La Ruta: ¿De qué ruta me hablas?

Por desgracia la cultura clubbing y la música electrónica vuelve a quedarse sin un relato sincero que muestre su esencia. Una vez más nos quedamos con lo anecdótico y no profundizamos, no somos capaces de que nos regalen una historia que recorra todas sus aristas. Nuevamente este movimiento sale malparado, y en esta ocasión el movimiento sale malparado por incomparecimiento, ni está ni se le espera en “La Ruta”, simplemente se deja entrever como una pieza de decoración difusa sin alma y sin contenido.

Si no has visto la serie “La Ruta” y lees las críticas que aseguran que se trata de la representación de una época en la historia de nuestro país, la radiografía de la juventud durante los años 80 y 90, y un retrato de la cultura club que se vivió en la Comunidad Valenciana, te aseguro que las personas que han redactado esas reseñas o bien no han visto la serie y se han guiado por la nota de prensa de la productora, o bien no tienen ni puñetera idea de lo que fue la llamada Ruta del Bakalao. Porque esta serie no trata de la sociedad de esa época, no profundiza en los anhelos y los problemas de aquella juventud, y ni de coña explica lo que supuso aquel movimiento cultural más allá de situar su trama en los templos electrónicos levantinos. Esta serie va de la historia de una pandilla de chavales, de sus amores y desengaños, de sus miedos, de sus frustraciones, de sus traumas y de sus problemas existenciales. Así que si esperas ver una historia sobre la historia de la ruta.., te vas a llevar un gran chasco.

Un cebo engañoso

Escuchando las entrevistas a los creadores de “La Ruta” quedan claro unas cuantas cosas que explican errores garrafales que se producen a lo largo de la serie. Según ellos desconocían la historia de este movimiento antes de comenzar el proyecto, tenían los mismos prejuicios que la mayoría de la sociedad desinformada y por eso pretendían blanquear la historia negra que durante años los medios de comunicación habían vertido sobre esta época histórica. Utilizar la palabra blanquear es sinónimo de mentir, de retirar los aspectos más polémicos y dejar aquellos más digeribles por el gran público. Maquillar la verdad es un ejercicio hipócrita, la importancia de la llamada Ruta del Bakalao se basa en sus cosas buenas y sus cosas malas. Ningún movimiento cultural trasciende si se obvia su lado oscuro, crear un relato dulcificado confunde y traslada un mensaje incorrecto. “La Ruta” utiliza un cebo engañoso, crea la expectación de visionar un producto sobre una etapa concreta de nuestra historia y termina utilizando esa etapa como parte del decorado narrativo despojando a la trama de un dramatismo contextual. La historia que nos relata podría haber sucedió igualmente en una zona de marcha Madrid, Barcelona, Tenerife, Sevilla o Albacete.., porque el dónde en ningún momento marca la diferencia.

Ni rastro de la cultura clubbing

Si los creadores de esta serie entienden que nombrar una serie de clubs es suficiente para explicar lo que significa la cultura club, entonces han logrado su objetivo. Porque esto es lo único rescatable, recordarnos los nombres y el aspecto de estas míticas discotecas.., el resto pasa desapercibido. Ni siquiera se han molestado en profundizar en la figura del DJ, aunque se trate del protagonista no han sido capaces de explicarnos su motivación, su aprendizaje, los mecanismos que le hacen amar su profesión y sus referentes. Utilizan la imagen del DJ como la de una persona aislada detrás de una cabina, en ningún momento se le ve pinchar o manejar la mesa de mezclas, simplemente se limitan a filmar como se pone los cascos y coloca un vinilo.., el resto de proceso de creación no importa. Para alguien que no sepa de qué va esta esto seguramente termine con la impresión que cualquiera puede pinchar, que su tía de Móstoles y el vecino del quinto no tendrían problemas en marcarse un set que rompa la pista de baile.

Además de todo esto incurren en recursos facilones que chocan con la realidad de las dinámicas de la industria clubbing a lo largo de su historia. Una de los más flagrantes y que me provocaron escalofríos fue la trama en el primer episodio cuando unos “ojeadores” de Amnesia Ibiza se desplazaban a la discoteca donde pinchaba el DJ protagonista para asistir a una de sus sesiones. Menuda paja mental. Estoy seguro que durante una reunión de guionistas a uno de ellos se le ocurrió la brillante idea de hacer un símil con el mundo del futbol, si el Real Madrid o el Barsa mandan a ojeadores por todo el mundo para fichar a nuevas promesas.., ¿por qué no hacemos lo mismo con la escena clubbing? Repito, recurso facilón y efectista que a mis amigos de Amnesia seguramente les habrá sacado una carcajada.

Una estructura narrativa arriesgada y un guión lleno de monólogos

 Siempre valoro muy positivamente cuando una serie toma riesgos, y “La Ruta” los toma aplicando una estructura narrativa regresiva. Básicamente esto significa que el primer episodio es el final de la historia (aunque en esta serie no sea así al 100%) y el resto de episodios transcurren en el pasado. Esta fórmula funciona cuando en ese primer episodio se siembran una gran cantidad de misterios y de preguntas sin responder que afectan a toda la trama, y que se van resolviendo en el resto de episodios. Salvo por un par de tramas, en “La Ruta” esta apuesta por un relato regresivo no funciona, ya que muchas de ellas son meramente relaciones personales que no aportan nada a la historia. Cuando planteas una historia de crecimiento personal lo interesante y lo que te pega a la pantalla es conocer ese desarrollo de principio a fin, una vez que conoces el fin.., el principio se evapora como el gas de una botella de gaseosa abierta durante horas. Y si para colmo planteas un giro innecesario en la historia del protagonista en el último capítulo con un cierre que pretende fallidamente ser emotivo…, el resultado final es decepcionante.              

Otra de las cosas que me chirriaron de “La Ruta” fue su cansina insistencia en poblar los diálogos con monólogos. Este es un error que denota desidia, incapacidad o una irrefrenable necesidad de mostrar que molas un montón. Y este recurso no es que lo hayan utilizado fugazmente (eso sería perdonable), es que durante un episodio repiten hasta tres y cuatro veces la misma fórmula. En vez de dejar que los personajes fluyan en una conversación, hacen que uno de ellos se las dé listo y comience a contar una anécdota kilométrica, una analogía maratoniana, un chiste eterno, una reflexión interminable o un recuerdo masticado hasta la saciedad. Cuando en todos los episodios hay varios “¿Sabías que en….? ¿Recuerdas aquella vez que….?” es insoportable, son preguntas que preceden a un monologo que destroza la dinámica que cualquier dialogo debe tener.

Lo bueno de “La Ruta”

Quiero dejar claro que mi mayor crítica es que nos han vendido una cosa que luego no se cumple, utilizando esos trucos del marketing engañoso que busquen que consumas sin informarte bien de lo que estás consumiendo. Si nos olvidamos de momentos como la escena del lanzador Olímpico Asturiano o la del Caronte en forma de Nino Bravo llevando a uno de los protagonistas fallecidos a un paraíso derruido.., la serie es consumible. La historia que relata no está mal, aunque sea la típica de adolescentes en busca del sentido de la vida. Un par de sus tramas resultan muy interesantes y están bien construidas, son creíbles y logras empatizar con ellas. Tiene escenas muy chulas, muy buen trabajo de fotografía y la banda sonora que utilizan da el pego aunque no contenga los temazos clásicos de aquella época debido a la dificultad de hacerse con los derechos de todos ellos. Los actores hacen un buen trabajo, no creo que la mayoría hayan hecho un trabajo de oscar, pero tampoco es sus actuaciones han sido de esas que hacen que corras al baño con un nudo en el estómago. Pero para mí, lo mejor de esta serie ha sido que en momentos ha conseguido que mi cerebro vuelva a sentirse joven, a aquella época en la que aunque éramos unos estúpidos de manual nos divertíamos salvajemente y bailábamos alocadamente, porque aunque fuera por unos segundos, o aunque fuera por las diferentes sustancias que recorrían nuestro torrente sanguíneo…, la vida era maravillosa.

Epílogo

Por desgracia la cultura clubbing y la música electrónica vuelve a quedarse sin un relato sincero que muestre su esencia. Una vez más nos quedamos con lo anecdótico y no profundizamos, no somos capaces de que nos regalen una historia que recorra todas sus aristas. Nuevamente este movimiento sale malparado, y no es porque en “La Ruta” haya caído en el estereotipo y el recurso facilón de las drogas, por fortuna han tratado este tema con normalidad y sin aspavientos. En esta ocasión el movimiento sale malparado por incomparecimiento, ni está ni se le espera en “La Ruta”, simplemente se deja entrever como una pieza de decoración difusa sin alma y sin contenido.