un lío con Al Pacino o el mismísimo Obama. Así es Aramís, una mujer conocedora del espectáculo que ha entrado al programa para divertirse y altruistamente hacernos divertir. El wardrobe malfunction que sufrió la primera noche, en el que durante un segundo se le pudieron ver sus vergüenzas depiladas, dejó al de Janet Jackson en la SuperBowl en un juego de críos. Todo apuntaba a que una vez en el programa se iba a dejar llevar por sus arrebatos de locura disparando contra diestro y siniestro, pero lo cierto es que de momento se está alzando como la única cuerda entre esas cuatro paredes. Parte como favorita por parte del público, y con razón. El maletín de los 100.000 euros, a la espera de ver qué sucederá durante los próximos tres meses, por lo pronto tiene su nombre escrito.
Habiendo en el show caracteres tan incendiarios como el del humorista Ángel Garó (que el pasado año protagonizó un sinfín de polémicas que bien le podrían haber llevado a pasar una temporadita en la López Ibor) o la propia Aramís, los primeros días de la casa de Gran Hermano VIP han sorprendido porque han sido un remanso de paz. O, al menos, hasta anoche, ya que tan pronto las dos ex parejas peruanas del presentador Carlos Lozano (sí, la cara de las primeras ediciones de Operación Triunfo) coincidieron, Mónica Hoyos y Miriam Saavedra, todo explotó por los aires. Ver a dos mujeres discutiendo sin filtro por un mismo hombre roza lo bochornoso. Y, sobre todo, cuando en el caso de Miriam pierde los papeles y se pone a gritar como una energúmena de telenovela de Televisa. El equipo del programa sabe perfectamente que entre ellas dos va a haber más que palabras más pronto que tarde, así que ninguna lumbrera debería extrañarse de ver una expulsión disciplinaria.
Como de costumbre Gran Hermano no deja de ser un generador de contenidos a granel para el resto de programa satélites de Telecinco. Sálvame se retroalimenta del culebrón Makoke–Kiko Matamoros (hace apenas un par de semanas se hizo pública su separación) y, claro está, de todas las tramas que genera la familia Pantoja estando la hija de la folclórica en el reality. Teniendo presente que la propia Isabel Pantoja, en calidad de madre de la gran estrella de la fucicón, Chabelita, descolgó el teléfono el pasado viernes por la tarde para desahogarse en Sálvame, lo cual fue todo un hito televisivo porque la artista es de las que prefiere sufrir en silencio (a no ser que la revista ¡Hola! le ponga un cheque sobre la mesa), todo es posible ahora mismo. El show no ha hecho más que empezar y ya apunta maneras. Mediaset lo ha vuelto a hacer.