El cine ha explorado en muchísimas ocasiones ese gran romance entre el clubbing y la ingesta de estupefacientes porque llegar a estados de conciencia alterados con una música de otro planeta es uno de los grandes placeres terrenales. Aquí te recomendamos una decena de filmes que exploran la magia conseguida por la química y los beats.
Trainspotting
Un filme generacional y definitorio, tan producto de su tiempo. La película de Danny Boyle lo tenía todo: un actor protagonista cuyo papel selló su estrellato, un carismático elenco, el retrato más veraz que probablemente se haya hecho jamás del uso y abuso de las drogas y una de las mejores bandas sonoras que se recuerda. Como el mejor de los subidones (y el posterior bajón). Lástima que 20 años después su secuela dilapidase todo lo bueno de la original. Quizá hay más consumo de heroína (y hasta cocaína) que de éxtasis, pero también una de sus escenas más míticas está protagonizada por una simpática pastilla.
24 Hour Party People
Hay un momento en el que Tony Wilson, creador de The Haçienda, se dirige a la cámara y dice: «¿Veis? Aplauden al DJ. No a la música, ni al músico, ni al creador, pero al medio. Esto es el nacimiento de la cultura rave, la beatificación del beat, la era del baile. Este es el momento en el que incluso el hombre blanco empieza a bailar. Bienvenidos a Manchester». 20 segundos para resumir el inicio de la cultura de club en una película que documenta como nadie y con la pasión de pocos una escena creativa, éxtasis mediante.
Party Monster
El Limelight neoyorquino fue uno de los primeros clubs en la metrópolis que apostó por el techno, aunque en la mítica sala se escuchaba de todo. También ha sido objeto de documentales y películas como esta, basada en las memorias de James St James. En ella se cuenta su bromance con Michael Alig (aquí interpretado por Macaulay Culkin), joven promotor del club adicto al éxtasis, la cocaína y la keta. Clásico para muchos, simpático bodrio para otros tantos, siempre nos podremos quedar con su gran banda sonora (Miss Kittin & The Hacker, Ladytron y otros).
Con la música a tope (Groove)
A priori, las películas que transcurren a lo largo de una sola noche nos molan. Más nos deberían gustar si están ambientadas en la escena rave de San Francisco. Y, oye, doce horas a ritmo de música vertiginosa, en almacenes abandonados y demás, dan para mucho, pero el director es incapaz de sacarle provecho a la ambientación. Si encima hay cameo de John Digweed, tenemos clásico raver.
Human Traffic
Hay pocos sentimientos más universales, con los que sea más fácil empatizar, que matarse toda la semana en un curro de mierda y esperar que llegue el fin de semana para darlo todo, quemar la pista y olvidar las penas. Las mejores de clubbing son también las que consiguen reflejar esa angustia existencial y Human Traffic juega en otra liga. Y si encima hay cameos de Pete Tong y Carl Cox, además de una banda sonora con temas de Orbital, Underworld, CJ Bolland, Felix Da Housecat o Energy 52, mucho mejor.
Beats
No, no es que seamos una basura pretenciosa que ya ve blanco y negro y eleva cualquier bodrio a la categoría de obra maestra. Es que muchos, como nosotros, se pueden sentir identificados en este coming of age ambientado en la era dorada de las raves inglesas. En el verano de 1994, dos buenos amigos de un pueblo escocés salen para despedirse, antes de separar sus caminos. Vivirán una noche que nunca olvidarán. Como las que hemos vivido muchos de nosotros.
Spring Breakers
El spring break americano es el equivalente a nuestras vacaciones de semana santa, pero pocos periodos vacacionales pueden competir con el hedonismo salvaje de estos adolescentes y post-adolescentes con ganas de fiesta, sexo y drogas. Nadie como Harmony Korine lo ha retratado en el cine. Con un reparto que inicialmente se entendió como una boutade -las ex chicas Disney Vanessa Hudgens y Selena Gomez- una estética videoclipera, y una banda sonora servida por Cliff Martinez y Skrillex a base de electrónica bruta y EDM de extrarradio.
Go
Hace muchos años el director de El filo del mañana hizo una especie de Very Bad Things (por aquello de hacer también cosas muy malas en Las Vegas) pero con un extra de raves y éxtasis. Las comparaciones también se deben a lo enrevesado de la historia: problemas de dinero, fines de semana en la ciudad del pecado, un alijo de pastillas perdido… y todo ello con banda sonora de Fatboy Slim, BT, Air, Leftfield…
Climax
Aunque podríamos añadir Enter The Void, otro de los clásicos de Gaspar Noe, aquí nos decantamos más por Climax y su sangría con ingrediente secreto (guiño guiño). Veinte jóvenes bailarines se reúnen en un internado abandonado en medio de un bosque para bailar y festejar en torno a una gran fuente de sangría. Estamos a mediados de los 90 y danzan al ritmo de Aphex Twin, Daft Punk, Cerrone o Moroder. Pero alguien ha echado algo en la bebida y la atmósfera se vuelve eléctrica y la tensión irrespirable. Un prodigio técnico del director argentino Gaspar Noe, una exhibición de coreografías imposibles, una obra maestra a mayor gloria de los estados de conciencia alterados.
Small Town Ecstasy
Cuando Scott y su mujer deciden pedir el divorcio, sus cuatro hijos adolescentes, con edades comprendidas entre los 13 y 20 años, creen que las cosas posiblemente no pueden ir peor, hasta que el padre comienza a tomar éxtasis. Así que este documental da la vuelta de tuerca: puedes ser adulto y destrozarte la vida con las sustancias. Fue filmado a lo largo de dos años.