Cualquier tiempo pasado no siempre es mejor. Pero hay épocas que por determinadas circunstancias, a veces, se convierten en ejemplo de lo que sí debe hacerse. Ocurrió en los años en los que Goa reinó los domingos en Madrid.
Goa representaba mejor que ningún otro espacio las posibilidades de pasárselo bien en la capital. Unos años en los que salir a bailar de día se convirtió para decenas de miles de personas en algo habitual. El baile como motor de una ciudad mucho más atractiva y viva. “Madrid es Madrid y lleva siendo Madrid muchos años”, sentencia Petro, el alma del proyecto que comenzó en un pequeño local de la calle Mesonero Romanos hace 23 años, y que este fin de semana celebra su aniversario en Fabrik.
“La escena en Madrid a comienzos de los noventa ya era potente”, comenta el organizador. “Pero la electrónica que se pinchaba en Goa era algo diferente y nuevo”. Es el momento en el que clubes como Bali Hai, Midday o Soma comienzan a instalarse en los alrededores de la Gran Vía, creando un ecosistema cultural y musical que no había sido conocido anteriormente. “Había mucha gente que realizaba un recorrido. Primero salía por Bali Hai, luego pasaba por Goa y terminaba la mañana en Midday”. La permisividad horaria de este tipo de espacios era un valor del que hacía gala Madrid. Goa estuvo funcionando viernes y sábados entre las seis y las diez y media hasta 1999. Cinco años de magia y hedonismo donde lo más importante era el ambiente que se creaba, acompañado por las sesiones de Roberto Rodríguez o Gerardo Niva. “Goa era una cosa íntima con una escena muy del centro. Fueron años de gloria, donde hacíamos llenazo tras llenazo. Habia mucho sentido de pertenencia. No habia DJ internacionales. Era una cosa muy esencial”, continúa Petro. Goa en ese momento ocupaba los bajos de la sala Flamingo, que alojaba a no más de 500 personas. Hoy día su pista de baile ha sido sepultada por las instalaciones de un Zara, lo mismo que ha pasado con Pasapoga. Otro lugar mítico de la noche madrileña.
“Eso se acabó de golpe para todos”. En el año 1999 entraba en vigor la nueva Ley de Espectáculos de la Comunidad de Madrid que prohibía expresamente los clubes que tenían música de baile más tarde de las cinco. “Si no recuerdo mal nuestra última fiesta fue un Dia de Reyes. Estábamos muy asentados en el centro y nos obligó a movernos a otro tipo de espacio”. De esta manera Goa para para repensar su propuesta. Unos meses más tarde anuncia el bombazo, la fiesta se desplaza a un centro comercial de Leganes, con una ampliación de horario que era una sorpresa para la época: 12 horas de fiesta ininterrumpida y en domingo. “En su momento fue muy atrevido. Cambiamos de 500 a 3000 personas. Aunque el verdadero salto era el llevarte a la gente del centro a tomar una copa fuera de Madrid”. El formato resultó todo un éxito. Entre mayo de 1999 y mediados de 2003 miles de clubbers cruzaban Usera, Carabanchel y Villaverde para llegar hasta Parque Sur.
Damian Schwartz, que acudió en innumerables ocasiones como músico invitado a Goa cuando se hacía en Fabrik, contaba con 18 años cuando acudió como público por primera vez a Universal Sur, la discoteca del centro comercial: “Me atraía mucho el ambiente que allí se creaba. Recuerdo sesiones de Jeff K o Claudio Coccoluto, pero no conocía tanto a los artistas que iban allí. Lo que más me atraía de aquellas Goas es que eran de dia y me quitaban de bastantes problemas familiares”.
Al igual que el músico de ascendencia argentina, otros muchos madrileños tomaron la fiesta del domingo, que se celebraba una vez al mes, como lugar de iniciación. “El ambiente en el que yo me movía era el del Deep, el Cream y el Soma”, explica Bea Gaviria, una de esas personas que a comienzos de los dosmiles disfruto de las posibilidades que ofrecía la noche madrileña. “Siempre que había fiesta el domingo era como el lugar al que acudir. Por aquel entonces había muy buen ambiente. Te podías encontrar a todo tipo de personas, lo mismo un punki, que un bakala, un rapero o alguien más moderno”, recuerda Gaviria, quien también incide en lo particular que era que todo esto sucediera a la luz del día en un centro comercial. “La sala tenía una parte interior donde sucedían todas las pinchadas y también una zona exterior en la que había una terraza y un lago. Pero había veces que querías salir a dar una vuelta fuera del recinto y te encontrabas con familias paseando. El ambiente era algo peculiar”, explica.
En 2002 cinco personas se intoxicaron por el consumo de éxtasis líquido y la sala permaneció cerrada tres meses. Prensa y televisión se volcaron de forma excesiva y amarillista con lo ocurrido, pero tras la apertura la fiesta continuó. “En España tenemos una mirada sobre el ocio que tiene algo de delictivo. ¿Que tiene de malo que alguien se lo esté pasando bien un domingo por la tarde?”, se pregunta Petro. “En otras ciudades europeas está más que normalizado. La música electrónica forma parte de la cultura de este siglo y es imposible darle la espalda”.
Goa tendrá que mudarse nuevamente de ubicación al año siguiente. Todo el complejo es adquirido por El Corte Inglés. “Tuvimos que volver a replantear la propuesta”, advierte Petro. Es cuando sucede el traslado a Fabrik, alojada en Fuenlabrada. El aforo se triplica y pasa de las 3000 personas de Universal a las casi 10000 de la macrodiscoteca. Goa vuelve a cambiar de cuerpo, pero en el fondo el espíritu sigue siendo el mismo. “Trabajar a este volumen nos va a permitir desarrollar la fiesta hasta unos límites que no nos podíamos imaginar”.
Gaspar Antuña fue el programador de la Cristal, una de las carpas que más éxito y prestigio tuvo en la etapa de Goa en Fabrik. El asturiano comenzó unos años antes, alrededor del 2002, programando en Weekend, la fiesta que Goa tenía los domingos por la noche en la sala Bash, junto a Roberto Rodríguez, otro de los nombres fundamentales para entender la evolución y buen hacer de la fiesta. “Al principio traiamos un invitado de Goa. Pero luego decidimos apostar por un artista diferente. Es en ese momento cuando empezamos a traer a figuras como Âme o Henrik Schwarz”, apunta Antuña sobre este trabajo inverso que realizaron en el club de Callao. El buen ojo como programador va a ayudar a que muchos de estos artistas vengan por caches inimaginables hoy día. “Âme sacó su primer maxi, el Sarari, y ya estaba pinchando en Weekend. Y Solomun, cuando vino por primera vez a Goa con un showcase de Diynamic, cobro un caché de 800€. Asi salian las cosas”.
Goa, y la Cristal en particular, se van a convertir en un festival de música con periodicidad mensual. “Innervisions tuvo una residencia anual durante mucho tiempo. Se que les ofrecían cosas en otros sitios, pero siempre venían a Goa”, incide Antuña. Otro ejemplo fue el de Henryk Schwartz que solo hacía una fecha por ciudad y año y que fue un asiduo a Fabrik durante más de una década. La relación que Goa consiguió crear con muchos de los DJ más punteros nos habla de algo muy especial.
“Tuvimos mas o menos suerte. Fue un trabajo muy entretenido: Todd Terje, Theo Parrish, Aril Brikha, Los Hermanos… Pero en 2008 los cachés se dispararon. La escena dio una vuelta increíble. Era otro mundo, en el que primaba que tuvieras un poco de ojo. Evidentemente no con Theo Parrish, que cualquiera lo puede traer”, ironiza el ojeador de Gijón, que ahora se encarga de programar el Café Berlín, junto a Nacho Larache y Ezequiel Brid.
No había mes en el que el cartel no contará con más de cinco o seis nombres excitantes. “Fue la época en la que peto el minimal”, aclara Jonathan Rojas, más conocido como Panda, miembro de Post Club, y en aquel momento relaciones públicas de Goa. Entre 2006 y 2010 pasaron por los diferentes escenarios de Goa personajes como Alter Ego, Tiefschwarz, Marc Houle, Magda, Maral Salmassi, Green Velvet… “En esos años todos nos conocíamos de las fiestas de Nature, Stardust o Mondo. Eramos 200 o 300 personas que estábamos en todas las fiestas”, continúa Panda. “Fui practicamente todos los meses. Creo que solo falté dos, una vez para ir al Florida y otra por ir al Time Warp en Alemania”.
Fabrik también dio cobijo a un gran número de pinchadiscos locales. Nombres que muchas veces tenían más visibilidad fuera que dentro. Es lo que ocurrió con Net28 y los artistas vinculados a esa plataforma: Alex Under, Imek, Tadeo y Damian Schwartz. “Nos dejaron organizar una carpa de fuera durante varias Goas. Era algo bastante continuo”, explica Schwartz, que en ese periodo giraron por Italia, Suiza o Alemania. Eran asiduos al Berghain, al Watergate o al Fabric de Londres. “Lo bueno de Goa es que teníamos un presupuesto y podíamos hacer lo que quisiéramos. Las liamos bastante pardas”.
“Petro siempre tuvo la idea de que esa parte de calidad debía existir. Le daba un rédito a nivel de imagen y eso lo defendió durante mogollón de años ante sus socios”, subraya Antuña. Goa ya formaba parte de un conglomerado llamado Tripfamily, una pequeña empresa que comenzó a realizar otras fiestas como My Pleasure, Biombo Chino o Cream. Lo mismo apunta Eli Hackbunker, encargada de la imagen gráfica durante dos épocas diferentes. “Fue genial trabajar con Petro, el quiere arriesgar y quiere más cambios”. La diseñadora, autora de otros cambios como el del festival de Benicassim, se hizo cargo del diseño en la temporada 2011. “La imagen en ese momento estaba muy anticuada y lo que hice fue acercarla mas al público”. Hackbunker se valió de retratos reales de gente que acudía a Goa. “Quería potenciar el tú a tú, que la persona que sale en el cartel pudieras ser tú yendo a Goa. Luego trabaje con elementos pobres. Sintetice y reduje al mínimo el mensaje”.
Goa fue un espacio de diversión y entretenimiento. Un lugar donde se daban las condiciones idóneas para que cualquier cosa pudiera ocurrir. Pero la competencia con otras fiestas y la prohibición de la fiesta de Nochevieja en 2013 les fue pasando factura. Goa ha pasado de fiesta mensual a anual. En todo caso, Petro concluye: “Siempre nos hemos tomado muy en serio no defraudar al público. Venimos del underground, de lo alternativo. Es una obligación seguir aportando a la escena”. Este domingo se podrá volver a comprobar de la mano de una selección de nombres de la escena nacional bajo el lema Madriz me puede.