El artista de Vigo Kaixo hace parada este viernes en la sesión de Fuego de la sala Razzmatazz, en donde presentará parte de su nuevo Ep “The Black Bloc” en una fiesta dionisíaca que rinde culto al newpunk.
La presencia de Kaixo este viernes 19 de abril en la nueva edición de Fuego, la icónica fiesta que semanalmente llena la sala Razzmatazz de Barcelona, no hace sino confirmar que el presente año será determinante para el devenir del artista vigués que, tras dos años de arduo trabajo en los aledaños de la escena musical, se dispone a encarar una gira que lo llevará por diferentes latitudes del estado español en donde seguramente mostrará buena parte del material que compone su nuevo disco, “The Black Boc”, trabajo que en principio va a salir de manera inminente a lo largo de esta primavera. No obstante, y aunque su figura haya estado un tanto alejado de los focos principales, Kaixo no ha estado perdiendo el tiempo. Ni mucho menos.
Muestra de ello es la aparición y paulatina proliferación del sello discográfico Onovo, del cual es co-creador además de Director Artístico. O la continuidad que está teniendo su proyecto de club “nómada” representado por el OVERDOSE CLUB, concepto en torno al cual plantea una serie de shows que mensualmente se realizan en diferentes ciudades de Galicia y de España, y que en los últimos meses está adaptando al formato radio mediante la emisión de un programa semanal de actualidad musical sobre la escena urbana, y que que es emitido a través de la plataforma de Party Fm Radio. Es decir, en este tiempo el gallego ha estado más centrado en las tramas burocráticas que constituyen el cinturón de la industria musical y profundizando en lo entresijos pseudo-legales que le dan forma, algo indispensable para cualquier artista que quiera sobrevivir en este océano de tiburones que a menudo representa el negocio de la música. Pero obviamente durante este período Kaixo también había estado preparando nuevo material musical mediante el cual expresar su ser en el mundo y su posición respecto a un movimiento musical y cultural que había vivido en primera persona.
Y es que desde que el integrante del colectivo Banana Bahía Music lanzara en el año 2017 su Ep “Mallory”, la escena urbana en España ha cambiado radicalmente. En estos dos años el hype generado en torno al producto musical definido como “urbano” ha crecido exponencialmente, y mientras que en el 2017 aquel género musical ambiguo que representaba el “Trap” en España todavía podía ser pensado como una de las vanguardias contraculturales del momento, en la actualidad resulta inevitable afirmar que el perfil de la resignificación de este género bajo los términos de “Música Urbana” se encuentra mucho más próximo a las dinámicas y últimas tendencias poppy que constituyen la dimensión más mainstream de la industrial cultural. Como él mismo ya señalaba el el 2017 en una entrevista realizada con el medio musical Mondo Sonoro, “ahora mismo, creo que lo que se entiende por trap mainstream o las tendencias de la nueva música urbana, tienen más que ver con el newpop o el nuevo rock que con el punk”.
Pero quizás sea precisamente este momento concreto, el del auge absoluto de lo “urbano” como nueva tendencia fetichizada que se convierte en la última moda del pop mainstream, el momento idóneo para que salga a la luz “The Black Boc” y vierta sobre una escena aparentemente dulcificada una dosis de rebeldía e inconformismo que puedan acelerar las contradicciones inherentes a un género cultural que viene de los márgenes pero que pasa por el aro de lo normativo. Porque este contexto es posiblemente el ambiente perfecto para que el discurso newpunk que caracteriza su obra se reproduzca con mayor viralidad.
Tal y como él mismo ha manifestado en diferentes ocasiones, “ el newpunk es la forma que tengo de definir mi forma de ver la música, pero desde un punto de vista casi ideológico. De algún modo representa todos los paralelismos que existen en mi música, como ser socialmente activo y a la vez un nihilista de mierda”. Es decir, el newpunk es una suerte postura estética y existencial que se concibe como “una especie de grito contra todo lo establecido, contra lo que nos han impuesto: cómo nos debemos comportar, lo que debemos hacer para ser felices, lo que hay que hacer para llevar una vida completa, etc”. Pero este grito contra lo establecido no se centra y se limita a un plano meramente individual, sino que pretende hacer presión hacia el exterior.
Por eso cuando Kaixo habla de llevar la riot a las calles a través de códigos simbólicos violentos y crudos, de fondo aparece la intención subversiva del artista que quiere llevar ese grito individual al espacio público para socializarlo y hacerlo colectivo. Y precisamente esta es su intención para con la escena urbana, llenarla de riots y llamas, acelerar las contradicciones internas que la sostienen para así lograr generar una especie de caos a partir del cual poder conseguir una unión que pueda transformar las cosas. Porque a pesar de que los índices de tendencias señalen el buen momento de una industria que todavía está empezando a andar, con cualquier movimiento la veleta de la moda puede cambiar, y sin una industria sólida detrás, todo esto que ha acontecido en la escena urbana durante la última década puede caer en saco roto.