Inside Business: José Morán, Paraíso Festival

Al habla con el director de Paraíso sobre coherencia artística, la situación que nos deja el COVID-19 y la primera edad de los festivales en España.

Inside Business nace con la intención de explicar qué y quién hay detrás del negocio de la música electrónica. Cuando vamos a un club o a un festival solo nos fijamos en los DJs y artistas que allí actúan, en pasarlo lo mejor posible, bailar, socializar y disfrutar de todo lo que comporta el término «entretenimiento»: detrás de todo esto hay una industria potente, ya indivisible del sector del ocio nocturno, la hostelería y el turismo.

Hoy toca tomar el pulso a la industria con José Morán, mandamás de Paraíso Festival, una cita que apenas ha necesitado dos años para consolidarse en el panorama festivalero madrileño y estatal gracias a una cuidada línea artística para paladares sibaritas.

Paraíso Festival tendría que haberse celebrado el pasado mes, pero ya ha anunciado su retorno para el fin de semana del 25 y 26 de junio de 2021.


Si no fuese por el virus, ahora estaríamos haciendo balance de la tercera edición. Lo que está claro es que Paraíso no ha necesitado ni dos años para convertirse en una cita clave del calendario festivalero español. ¿Cómo y por qué nace Paraíso? 

Paraíso nació como idea varios años antes de celebrar su primera edición, queríamos crear una cita de música con personalidad, que tuviese cabida en la oferta nacional, en un espacio al aire libre y que fuese una experiencia más allá de la programación musical. En los últimos años, Madrid ha tenido una actividad cultural efervescente, muy rica y en muy buen estado de forma. Creíamos que Paraíso encajaba y complementaba esa oferta ya existente, así que en 2018 comenzó la aventura.

A Madrid (y España) le faltaba un festival como Paraíso, con una línea editorial muy marcada, más Dekmantel que Awakenings, para entendernos. ¿Cómo se trabaja para conseguir tal coherencia artística? 

Es una de las partes más divertidas y emocionantes de nuestro trabajo. Hay un deseo a la hora de concebir el cartel, pero el resultado final responde a múltiples factores, entre ellos, a una investigación bastante exhaustiva, al trabajo en equipo, la colaboración y, por último, la disponibilidad del artista. Hacer un buen cartel no es trabajo sencillo, lo importante y complicado, en mi opinión, es que cada escenario contenga una línea artística y crear una secuencia musical, ahí es donde nosotros encontramos el mayor reto y, a la vez, la coherencia.

¿Qué otros valores añadidos crees que tiene el festival más allá de la música? 

Paraíso es un festival muy cómodo, por su localización muy próxima al centro de Madrid, y por la facilidad de movilidad dentro del recinto, que es en su totalidad al aire libre. Además prestamos mucha atención a los detalles y vamos más allá de la música con instalaciones artísticas, un área gastronómica donde los menús se elaboran con productos orgánicos y de proximidad, un área gaming con vídeo juegos vintage y realidad virtual, múltiples áreas de descanso. Además, la sostenibilidad es un eje sobre el que se articula todo el festival. Creo que es muy importante poner el foco de atención en todo el contenido, el futuro es experiencial y cada detalle debe contribuir en una mayor y mejor experiencia para los asistentes.

A menudo se habla de Paraíso como el Sónar madrileño. Supongo que debe ayudar la coincidencia en fechas y la colaboración que habéis entablado. ¿Es un elogio o una carga para vosotros? 

Cada uno tiene su propia personalidad, es cierto que hay similitudes en la línea artística aunque también hay diferencias, desde el concepto del festival o la localización. En todo caso, es un elogio que nos comparen con Sónar. 

De las dos ediciones de Paraíso hasta la fecha, ¿con qué actuación te quedas? ¿Y alguna que te haya decepcionado? 

Desafortunadamente en esos momentos estamos trabajando y no puedo disfrutar de las actuaciones tanto como me gustaría, aunque siempre encuentro un momento para echar un vistazo. Del año pasado, guardo muy buen recuerdo de Channel Tres y Carista; y de la primera edición, Hunee y Yaeji. 

¿Qué es lo que escuchas en tus ratos libres? 

Escucho mucha música vinculada a la línea editorial que sigue Paraíso, de modo que principalmente investigo en esa dirección, aunque de vez en cuando me gusta desconectar y escuchar flamenco. Cuando viajo y voy conduciendo, lo más probable es que en mi coche suene Radio Clásica

Fuiste una de las primeras personas que vio el filón en España de los festivales. ¿Te imaginabas que el monstruo se convirtiese en algo tan grande? 

Al comienzo no vimos el filón tan claro, más bien una carencia en comparación con otros países europeos. Fue algo impredecible que ocurrió de manera natural con el paso de los años. A mediados de los noventa, nadie se imaginaba lo que ocurriría una década más tarde ni que los festivales serían los protagonistas del verano, pero sí es cierto que España tenía y tiene las condiciones perfectas para acogerlos: un clima favorable, buenas localizaciones, una cultura abierta, proyección turística, gastronomía… A veces, parece que quien no lo consigue ver y entender son las administraciones públicas. No terminan de vernos como generadores y catalizadores de cultura y economía, y no contribuyen o lo hacen mínimamente, salvo contadas excepciones, a mantener y fomentar este sector tan importante.

¿Qué añoras de esa primera edad de los festivales españoles? 

En la vida, en general, pienso que más que añorar, hay que vivir el momento, pues cada década tiene sus virtudes y aprendizajes. Esa primera etapa gozaba de cierta inocencia que residía tanto en los organizadores, artistas y empresas proveedoras, como en las personas que asistían ya que no teníamos festivales referentes, era una nueva experiencia para todos. Desde luego, tenía ese encanto de estar construyendo una nueva forma de cultura y de ocio que, con los años, hemos podido apreciar, valorar y profesionalizar.

Los más viejos del lugar recordarán con especial cariño esos años de colaboración entre Nitsa y FIB como un paraíso para los amantes de la electrónica. ¿Cómo surgió esa alianza y qué recuerdos guardas de ella? 

En el año 1996, Chemical Brothers y Orbital encabezaban la programación del domingo en FIB, fue un fin de festival que nadie de los que estábamos allí olvidaremos nunca. Entonces, ambos eran referentes de la electrónica y apuntaban a lo que son hoy, dos grupos fundamentales para entender la evolución y el mestizaje entre el pop y la música electrónica. Al año siguiente, en 1997, tras haber comprobado la buena acogida y la experiencia de estas dos actuaciones, así como el gran potencial de la electrónica, tanto por la oferta como por el consumo entre el publico, comenzó esta colaboración entre Nitsa y FIB, fruto de la buena relación que manteníamos, y que fue mutuamente beneficiosa. 

¿Cuáles son vuestros primeros pensamientos cuando estalla toda la crisis del COVID? 

Al comienzo, personalmente, había cierta incredulidad así como mucha esperanza de que se encontrase una solución en el corto plazo, que permitiese celebrar la gran edición que teníamos por delante con un cartel muy especial. Según fue avanzando la situación y pasaban los días, la esperanza nunca se apagaba pero cada vez parecía más improbable su celebración tal y como estaba prevista. Una vez tomamos la decisión, nos invadió una profunda sensación de tristeza y frustración. 

Hace poco anunciasteis la cancelación de la edición de 2020 y las nuevas fechas de 2021. Por el momento, ¿qué respuesta os estáis encontrando por parte del público? ¿Hay una gran mayoría que está manteniendo las entradas? 

A pesar de la tristeza compartida entre el público y la organización por aplazar el festival, la respuesta ha sido muy positiva. Estamos muy contentos y especialmente agradecidos con todas esas personas que nos han podido y querido apoyar manteniendo sus entradas, aunque sería injusto no dar las gracias también a quienes la compraron pero que, por distintas circunstancias, han tenido que solicitar su devolución. Es comprensible en una situación así y, por suerte, siempre hemos sentido el cariño de los asistentes muy cerca. 

¿Tenéis pensado aprovechar esta situación para encontrar una fórmula para darle continuidad al festival a lo largo del año? 

Estamos en un momento en el que todavía hay mucha incertidumbre, es muy difícil hacer pronósticos o planes cuando la normativa de desescalada que afecta al sector de la cultura no está del todo clara, falta terminar de definirla, implicando a todos los agentes del sector y finalmente aprobarla, teniendo en cuenta que la realidad que vivimos hoy, puede cambiar en un par de semanas y puede que, esta vez, a mejor. Una vez se despeje, podremos planificar con la seguridad que ahora mismo no hay. La ley todavía se está construyendo con las distintas asociaciones de profesionales y este momento lo que pide es calma y aclarar cómo serán los próximos meses.

El distanciamiento social, el uso de mascarillas o la obligatoriedad de estar sentado no ayuda demasiado a eventos de gran formato. ¿Qué le pedirías a las autoridades? 

Sensibilidad y analizar las necesidades del sector para poder así preparar un plan que se ajuste a la realidad. No es coherente que la gente pueda estar sin mascarilla en las terrazas, en los bares o estar aglomerada en el Metro o en manifestaciones, pero luego se pidan unas medidas mucho más restrictivas para los eventos musicales. Se necesita sensibilidad por parte de la Administración y no gobernar por exceso, es decir, crear leyes adaptadas a cada sector y reactivar estas industrias de una manera lógica, sin correr riesgos, pero sin perjudicar la cultura frente a otros sectores. 

Muchos festivales ya han anunciado sus carteles para 2021 y son prácticamente idénticos a los de 2020. Por un lado, se entiende que hay unas obligaciones contractuales que cumplir pero, por el otro, incomoda pensar que la programación no se hace en base a la calidad de la actualidad musical, como si toda la música lanzada en 2020 no contase. ¿Cómo lo ves tú? 

Es cierto que dejar fuera la creatividad de todo un año en estos carteles parece que no es lo más deseable. Al menos en el caso de Paraíso, pretendemos hacernos eco de nuevos sonidos, nuevos grupos, artistas… Por lo tanto, hay que encontrar la forma de conciliar esta realidad con el cartel previsto para 2020. Nosotros mantendremos una gran parte del programa pero buscaremos el modo de enriquecerlo con otras propuestas.