Kendrick Lamar: Mr. Morale & The Big Steppers (Aftermath/Interscope Records)

Tras 5 años de espera, 1.855 días después, Kendrick Lamar ha lanzado su quinto disco de estudio titulado “Mr. Morale & The Big Steppers”. Un disco conceptual donde nos da una mirada más profunda de los diversos sentimientos, emociones y escenarios.

Kendrick Lamar es una de las figuras más notorias del panorama hip hop del siglo XXI, para muchos el mejor rapero de este siglo, un artista que va más allá de la música, una autoridad dentro de este mundo, el único rapero del mundo que ha sido capaz de ganar un premio Pulitzer, un artista casi cinematográfico.

Kendrick nace en junio del 87 en Compton, California, uno de los enclaves más importantes de la historia del hip hop, y esto va a ser relevante para entender sus influencias, que nadan entre el old school hip hop, el gansta rap y el soul o el jazz. Crece escuchando a artistas como Nas o 2Pac, en una ciudad con una gran brutalidad policial debido a las discriminaciones raciales, una infancia marcada por la violencia y el racismo. Todo esto se va a ver reflejado en toda su obra musical, desde álbumes como “Good Kid, M.A.A.D City”, “To Pimp a Butterfly” o “DAMN” hasta su nuevo recién estrenado disco “Mr. Morale & The Big Steppers”.

En 2011 por fin tomó el mundo del hip-hop con su primer álbum “Section.80”.  No fue un clásico instantáneo al nivel de “To Pimp A Butterfly”, pero nos mostró que Lamar tenía un buen ojo para los detalles y un fuerte punto de vista sobre los problemas sociales estadounidenses. Su primer gran trabajo fue “Good Kid, M.A.A.D City”, una obra sobre los valores moralistas en las afueras de Los Ángeles que también alude a la historia racial del barrio y su significado en su vida y su carrera musical. Fue un clásico instantáneo, con una de las mejores narraciones de la historia del rap y un número asombroso de letras de sobresaliente.

El pasado 13 de mayo llegaba  “Mr. Morale & The Big Steppers”, un disco que ha creado todo tipo de reacciones. Hace unos meses anunciaba que se encontraba trabajando en su nuevo álbum a través de su página web con un comunicado en el que decía “Paso la mayor parte de mis días con pensamientos fugaces. El amor, la pérdida y el dolor han perturbado mi zona de confort pero los destellos de Dios hablan a través de mi música y mi familia”.

Unos días antes del lanzamiento del disco Kendrick Lamar lanza “The Heart Part 5”. Sobre un sample de Marvin Gaye reflexiona sobre su propia vida y nos adentra en su nuevo a.k.a Okalama y en el que habla a través de Will Smith, OJ Simpson o Kanye West con el uso de la tecnología Deepfake.

Kendrick ha hecho un disco honesto, creativo e impredecible donde cada track corresponde a una temática profunda y llena de reflexiones.

El disco abre con “United in Grief”, una reflexión sobre los logros de su carrera y las trampas de la fama: lujos y terapias de salud mental con frases como “But the money wipin’ the tears away”. Habla de joyas, coches, millones, Rolex, de donde estaba hace 5 años y donde está ahora. Bajo la producción de este track con unos drums hipnóticos está el propio Kendrick, Beach Noise o Duval Timothy entre otros.

Continuamos con “N95” en colaboración con su primo Baby Keem donde hace una crítica a las medidas de la pandemia con frases como “You’re back outside but they still lied”. Hablan de despojarse de todo lo innecesario: streams, el falso despertar o los bolsos Birkin bajo una producción madura y eléctrica. Sin duda, uno de los bangers del disco y en el que podemos apreciar una fuerte influencia del sonido de Baby Keem.

En “Wordwide Steppers” encontramos una intro realizada por Kodak Black. En este track habla del bloqueo artístico, de sus encuentros sexuales con personas blancas, su adicción a la lujuria y su relación con Dios y además lo hacen buceando en un sample de The Funkees (“Breakthrough”) y de Soft Touch (“Look Up, Look Down”).

“Die Hard” junto a Amanda Reifer y Blxst empieza con un ritmo totalmente diferente. Kendrick aquí se sincera sobre sus inseguridades y nos habla de la perseverancia ante el dolor:  “I pop the pain away, I slide the pain away”. Todo bajo el sample de “Remember The Rain” de Kadhja Bonet.

“Father Time” junto a Sampha empieza con una reflexión sobre la necesidad de ir a terapia, su infancia, la relación con su padre y la masculinidad tóxica. Sampha entra en el tema para darle todavía más emoción y detalle.

En “Rich Spirit” continúa su reflexión sobre la fama y las críticas. La instrumental se compone a través de los coros de Sam Dew.

Continuamos con uno de los tracks más duros e incómodos del disco: “We Cry Together” junto a Taylour Paige y un sample de Florence + The Machine y los drums de The Alchemist y que en parte nos recuerdan a los de Griselda.  En el track muestra una discusión de pareja. Un track que no está hecho para la radiofórmula, como la mayoría del disco.

La primera parte del disco finaliza con “Purple Hearts” junto a Summer Walker y Ghostface Killah

Entrando ya en la segunda parte del disco encontramos “Crown” en el que utiliza un sample de Duval Timothy (“Through the night”) y con una producción drumless. Manteniendo su credibilidad en la calle con una historia de rabia en la carretera y violencia de las pandillas, la canción todavía proporciona momentos para que Kendrick muestre sus habilidades como poeta, con referencias a la obra de William Shakespeare y Enrique IV.

Impulsada por una línea de batería y un ritmo constante, “Silent Hill” cuenta la historia de su vida creciendo con luchas y muestra cómo dos hombres pueden ser falsos amigos sólo por dinero, pero también cómo se pueden hacer amistades reales sin importar la raza o la clase.

Kendrick Lamar, junto con Sam Dew y Baby Keem, habla sobre el desgarro de la sociedad en “Savior”. Este cypher de rap recuerda a los oyentes que los famosos son sólo humanos, y que también cometen errores.

En “Aunties Diaries”  Kendrick Lamar pone a la sociedad, la iglesia y a él mismo bajo el microscopio en esta poderosa canción que cuenta la dramática historia de dos personas transgénero y la comunidad LGTBIQ+.

Llegando al final del disco encontramos “Mother, I Sober” junto a Beth Gibbons (Portishead), uno de los tracks que más atención se están llevando. En él, Kendrick nos relata sus traumas de su infancia, la desesperación y los abusos sexuales.

Durante todo el disco Kendrick Lamar hace un trabajo increíble al mantener su flujo en un nivel apropiado para cada canción. Lamar no es la misma persona que era en 2012 cuando lanzó “good kid, m.A.d city”. Ha crecido y se ha convertido en un artista más maduro, lo que se puede escuchar en todo el álbum. Con su estilo de rap evolucionando una vez más hacia un nuevo sonido lleno de contrastes entre lo moderno y lo clásico.

Su álbum trata de varios temas, incluyendo puntos de vista sociales y políticos, lleno de crítica social, pero sobre todo trata de las expectativas de la etiqueta de hacer otro álbum. Cada canción tiene una historia, ya sea desde la perspectiva de Kendrick Lamar o de uno de sus alter ego.

Sin duda un disco que necesita muchas escuchas para ser comprendido y poder disfrutarlo. Posiblemente estemos ante uno de los álbumes del año. Larga vida a Oklama.