En ningún caso debería sorprender que Antony Hegarty, ¿ex? líder de Antony & The Johnsons y a partir de ahora ANOHNI, se haya decidido a lanzar un álbum de electrónica. En su carrera ya había habido varios coqueteos que inducían a pensar que acabaríamos teniendo entre manos este trabajo. Más notoria fue su aparición como vocalista invitada en el estreno en largo de Hercules and Love Affair, de cuya colaboración se fraguó Blind, una de las mejores canciones del nuevo disco de los últimos tiempos. Ahí la británica se convirtió de manera excepcional en auténtica diva disco-house, aunque lo cierto es que no van por ahí los tiros en Hopelessness, sino que explora algo más cercano a la electrónica experimental que practicó unos años después con Oneohtrix Point Never en la versión vocal de Returnal. Luego está el hecho de que otra de sus amigas y gran reina del pop barroco como ella, Björk, siempre haya flirteado con los beats, antes con Mark Bell como mano derecha y ahora con el muy solicitado Arca. De hecho, ambas cantantes aparecieron juntas en Atom Dance, uno de los temas del último largo de la islandesa, envueltas de beats. Así que ejemplos de cómo podría sonar la voz de ANOHNI en un entorno electrónico los ha habido más que suficientes como para que este LP no se conciba como un loco capricho ni se reciba con extrañeza.
Sin ser nosotros aún muy conscientes, el año pasado en su concierto en el Primavera Sound respaldada por la OBC ANOHNI presentó el primer sencillo de este álbum, 4 Degrees, en un contexto orquestal. La versión de estudio que escucharíamos unos meses después, aunque radicalmente distinta, convenció de sobra. De hecho, hasta se ven compatibles. En ese mismo directo nos sorprendió a todos con una de las poquísimas interpretaciones en vivo de la citada Blind. Y no hizo falta ningún beat para que la gente se viniese arriba. El lenguaje clásico y el electrónico aparentemente figuran en mundos aparte, pero en estos dos ejemplos nunca han estado tan entrelazados.
Aunque en 4 Degrees trata el ecocidio y denuncia el cambio climático, unas temáticas que llevan años en los cancioneros de artistas de todo calado, el resto de Hopelessness es un álbum de denuncia especialmente centrado en todo lo que ha ocurrido desde que en 2010 lanzó su anterior álbum, Swanlights. Desde entonces, el llamado presidente de la esperanza le ha decepcionado como a muchos otros. Y, sí, el título del álbum está dedicado a Obama. Hasta una de las canciones es una litúrgica y ominosa carta dirigida al político. Los ataques con drone sobre civiles, las torturas, la política antiterrorista, la polémica del espionaje de la NSA… todo lo que se le pueda reprochar a Estados Unidos en particular y Occidente en general (aunque Nigeria, Arabia Saudí o Corea del Norte no quedan libres de culpa) aparece reflejado en este LP. Las obras de ANOHNI ya trataban temas espinosos en el pasado, no en vano se erigió como la heroína del ecofeminismo, pero nunca habían tomado la delantera como lo hacen ahora.
¿Pero qué hace interesante este álbum de otros cargados de política y denuncia? Varias cosas. Ante todo, ANOHNI apunta con el dedo, pero no se exime de culpa (en 4 Degrees dice en primera persona cómo quiere que todo el mundo se queme). Luego está el enfoque. En Drone Bomb Me, por ejemplo, escribe desde la perspectiva de una niña afgana de siete años que pide que la maten en un ataque aéreo para reunirse de nuevo con su familia O en Watch Me establece una interesante metáfora al comparar la extrema vigilancia a la que están sometidos los estadounidenses por parte de su gobierno con la figura autoritaria y sobreprotectora de su padre. Y luego está su ya conocida e infinita sensibilidad. Sólo ella podría hablar de cosas tan escabrosas como la quimioterapia, las ejecuciones o los pederastas y que la belleza de esas palabras entonadas por ella te conmuevan.
La producción de Oneohtrix Point Never y Hudson Mohawke es sensacional, tanto que como decíamos al principio, esto sigue siendo puramente Antony (aunque hasta haya cambiado el nombre). Hay esa fanfarria triunfante tan propia del escocés, algunos maximalistas redobles de percusión, pero nunca un loco drop como los que facturaba junto a Lunice en el proyecto TNGHT. Por su parte, Lopatin, tanto en Returnal como en el remix que hizo de Swanlights de Antony & The Johnsons demostró que no le cuesta demasiado llevar la música de la británica a terrenos ambient drone creando esas atmósferas asfixiantes, abrasivas y acongojantes que tan bien se le dan. Arca será ahora mismo el productor de música experimental más popular y solicitado, pero OPN está para darle de comer aparte, jugando en la gran liga de la vanguardia histórica (seguimos convencidos de que su Garden Of Delete es el mejor álbum que se publicó en 2015).
Hopelessness podría resumirse como una jugada maestra. Por un lado, es difícil que genere rechazo entre sus seguidores de toda la vida, los que quieran “bien de” cuerdas y épica. Por el otro, es posible que consiga abrirse a un nuevo público. Aquellos quienes hasta ahora no sólo no se había interesado por la música de ANOHNI sino que hasta les parecía repelente (los fans lo entendemos, la brasa que se dio en su momento con Hope There’s Someone y las connotaciones culturetas que tiene su música son obstáculos difíciles de superar para algunos) encontrarán aquí a una artista que consigue sonar clásica y moderna a la vez. Y ya en un diablura más propia de Leo Messi consigue el hat-trick haciendo lo que parecía impensable: que la canción protesta no tenga que ser algo carca y tremendamente aburrida. Habrá quien le achaque que busque un rollo chic (eso de contar con Naomi Campbell en el muy estiloso videoclip para Drone Bomb Me de Nabil podría hacer fruncir el ceño a algunos) pero se aprecia que haga el esfuerzo de renovar y modernizar un género tan desfasado como ese.