Ha sido esta pandemia la que ha obligado a Paul Thomas Anderson a tirar de producto de cercanía en su noveno largometraje. En “Licorice Pizza” (cuyo título evoca una antigua tienda de discos y también a la manera coloquial de llamar a los discos de vinilo en la California de los 70: pizza de regaliz) vuelve a rodar cerca de su casa, en su Valle de San Fernando natal y lo hace, rodeándose del talento que tenía más a mano, fichando para los papeles principales al jovencísimo Cooper Hoffman, hijo del tristemente desaparecido Philip Saymour Hoffman (que antaño fuera su actor fetiche) y a la pequeña de las hermanas Haim, Alana, componente junto a sus hermanas de la banda musical HAIM con las que Thomas Anderson ya había trabajado previamente en sus videoclips.
Ambos serán los protagonistas de una convulsa historia de amor adolescente a la carrera por las soleadas calles de Los Angeles.
“Licorice Pizza” es pura medicina emocional, una sobresaliente comedia romántica absolutamente veraniega ambientada en los 70 que es una auténtica delicia. Un divertimento inmersivo rodado en poderoso 70mm en el que Thomas Anderson juega al despiste con el concepto de nostalgia y nos sumerge en una preciosa y divertida historia de amor que se construye sobre un elemental “chico conoce a chica”: Gary (Cooper Hoffman) que con 15 años parece tener muy claros sus objetivos en la vida, conocerá a Alana Kane (Alana Haim), una muchacha 10 años mayor que él, aunque más perdida e inmadura. Entre ellos arrancará una historia de amor repleta de tiras y aflojas que servirá de epicentro para rememorar ese Hollywood dorado, idealizado e incluso inocente de comienzos de los 70, algo con lo que se emparenta en cierta manera al último trabajo de Quentin Tarantino, “Érase una vez en Hollywood”.
El discípulo aventajado de Robert Altman retoma así, aunque de manera más amable, un género con el que ya experimentó hace dos décadas en la desquiciada e iconoclasta “Punch Drunk Love” (“Embriagado de Amor”).
En esta ocasión se nutre de las anécdotas reales de su amigo Gary Goetzman (afamado productor para cine y televisión, socio de Tom Hanks y ex-actor infantil) para definir el personaje de Gary Valentine, este jovencillo buscavidas prendado del potente magnetismo que emana de Alana. Ella es, sin lugar a dudas, el gran descubrimiento del Film. Su interpretación roza lo milagroso, algo que la Academia de Hollywood, de manera incomprensible, no ha sabido ver al dejarla fuera de las nominaciones de este año para alzarse con la estatuilla a mejor actriz.
En “Licorice Pizza”, Paul Thomas Anderson encuentra también un pequeño hueco para hacer su particular homenaje al cine, a ese viejo Hollywood que daba sus últimos coletazos en los primeros años de la década de los 70, mientras el llamado Nuevo Hollywood hacía aparición en escena y se hacía con el poder absoluto de la industria durante las décadas venideras.
Lo hace a través de ese mosaico de estrambóticos personajes secundarios que transitan por el film y entre los que destacan: Un desbocado Bradley Cooper (Otro de los grandes olvidados por la Academia en las nominaciones a los Oscars) que da vida a Jon Peters, el que fuera estilista de las celebridades, novio durante un tiempo de Barbra Streisand y después afamado productor.
Un Sean Penn en estado de embriaguez haciendo de Jack Holden, trasunto del mítico actor William Holden al que acompaña, en un pequeño papel, un borrachín incitador al peligro encarnado por Tom Waits y el tan fotogénico como inquietante Benny Safdie (conocido por su faceta como director, junto a su hermano realizó la soberbia “Uncut Gems”) que realizará un cameo encarnando a Joel Wachs, miembro del consejo municipal de Los Angeles precursor en la lucha por los derechos LGBT en aquellos años.
Para el trabajo de recreación de época, el propio Thomas Anderson ha contado con la ayuda de su colaborador habitual Michael Bauman. Juntos consiguen una luminosa y cegadora fotografía que define todo un estado de ánimo, efervescente y juvenil.
En el score, Jonny Greenwood de Radiohead vuelve a brillar en su enésimo trabajo de la temporada a la vez que suenan clásicos de Nina Simone, Suzi Quatro, Bing Crosby o Sonny & Cher y destacando sobre el resto, “Peace frog” de los californianos The Doors y el cósmico “Life on Mars?” de David Bowie que eriza la piel desde sus primeros acordes en ese sprint callejero en busca del amor.
Es probable que dentro de unos años cuando miremos en perspectiva la filmografía de este genio llamado Paul Thomas Anderson, “Licorice Pizza” resulte ser una obra menor, pero a día de hoy, teniendo en cuenta la situación en la que continuamos inmersos podemos afirmar que es todo un regalo caído del cielo, un bendito elixir de aroma adolescente en el que perderse y olvidar durante un rato todo lo malo que hay allí fuera.
“Licorice Pizza” se estrena hoy viernes 11 de Febrero. Está nominada a 3 premios Oscar: Mejor Película, Director y Guión Original. Os recomiendo poder disfrutar de ella en proyección de 70mm.