Si hay algo de lo que se escabullen María Lastra y Alejandro Santana -más conocido como Santa– es, precisamente, de la popularidad (o más bien del mamoneo que ésta a veces conlleva). Aunque el título de su último y reciente trabajo, “POPULAR” (Sonido Muchacho, 2014), pueda dar lugar a confusiones: “El otro día en Twitter -explica Santa– nos mencionó un periodista que ponía: Música de vanguardia que pretende ser popular. Y era como: creo que no lo has cazao, tío…”. Ese gusto por jugar con la ironía y el anonimato les llevó a esconder las copias del primer trabajo que grabaron en CD (de Verbatim concretamente) por los parques, bancos y árboles de su Gijón natal; “pensábamos: joder, el tipo que se encuentre este CD y le mole, ya nos va a seguir toda la vida”. A las declaraciones de su compañero, María añade: “Desaparecieron todos los CD’s. Yo no sé si igual llovió y desparecieron por ahí”. La voz de la asturiana suena igual de dulce un domingo vía skype que cuando entona “Ambiente Morreo”, una de las grandes joyas que contiene “POPULAR”. Pero no todo va a ser downtempo, dreampop y dulzura. María y Santa reconocen su esencia bakala y recuerdan su primer contacto con la electrónica: discoteca Oasis (Gijón), Gigi D’Agostino y calimocho en plazas como previa.
Unos cuantos años después de aquella, Huias (que para este álbum ha sumado a Rubén Ondina a la formación) ha firmado un disco soberbio, algo que desde hace un par de ediciones del L.E.V se intuía que podría pasar.
Presentasteis el disco hace algunos días en Gijón. ¿Cómo fue?
Santa: Fue a las afueras de Gijón, donde hay mogollón de pueblos pequeños. Hay uno en concreto que se llama Cabueñes y tiene una fuente de hace dos siglos. Era la fuente de los Tres Caños y luego lo convirtieron en Lavadero, que era donde la gente iba a lavar la ropa. Hicieron una estructura de madera y piedra, como con una especie de semialtar…
María: Sí, es un altar, sí…
Santa: Que, por cierto, nos vino de puta madre para poner los sintes y los cacharros. Fue guay el evento. Fueron los amigos, la familia, llevamos sidra, manzanas, castañas, tortilla… Vino la policía…
¿Sí? ¿la policía también?
S: Sí, dijeron: “No pasa nada, si es por vuestra seguridad, es para que no ande por aquí gente… ¡mala!” (risas).
M: No pasó nada porque el bajista del grupo, que es la persona más organizada de los tres, había pedido permisos al ayuntamiento. Pero bueno… Nada, se pusieron ahí un poco para decir “aquí estamos” y ya está.
S: Eso no es servir al ciudadano, eso es “yo soy la autoridad y aquí se hace lo que yo digo” (risas).
Ahora que “Popular” ya lleva unas semanas en la calle, ¿Cómo veis el resultado? ¿Estáis contentos?
M: Sí, nosotros sí. Nosotros lo que queríamos era tener algo editado. Y yo creo que básicamente era eso.
S: Sí. Siempre quisimos editar algo en físico. Lo primero que hicimos fue un CD. Lo grabamos y como no nos conocía ni Perri, pensamos: vamos a jugar con eso. Y poníamos los CD’s en parques, subidos a un árbol, en un columpio, debajo de un banco… Y pensábamos: joder, el tipo que se encuentre este CD y le mole, ya nos va a seguir toda la vida.
M: Sí, les escondíamos. Desaparecieron todos los CD’s. Yo no sé si igual llovió y desparecieron por ahí. Luego la mitad no funcionaba porque algún amigo probó a ponerlo en el coche y se quedaba trabado… Luego sí que sacamos una edición más grande, que ya fueron 50 hechos a mano por nosotros. Lo mismo, no sonaban ni la mitad… (risas).
S: Era CD printable, de Verbatim… Y luego eso, hicimos una cinta, que es baratísimo.
M: Es que en realidad nos mola mucho lo de editar nosotros, lo que pasa que lleva mucho tiempo…
S: Y no tenemos tanto tiempo. Siempre quisimos un vinilín y dijimos: vamos a dar el paso. Hay una fábrica de Rusia que hay un fulano que te los hace tirados de precio pero que tarda la hostia. Y cuando teníamos esto entre manos y nos escribió el sello [ Sonido Muchacho] y vimos que habían editado a Diego García y a Siesta, que nos flipan… Y que encima editaban en vinilo, y dijimos: ¡de lujo!
¿Y cuánto de vértigo da el primer LP?
S: ¡Uf! A mí mogollón.
M: A mí igual.
S: El otro día en Twitter nos mencionó un periodista que ponía: “Música de vanguardia que pretende ser popular”. Y era como: creo que no lo has cazao, tío… No lo has cazao… (risas). Porque bueno… siempre jugamos un poco con el rollo irónico. Joder, tenemos un tema que se llama “Tinto y Gaseosa”, ¿sabes? O sea, que no somos músicos profesionales ni pretendemos serlo. A día de hoy, tú puedes hacer música con el móvil… Pero bueno, que vértigo sí que da, sí.
M: A mí cuando me dio más vértigo fue cuando sacamos “Dealer”. Me dio mucho miedo…
Es que eso fue una locura de escuchas desde el primer día…
M: Fue por eso. Porque a mí, sinceramente, no es el tema que más me apasione del mundo. De hecho es el que menos nos gusta del disco… (risas). Y empezó a subir aquello… a subir, a subir…
S: Y es que a mí el rollo one hit wonder en plan un temazo… no me interesa.
M: A mí tampoco.
¿Y cómo trabajáis las letras de las canciones?
M: Las letras las hago yo…
S: Sí, se pone ahí en una habitación a escribir…
M: Depende lo que salga pero normalmente siempre hablo de lo mismo. Del amor, del desamor sobre todo, de las inseguridades de cada uno…
S: Temas comunes. Yo creo que el miedo, el amor, el sexo… son temas que a todos los seres humanos les afectan de una u otra forma. Y ella no lo quiere decir pero tiene una libreta donde escribe cosas que quizá nunca vean la luz. A mí a veces me las lee así como desde lo lejos para que yo no las lea. A mí me molan mogollón, son de un romanticismo súper jarto. Y luego también tiene temas en español que igual nunca ven la luz. Yo los tengo grabados con el móvil ahí de estrangis. Rollo pop etéreo. Y no descarto que algún día saquemos cuatro temas de pop súper pancho en español. Y ya está. No somos bakalas. Bueno, sí somos bakalas…
M: Sí, un poco sí…
[María se levanta del sofá y coge el teléfono]
S: ¿Están, abajo? Es que pedimos un cachopo… Pusieron una empresa que es cachopo a domicilio y es la polla (risas). Yo salí de currar hace 5 minutos…
Y pasaste la tarde pensando en el cachopo…
S: Es más, le mandé un mensaje a Mari y le dije: “¡salgo ya!”
[María abre la puerta, recoge el pedido de comida y se incorpora a la entrevista tras disculparse entre risas]
Saltando un poco de vuestro disco a vuestro entorno, ¿cuánto ayuda un festival como L.E.V a la vida electrónica de Gijón?
S: Yo creo que a la gente que le mola el rollo lo valora y lo adora como si fuese suyo porque… ¡joder, tener eso aquí es la bomba! Que te traigan un año a Mount Kimbie antes de que lo peten, o que te traigan a Clark… Es la hostia. Y todo el rollo audiovisual… Y además que también puedes opinar, aunque no sepas de algo… En plan: “esto me ha parecido una puta mierda, todo ruiditos”. Yo creo que mucha gente tiene miedo a eso, a que creen que es un festival como muy del rollo intelectual… y no es así. Pero también te digo que en Asturias hay una tradición techno centroasturiana bastante importante. Pero en el L.E.V hay cosas experimentales que, aunque algunas pueden resultar así como demasiado, hay otras que son totalmente asumibles. Y más ahora con internet, que todo el mundo escucha de todo… Yo creo que mueve un poco la ciudad. Y que debería haber más cosas así.
Un poco a colación de esa tradición techno asturiana de la que habláis, me gustaría preguntaros por el tema de cierre del álbum: Oasis Global Dance.
S: (risas) Ese tema… A ver, yo vi una peli italiana, bueno de producción inglesa pero basada en una historia que tenía lugar en Italia. Y a partir de esa peli pensé: el Italo disco… molaba. Y aquí en Gijón, cuando nosotros éramos teenagers, había un par de discotecas y una de ellas era la Oasis, que ponían Italo barato, plastikero… Gigi D’Agostino… Y tú te ibas allí con tu cacaolat…
M: Sí, porque ibas a ligar… que era lo que hacíamos.
S: Te ibas antes al parque con la litrona de calimocho y luego ya te ibas para allá como un becerro. Y yo creo que fue el primer contacto que tuvo mucha gente de nuestra generación con la electrónica. Y entonces me dio un día por enchufar todos los aparatos (que con este disco lo hice bastante) y empezó a surgir la base; se lo enseñé a esta gente pero tampoco era ningún tema para poner en ningún lado, era un tema para divertirse. Y dejé a Mari currándose unas vocales, inventándose un poco una historia, imaginándose un rollo…
M: En realidad es la típica historia del trabajador que iba a al Oasis, de gente de 16 años que trabajaba en una pizzería por ejemplo.
S: El estribillo dice algo así como… esta noche voy a bailar si mi jefe me deja bailar.
M: Y se llamó “Oasis Global Dance”. Y, casualidades de la vida, hace dos semanas lo cerraron. Van a derribarlo y a montar un McAuto. Además que es un sitio bastante característico porque es como las Mil y Una Noches. Así como con palmeritas, la sala mola mucho… Es donde se celebra el Festival Euroyeyé todos los años…
S: Es que están cerrando un sitio que es mítico. Recuerdo que el DJ siempre decía por el micro: “Oasis Global Dance, ¿estamos de fiesta o de funeral?” (risas). Yo es que lo recuerdo con muchísimo cariño.
M: Yo estaba ahí metida todos los sábados. Yo no iba ni al Tik…
S: Yo iba al Tik los domingos… [pausa] porque era un bakala. Pero bueno, que de ahí surgió la idea del tema. Y yo no lo quería meter en el disco porque me parecía un tema súper barato, pero súper barato.
Personalmente, tengo que decir que a mí me encanta…
S: Sí, ahora es de nuestros favoritos.
“Popular” en general tiene como un tono más oscuro que vuestro anterior trabajo (“!”)…
S: Sí, siempre fuimos un poco oscuretes, la verdad. El rollo siempre fue ese pero tampoco fue algo en plan: “vamos a hacer algo súper oscuro”. Sí que es cierto que al final excepto “Oasis Global Dance” y “Massimo Club”, los temas en general son bastante oscuros, pero siempre anduvimos por ahí…
Hace algunos meses entrevistamos a Skygaze y le preguntamos por Vaporazu [el otro proyecto que tiene Alejandro Santana junto a Skygaze y Eduardo Romero]. Nos dijo que no teníais planes de hacer nada pero que a él sí que le gustaría. ¿Seguís igual o ya tenéis algo en mente?
S: (risas) En mente no tenemos nada porque como salen todos los temas así… que no hay ninguno igual… Y luego que los tres somos muy peculiares…
M: (risas) esa es la palabra, peculiares.
S: yo creo que yo soy el menos peculiar, igual porque soy yo el que habla, quizá ellos te digan lo mismo de cada uno… Pero es que es una movida muy seria. Estamos encantados todos pero a veces nos juntamos, muy de vez en cuando, y siempre decimos: “tenemos que grabar algo”. Pero se hace difícil. Tenemos cosas grabadas, y yo casi que ya estoy por optar y decir: “utilicemos alguna plataforma, la que sea, y lo subimos ahí”. Por subirlo y para tenerlo ahí para escuchar. De directos no tenemos nada pensado, lo que nos salió fue en plan: “eso de Vaporazu, ¿qué? ¿Puede ir para delante? Sí, ¿para cuándo? Para tal”. Y ahí sin ensayar ni nada. A mí me molaría que fuese para delante porque me parece la hostia. Es mítica movida que se juntan tres fulanos y dices: hay que centrar la pinza, hay que centrar la pinza. Pero es jodido porque cada uno tenemos nuestra pedrada particular y llevamos ahí una cantidad de aparataje… No sé.
Volviendo a Huias. Empezáis con la gira del álbum en unos días, ¿cómo lo compagináis con vuestros trabajos?
S: Yo me estoy jugando el puesto de continuo. Para el concierto de este sábado, la de dios. Pidiendo favores…
M: Yo igual. Para estos conciertos de ahora me tuve que pillar vacaciones…
S: Yo cuando pido días de asuntos propios me invitan a marcharme de la empresa. Pero tengo muy buenos compañeros a los que no sé por qué les caigo muy bien y que me hacen favores continuamente. Estoy debiendo muchos discos a la peña… Porque al final siempre es “vale, gracias tío. Te debo un disco”.
Al final se os van a petar los conciertos por los compañeros de trabajo…
S: Sí. Y todos entrando gratis, nadie queriendo pagar (risas).
Bueno, pues espero que vaya muy bien la gira y os dejo ya comiendo ese cachopo antes de que se quede frío.
S: ¡De lujo!
M: ¡Gracias!