Lo primero que se planteó quien aquí escribe al salir de The Loft (la sala principal del piso superior de Razzmatazz) fue cómo narices explicar lo que Lena Willikens y Upsammy habían hecho aquella noche. Ni siquiera ahora, poco más de 200 horas después, resulta sencillo decir si para mal… o para bien. Pero… empecemos por el principio.
Las puertas de ese piso superior abrían pocos minutos después de las ocho de la tarde. Era un sábado de febrero en Barcelona. Concretamente, el segundo con el ocio nocturno abierto y el clubbing ofreciendo, por fin, un baile libre (con mascarilla, sobre el papel; sin ella, a efectos prácticos). Segundo sábado de fiesta y ya volvía una de las propuestas más exquisitas y aclamadas por el público más selecto en lo curatorial: la Journeys. Lo hacía por partida doble, con un set de 5 horas de Young Marco en Lolita y otro del británico Objekt en The Loft.
Desde que sonaba la música de ambiente a primera hora, uno ya quedaba sumergido en el humo, la oscuridad de tonalidad azul y ese aroma a noche grande que siempre se respira entre esas cuatro paredes de corte industrial. Había ganas de poco color. Había ganas de que los cerebros fuesen perforados. Y la selectora local Ylia se encargó de alimentarlas con 90 minutos de techno ralentizado y pulcro que dejó a la pista y a los más madrugadores sobradamente preparados para lo que se les venía encima. Subiendo esas escalinatas traseras de Razzmatazz, aquellas que sólo se suben en las ocasiones más especiales, se oyeron varias voces que apostaban por una sesión de Objekt horizontal, atmosférica y muy cercana al ambient en la primera hora. Error. Escuchando los últimos beats techno de Ylia, aquello habría sido un choque fallido. No sabemos si nunca fue esa la intención del productor británico residente en Berlín o si éste tuvo que alterar sus planes.
Fuese un caso o el otro, TJ Hertz irrumpió en cabina para hacer bailar a una pista aún medio llena desde el primer minuto, alrededor de las 10 de la noche. Cerca de los 100 bpm al inicio. Alrededor de los 125 una hora después. Ya por encima de los 134 a las dos horas. Y todavía estaba empezando su historia. Objekt alternó breakbeat, techno futurista, garage y, ya llegando a las 3 de la mañana, algún atisbo dubstep y drum n bass a más de 140 bpm. No es necesario decir que los ritmos mezclados fueron siempre rotísimos, de principio a fin. Bases punzantes y directas al esternón. Transiciones impecables, sin ni un pequeño error a corregir. En conjunto, un viaje sonoro a los parajes más sofisticados del underground.
Aunque, si hablamos de sofisticación, debemos hablar de lo que sucedió justo después. Todavía quedaban tres horas de música y estas iban a ser firmadas por la alemana -aunque afincada en Ámsterdam- Lena Willikens y la holandesa Upsammy. Un b2b que había levantado altísimas expectativas… y que se alejó de cualquier tipo de previsión o pronóstico. Sin lugar a dudas, fue una de las sesiones más desconcertantes jamás escuchadas por un servidor.
Cabe decir que el desconcierto no tiene por qué ser negativo. A fin de cuentas, las mentes más inquietas buscan replantearse cosas, también en lo musical. Lena Willikens y Upsammy ofrecieron una mezcla difícil de digerir. Una mezcla capaz de fidelizar a 200 fanáticos agolpados en las primeras filas y que vació al resto de la pista sin prestar atención a posibles reacciones u opiniones. Como debe ser.
Fue una sesión más propia de un festival de vanguardia que de una noche de club habitual en Barcelona. Por todo ello, fue una gozada. Un absoluto regocijo, por momentos tan poco bailable como de sobras disfrutable. Una joya sonora que quedará en el recuerdo de aquellos 200 héroes y heroínas que pusieron sus esquemas a merced de dos artistas tan inquietantes y enigmáticas como asombrosamente imponentes. Ellas lo disfrutaron; como nosotros. Y siguieron haciendo de Journeys la mejor propuesta clubbing de la ciudad.