Mientras la red enloquece a golpe de primeras confirmaciones de Sónar 2015, en una cafetería ubicada en Via Laietana (Barcelona), Luciano Álvarez (co-fundador del fanzine Self) se remonta al primer año de la edición del festival. “Yo creo que influyó a todo el mundo. Más que nada fue el pistoletazo de salida (…) y quien estuvo en el Sónar, si luego quiso hacer cosas, partió del Sónar y fue como en paralelo al festival”. Self, precisamente, nace un año después de aquella edición -en 1995- con un diseño futurista y alejado de los fanzines mecanografiados, pero manteniendo una línea editorial de actitud fanzinera. En total fueron 16 números más un Número Cero que incluían entrevistas a Orbital o Autechre, reportajes sobre Esplendor Geométrico, Crisis Records o la escena electrónica de Viena, además de manifiestos, noticias y varios recopilatorios en cintas de casete.
Han pasado casi 20 años y Self ha vuelto como selfzine.es. Lo ha hecho adaptándose a los nuevos escenarios de la prensa: los digitales. Poniendo a disposición de cualquiera y a golpe de clic todos aquellos números/diamantes que fueron papel, listos para imprimir. Ahora las reglas han cambiado y las necesidades actuales no entienden de largos reportajes, ni de entrevistas que den pie a intensas reflexiones. Es el demonio de la inmediatez y la hiperaceleración. La autoridad del “Me gusta” sobre todas las cosas. Y Luciano lo sabe, pero él sigue en sus trece. “Nosotros tenemos 449 likes en Facebook. Es una puta mierda pero bueno, si sigo mal durmiendo no es precisamente por eso. Yo tengo mi trabajo y esto lo hago porque me apetece. Y como lo hago porque me apetece creo que puedo decir lo que me apetece”.
– Volvisteis en formato digital hace tan solo unos meses, ¿cómo va esa vuelta?
Mal. No mal por nosotros… Te voy a explicar. Al ser un medio que no tiene un duro porque en principio no queremos publicidad para no perder la independencia, lo financiamos entre mi hermano y yo, de nuestro bolsillo. Y claro, ¿qué pasa? Que queremos colaboradores pero no podemos ofrecer nada a los colaboradores y eso significa que nadie quiere escribir y eso supone que el único que escribe soy yo. Y a mí me gustaría que hubiera más opiniones.
– Entonces, ¿internet es bien o es mal?
Internet es bien si hay pasta para promocionarte y para ofrecer algo de calidad. Antes, cada día, cuando me sentaba a trabajar me conectaba a dos webs: a Jenesaispop… Y ahora tú dirás “¿por qué?”. Pues porque hay de todo y tienen buena información y les llega rápido. Y luego a Playground. Hasta que de repente Playground se convirtió en El Caso y me perdieron, pero era una de mis fuentes de información que ahora he sustituido por Fact Magazine, que aunque mi inglés sea pésimo, de algo sí que me entero. Así que internet bien, completamente. Por ejemplo, a la hora de hacer algo, una revista, un fanzine… cometes fallos y claro, no los puedes rectificar porque está en papel. En cambio cometes fallos en una web y a los cinco minutos está rectificado.
– En la web, en el apartado sobre vosotros decís: “Nuestra intención, y única filosofía es seguir siendo un fanzine. No queremos traicionar el espíritu que nos vio nacer y morir, y el único viable en estos momentos”. Cuando decís “el único viable”, ¿os referís a vuestro caso concreto o en general?
Bueno, para nosotros y también en general. Yo me doy cuenta de que si la gente no habla de lo que le gusta… A ver, ya sé que si hablas de lo que te gusta renuncias a lo que no te gusta. Pero, ¿qué importancia tiene que critiques algo que no te gusta? Es que, ¿para qué le das cancha a algo que no te gusta? Supongo que la gracia de escribir sobre lo que te gusta es que lo conoces, no siempre es perfecto. O sea, tú puedes criticar a tu grupo favorito porque no siempre lo hacen bien. Pero claro, ¿por qué voy a hablar yo de los Chemical Brothers si no me gustan? Lo que no voy a hacer es lo que hice en un pasado, que es coger una nota de prensa, fusilarla y remasterizarla…
– ¿Y se puede conservar ese espíritu de los fanzines o esa actitud más subversiva a día de hoy en el periodismo musical? ¿Crees que aún queda subversión en la información cultural?
No. Ni en nuestro caso tampoco. Es muy bonito decir esto de fanzine, la beligerancia… Pero hay una apatía… Si los propios grupos están apáticos, son los primeros que no hacen nada. Ellos ya se han colocado de tal manera que como ya no dependen de las multis, que ahora dependen de otras cosas, ya tienen su futuro más o menos conseguido. Para qué van a luchar. Por ejemplo, hay un sello en España que me envía cosas así que yo les presto atención. Cuando alguien me envía algo a mí, si a mí me gusta, responderé. Pero como ya no hay una relación comercial como había antes… La web cuesta lo que cuesta y mientras haya bolsillo, la sacaremos.
– Aunque en vuestra presentación en la web ya indicáis un poco que Self nace de manera espontánea en una reunión en otro medio, ¿podrías darnos algún detalle más sobre cómo se gestó Self o qué os influyó o empujó a montarlo?
Antes había un colectivo que se llamaba Barcelona Electrónica y fuimos a parar allí cierto tipo de gente. Te estoy hablando de finales del 94, principios del 95, que yo para esa época ya era demasiado mayor para meterme en esas historias y no sé por qué me dio por ahí. Pero bueno. Como vimos que era todo un poco difuso, algunos de los que allí coincidimos dijimos de hacer algo que se pudiera tocar por así decirlo, e hicimos un fanzine en papel. Como no había nada, conectamos con los que había, la gente nos apoyó, nosotros apoyamos a la gente, empezamos a sacar cintas en el año 95… Recopilábamos temas de gente que estaba grabando en esos momentos, que no tenían sello. Te estoy hablando de gente como Fangoria o Madelman. En esa época Fangoria era un grupo súper independiente. Nosotros sacamos cuatro cintas y vendíamos más de 100 cintas de cada uno; ahora sería impensable, ¿no? Y mira, de esto ya te hablaré en otro momento, dentro de unos meses… Porque el año que viene cumplimos 20 años y posiblemente el círculo se cierre.
– ¿Eso es una señal que he de interpretar?
Es que a lo mejor entre pregunta y pregunta te digo cosas que tú luego has de sopesar. Mira, yo sólo te puedo decir que de aquí a un mes hablaremos. Como si fuera una segunda parte de la entrevista.
– Entendido. Entonces cambio de tema y hablamos del Sónar. Porque Self arranca el mismo año en que se celebra la segunda edición del festival. ¿Os influyó de alguna manera destacable esa primera edición?
Yo creo que influyó a todo el mundo. Más que nada fue el pistoletazo de salida. Yo creo que quien estaba interesado en eso, tenía que estar en el Sónar. Y quien estuvo en el Sónar, si luego quiso hacer cosas, partió del Sónar y fue como en paralelo al festival. Como eran momentos de despegue, conocías a la gente… Yo les conozco a ellos desde hace años y esas cosas no se pierden. Algo que con otros festivales no ocurre.
– En el tiempo previo a llevar Self al formato digital, ¿estuviste vinculado a otros proyectos de información musical?
Yo hice un parón de bastante tiempo y me desvinculé por completo. Hice cosas pero no tuvieron ninguna repercusión. Me dediqué, por ejemplo, a hacer blogs. Incluso hice uno que se llamaba “Sigue, Sigue, Self” en homenaje a “Sigue, Sigue, Sputnik”. Y llegué a tener 12 blogs funcionando a la vez.
– ¿12 blogs a la vez? Pero eso es una puta locura:
Sí. Es que yo vivo en una puta locura. Tengo varias vidas en paralelo.
– En un artículo publicado por Javier Blánquez hace algunos meses en el diario El Mundo, hay un párrafo en el que Javier dice sobre vosotros: “premiaban al músico por encima del disc-jockey, atacaban al público que se contentaba con un bombito simple, insistían en la importancia del contenido musical por encima de las apariencias, el flúor y el folklore. Duraron 16 números -antes de reciclarse en otras publicaciones gratuitas, como Dinamo, Ultrapop y Monza-, no sin antes haber dejado huella en la formación de un público crítico en aquella Barcelona por entonces desorientada. Ahora mismo, en realidad, esa cosa tan importante para el periodismo como es el “dejar huella” ¿es factible?
A ver. Hay un medio que ha dejado huella. Sobre todo porque todo el mundo ha salido corriendo. Y hay huellas por todas partes. Yo es que no entiendo el giro ese que ha tenido pero era El Medio. En esos momentos era el medio. No tengo ni idea de quién está detrás ni si lo que ponen ahora le hace gracia a alguien…
– Ahora todo gira en torno a los likes…
Pues mira, nosotros tenemos 449 likes en Facebook. Es una puta mierda pero bueno, si sigo mal durmiendo no es precisamente por eso. Yo tengo mi trabajo y esto lo hago porque me apetece. Y como lo hago porque me apetece creo que puedo decir lo que me apetece, más o menos, manteniendo ciertas formas y cierta educación.
– Quería preguntarte por el editorial del Número 1 de Self, que está firmado por un tal Black Mueslin… Que por cierto, ¿quién era Black Mueslin?
Yo.
– Vale. Pues en ese editorial se puede leer: “El público es cómodo, pide (y a veces lo exige) que sucedan cosas, cuantas más mejor, y además, que sean gratuitas. Se muestra activo a la hora de escribir la carta a los Reyes Magos, pero muy pasivo, a la hora de ayudar o mantener a flote, el barco de las propuestas intrépidas. Mucha de la gente que tuvo el valor de mojarse, de dar al público lo que el público pedía, ¿qué recibió a cambio?, nada (lo más cruel) o críticas destructivas (lo más normal)”. Esto podía ser el editorial de cualquier medio de hoy en día, ¿no?
Por supuesto. Yo es que tengo la sensación de que en el 95 se abrió un agujero en el tiempo que comunica directamente con el 2015. Pero es que además es reversible. Porque podrías volver al 95 y después volver a aparecer en el 2015. Es un loop. Estoy entrevistando ahora a Funk Empire, un grupo del 95, que grabaron dos discos para Cosmos. Y estábamos hablando de esto. Yo es que hago entrevistas virtuales. No sé si he inventado un género, pero en vez de hacer el cuestionario, vamos cruzándonos preguntas. Pregunto, responden. Pregunto, responden. Y si la cosa fluye es casi como en directo. Y la última pregunta habla de por qué coño la escena del 95 de repente se murió. Y claro, me dicen que de repente la gente perdió el interés. Y espero que con la de 2013, 2014 o 2015 no pase esto. Porque ahora mismo todo el mundo habla maravillas de Talabot y compañía pero quizá el año que viene lo que mola es el heavy. Y todo esto como está cogido con pinzas, se va a la mierda. Y toda esta gente que yo creo que es buena, se iría a la mierda.
– En el editorial del número cero titulado “El país de las maravillas”, decíais: Existen poquísimos sellos discográficos y estos se dedican sólo a editar material de sus amigos, los “mass media” sólo hablan de sus protegidos y los músicos que abanderan este género no son siempre los mejores. ¿Esto, en tu opinión, se podría aplicar al panorama actual o ha cambiado?
Es que no sé si el panorama actual está peor. Mejor no. Igual o peor. Porque a ver… si estaba Playground y ya no está… Hay gente que pasa por la vida escuchando música y luego hay gente que pasa por la vida investigando lo que escucha. Yo de ahí sacaba muchos grupos de los que no tenía ni puta idea. Y tirando de ahí, llegaba a sellos que no conocía, a otros grupos que grababan para ese sello, de ahí a proyectos paralelos de esos grupos… El problema es: ¿por qué ahora se han convertido en eso? Si es que además eso no tiene ningún interés. Si se hubieran transformado en algo novedoso o algo súper interesante, pero no entiendo en qué se han convertido.
– Dejasteis de publicar precisamente en el año 2000. Una década de la que Simon Reynolds habla en “Retromania” (citando a Eric Harvey, de Pitchfork) como una época “que la historia recordará por su tecnología musical antes que por la música misma”.
A ver, es que a mí esto no me interesa porque no me gusta escuchar la música con auriculares. Los teléfonos son para hablar por teléfono, si sirvieran para otra cosa no se llamarían teléfono. Otra cosa: odio el vinilo…
– ¿Sí?
Sí. No tengo ningún vinilo. Tengo un plato en casa, pero está en vertical, como elemento decorativo y está dentro de un armario. Así que no, no me interesa el vinilo, no me interesa Spotify, no me interesan los teléfonos con música. Me gusta la radio, me gusta el mp3, me hago mis propios CD’s para el coche, me gusta escuchar la música por altavoces, me gustó mucho el concepto de Despacio del Sónar… Y este es mi concepto de la modernidad, que lo importante es lo importante. Y lo importante es la música, no lo que te venden. Y el vinilo ahora te lo están vendiendo.
[Minutos después de haber apagado la grabadora, la conversación vuelve hacia la entrevista]
De todas formas, hay una pregunta que no me has hecho…
– ¿Sí? ¿Cuál?
No me has preguntado si la gente lee…
– Creo que me da mal rollo preguntarlo…
Pues no. La gente no lee. Pero ni ahora ni en 1995.
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