El productor y compositor italiano regresa con un disco muy personal y repleto de parajes baldíos e inmensos. Entre el ambient y la música experimental de baile, “Vahinè” es un disco misterioso y evocador.
Pocos sellos discográficos son capaces de tender líneas tan coherentes entre una conciencia retrospectiva de la música del pasado y una propuesta prospectiva para el presente como lo hace Music From Memory. La plataforma formada en Ámsterdam, fue la encargada principal de recuperar el proyecto experimental del italiano Gigi Masin en los años ochenta, e igualmente responsable de lanzar los dos discos tan celebrados que sacó junto a la banda Gaussian Curve. El último trabajo del compositor veneciano, “Vahinè” (Language of Sound, 2022) es en parte una celebración de esa unión entre el pasado y el presente, de una continuidad abrumadora y emotiva que lo mismo remite al ambient, que lo hace al new age o a un desconcertantemente cegador techno de llanuras.
“Vahinè” contiene seis extensos temas y está dedicado a la memoria de la recientemente fallecida esposa de Masin. En el disco, que comienza de manera calma y amplia con el ambient emotivo y detallista de “Marilene”, parecen representarse múltiples momentos de la relación, afortunadamente de una forma evocativa y abierta a la interpretación. Del modo en que el compositor italiano nos tiene habituados, sus piezas se desarrollan en una suerte de serenidad tensa, móvil si se quiere; que parece conducir nuestra escucha, pero no aprehender lo suficiente nuestra atención como para marcar un pathos.
Por así decirlo, repleto de afectos pero sin excesivo efectismo, “Vahinè” oscila entre la memoria del autor y el espacio para la distensión del oyente, entre un aire espiritual y etéreo y una producción muy anímica y sentimental. Todo culmina en la canción final y homónima, que cierra el LP en un tono trascendental, con un ritmo grave y profundo, con un tono misterioso a la par que cargado de seguridad. Como si de una canción de techno roto se tratase, “Vahiné” concluye contrastando un disco lleno de espacios y ambientes mucho más calmos y lenitivos, retrotrayendo al oyente a un presente repleto de incertidumbres y encumbrando el proyecto de Masin, que sigue siendo un rara avis de la música electrónica y experimental (o modern classical, como la llaman algunos avispados) de las últimas décadas.