Las listas del año, esas criaturas engreídas, excesivas, cargantes. Les tengo verdadera tirria, entre otras cosas, porque los medios las empiezan a soltar ya a principios del mes de diciembre, cuando no a finales de noviembre. Lo que viene obviando año tras año a todos esos artistas y sellos que se esfuerzan por sacar su material durante este último tramo del curso. Diantres, ¿acaso no podemos esperarnos todos al mes de enero del siguiente año para sacar las putas listas? Luego pasan cosas como esta, que sale un pedazo de EP como Everything Happens for a reason de Reykjavik606, a mediados de diciembre, y no lo verás en las listas de marras. El mejor del 2017, el que más me ha gustado a mí, vaya. Y será de lo mejor que he escuchado por aquí, sin duda. Un trabajo que rebosa matices y texturas: dos producciones entre los cuatro y los cinco minutos y pico, y un remix de traca. Pura miel.
Se abre con Lake Nakaumi, una delicada y preciosa composición de ambient que recuerda a maestros japoneses como Tomita y Sakamoto, o al más contemporáneo y electrónico Kaito. El lago Nakaumi se sitúa entre las ciudades japonesas de Matsue y Sakaiminato, unidas a través del insólito puente Eshima Ohashi, algo así como una montaña rusa para vehículos. Un puente absolutamente freak que poco tiene que ver con la delicadeza y armonía de esta pieza. Precisamente en ese tipo de juegos se va descubriendo el fino sentido del humor de este par, siempre presente en todo lo que hacen Borja Piñeiro y Kino Internacional. Sensibilidad y despiporre a partes iguales.
Le sigue Everything happens for a reason, canción que da título al EP y que se lleva la palma. Ya cuando el dúo compartió hace meses (¿en julio?) un brevísimo clip de la grabación de esta sobrada en el estudio, se pudo ver claramente que se venía algo gordo. Y así ha sido. En ese vídeo se podía ver a los productores manejando sus cacharros (sintes, modulares…) y a Odei Astibia a la batería, dándole sutilmente a los platillos. De aquella jam en los estudios Mecca de Oiartzun (Guipuzkoa), salió ésta inspirada composición de ambientes jazzy, por su estructura libre y expansiva. Donde finalmente se mezclan los elementos orgánicos de batería con la síntesis electrónica de los modulares y demás sintes y el trabajo posterior de estudio. Muy en la onda de proyectos como Bonobo, el primer Four Tet, Colleen, Caribou… Una canción que sólo tiene un problema, y es que hace demasiado corta.
Cierra esta gloriosa entrega el remix de Kastil de Lake Nakaumi en clave de technazo, directa a las tres de la mañana en el Berghain. Momento en el que agradeces que se cuele una bonita y planeadora melodía de por medio. Más pistas sobre la amplitud de miras y de gustos musicales de estos Reykjavik606, que con este trabajo se han salido por la tangente, a su puta bola, sonando realmente personales. Sonando francamente bien. Méritos que suman enteros, si cabe, a Forbidden Colours, el sello de Aitor Etxebarría, alias El_Txef_A, que publica esta crema.