El sello Accidental, que Matthew Herbert crease a principios de los 2000 para reunir los lanzamientos y proyectos que tenía con sus anteriores propuestas discográficas, ha sido desde entonces un refugio y espacio de creación sin complejos para el productor británico. Aunque el propio año pasado Herbert regresó a su proyecto menos excéntrico con el elegante y pulido “Musca”, no ha tardado, apenas un curso, en volver con una propuesta enormemente peculiar para su sello y para su propia actividad creativa. Este 1 de abril Accidental presentaba la serie Album In a Day, que es, efectivamente, una serie compuesta de discos hechos en un solo día. Para la primera entrega, Herbert se ha unido con el percusionista experimental Julian Sartorius, cuyas ideas, -entre las que se incluyen sacar un disco con una canción hecha cada día, o uno con 112 beats distintos el año pasado- son de lo más sorprendentes. El disco lleva por nombre “Drum Solo” y tiene un marcado carácter experimental e improvisatorio, en el que el suizo toca su amplio repertorio de percusiones y el jefe de Accidental va creando patrones y diseños sonoros de ellos sobre la marcha.
“Drum Solo” no es un disco para todos los públicos. Su alto carácter de espontaneidad e improvisación, hace que en muchas ocasiones el oyente pueda verse superado por la cantidad de estímulos rítmicos y sobre todo por la variedad de los mismos. El catálogo de instrumentos de Sartorius es tan amplio, que resulta dificultoso reconocer o seguir por dónde está tirando a cada instante. Pero es que Herbert más que facilitar esta tarea contribuye a la frustración. Cuando parece que podemos organizar en nuestro cerebro ciertos repiques, timbres y formas, sus herramientas entran a disolver, distorsionar o pronunciar de forma desconcertante y en ocasiones hilarante el conjunto. El resultado es parecido a lo que sería un braindance si se hiciese con instrumentos de percusión reales y en un estudio de grabación de calidad. El LP, además, ha sido mezclado por Dilip Harris, que ya ha trabajado con gente como King Krule o Sons of Kemet, y que deja su impronta (también en 24 horas) haciendo que; a pesar de la ferocidad del trabajo, todo suene enormemente organizado y natural.
El resultado pues, termina siendo imponente. Cuesta no admirar el arrojo de un Matthew Herbert capaz de ofrecernos las piezas de soul y house más sugestivas del momento para inmediatamente después grabar en 24 horas con un percusionista de jazz experimental un disco que haría delicias del Cage más irritante, pero también del más institucional. “Drum Solo”, como ejercicio de puesta a punto de un concepto (Album in a day), es un trabajo de una factura muy estimulante. Su empaque experimental y poco melódico, alejará seguramente más oyentes de los que atraerá a la propuesta, pero es ese carácter de arrojo y dispersión, el que será difícilmente superable por el resto de lanzamientos de la serie. ¿Se puede hacer música más agradable y accesible al oído? Seguro. ¿Se puede hacer en 24 horas y con una paleta sonora tan enardecida y curiosa? Lo dudamos, pero lo importante del álbum es que busca llevar al límite el conjunto de sus recursos en un tiempo tan limitado. Y en ocasiones lo consigue.