Foto de “Mind The Film” para MiRA Festival
VIERNES 14
Sunny Graves
Cada vez que Simon Williams pisa un escenario parece abrir las puertas a una dimensión paralela descubierta por él mismo. Su paso por MiRA 2014 reafirmó el gran potencial del artista vinculado al sello Disboot, y lo hizo pivotando parcialmente alrededor de la que por el momento ha sido su primera referencia, el rotundo “Bayou EP”. Sin necesitar más adornos que un volátil y desdibujado acompañamiento visual, se valió de la penumbra y su visceral intensidad como mayores bazas para expandir a pie de pista su particular catarsis sonora. Puntos álgidos de tensión intercalados con profundas frecuencias espectrales como transición entre temas, bajos muy rotundos, hipnóticos ritmos que trasladaron al público a un clímax sostenido del que costaba despegarse (“Drawing Hands In Soft Light”, “Bayou”)… Desarrolló ambientes o escenarios con gran habilidad, consiguiendo que los interludios del viaje fueran prácticamente imperceptibles. Y eso que el cosmos Sunny Graves justo acaba de empezar a expandirse… Seguir sus próximos pasos se antoja fascinante.
Raúl Almeda
Óscar Mulero & Fium present Biolive
Le resulta tan fácil llenar el Área 51 –sala ubicada en el pueblo vallisoletano de Zaratán y frecuentada por buena cantidad de clubbers afines a la old school del techno patrio (de Pepo, Varela y Aquasella 2001)-, como lucirse en un directo experimental en una cita como MiRA. El madrileño (ahora afincado en Asturias) firma, junto al colectivo artístico Fium (encargados de la parte visual), una pieza en la que imagen y sonido no podrían concebirse por separado sin perder propiedades (bastó con un fallo técnico de escasos segundos en los que la pantalla permaneció en negro para verlo claro). Conservando su característica esencia oscura (aunque esta vez haya clara primacía de la luminosidad), Mulero se sumerge con Biolive en las entrañas del techno. Y las escudriña y las disecciona en una especie de mimada deconstrucción de línea IDM que alterna con arranques ruidistas y cierta carga emotiva, y cuyo componente sentimental se ve reforzado por algunas de las imágenes de elementos orgánicos o los planos aéreos de Asturias.
Alicia Álvarez
Byetone
A Olaf Bender, co fundador del conceptual sello Raster Noton y miembro del activo proyecto Diamond Version junto a Alva Noto, se le conoce especialmente por su minucioso afán explorador en las más vanguardistas posibilidades del sonido. Traducido en publicaciones recientes, el punto de vista minimalista que aplica en todo lo que hace también está presente, pues su último trabajo en solitario (“Symeta”, del cual interpretó muchas de sus piezas) data de tres años atrás. Su actuación en MiRA fue técnica y visualmente impecable, incluso podría decirse que efectista. Los desarrollos regidos por el “menos es más”, el inteligente uso de la distorsión, la aritmética secuencial y una inquebrantable lógica Electro y Techno hicieron sospechar (una vez más) que Bender puede ser en realidad un algoritmo orquestra que construye progresivas y enérgicas piezas a partir de diminutos elementos compositivos. La geometría visual y el kaftwerkiano guiño numérico tampoco escaparon del absoluto control que despunta del método Byetone. No fue precisamente a pocos a los que hizo bailar, por lo que todo en orden y correcto con su directo. R. A.
Evian Christ
Suavecito. Así comenzaba Joshua Leary su directo. Con una modesta mesa, sin gran despliegue de medios en la parte musical (no le hacía falta) aunque sí en lo visual. El niño de Tri Angle se las gastó bárbaras. Algunas palabras mayores de su repertorio como “Salt Carrusel”, “MYD”, “Fuck It None Of Ya’ll Don’t Rap” o su remix para el tema “Venter” de Ben Frost, se mezclaban con espléndida suciedad trap, hip hop y explosiones de bass apocalíptico al que no nos tenía acostumbrados. El acompañamiento visual -basado en resplandores demoníacos, brillos en blanco y negro, y un juego de flashes y luces de colores al que le iban al pelo las continuas dosis de humo artificial que escondían la silueta de Leary durante buena parte del directo- amplificaban la fuerza de su sesión hasta el infinito. Cuando el joven ya comenzaba a secarse el sudor de la frente, llegaba -a modo de cierre- “Waterfall”, que en directo hace que ese metralleteo con el que finaliza el tema (y con el que cerró su directo) cobre un sentido épico. Fueron 60 minutos exactos en los que Evian Christ no dejó de dar en el clavo ni por asomo. Si este es su nivel a los 24 años, ya nos diréis. A. Á.
Paula Temple
Arrancó brava y no bajó el ritmo ni una milésima de segundo durante los 120 minutos exactos que duró su sesión. Podíamos intuir que Paula Temple (una de las perlas actuales de R&S) no iba a ser apta para todos los públicos, pero ahora sí que podemos afirmarlo de manera tajante. O estabas en la pista con todas las consecuencias o abandonabas el barco antes de tiempo. Y eso, precisamente, se traduce en goce supremo para los amantes más drásticos del techno. El que trajo la alemana a MiRA era un techno tozudo; con dosis de breaks; de cierto color maníaco por momentos; que incluso podía hacer pensar (guardando las distancias) en los directos de Vatican Shadow. Pero la firma de Paula es muy propia (como su tema “Deathvox”, que sonaba allá por el comienzo de la recta final de la sesión). Las visuales, a cargo de Jem The Misfit, adornaban la sesión de la alemana a base de texturas gaseosas que jugaban sobre todo con blanco, gris y negro y que se alternaban con formas geométricas de gran tamaño. Si Temple vino a Barcelona con el propósito de coronarse como estrella-reina-diosa del techno de nuevo cuño, lo consiguió. A. Á.
Rush Hour Showcase: Antal, Hunee, Young Marco
El contexto club que se dio lugar en Razzmatazz como propuesta prolongadora y física de las actuaciones audiovisuales fue fuertemente salpicado por todo aquello que engloba la idea de nocturnidad. En la sala Lolita estaban citados tres de los máximos exponentes o representantes venidos de la carismática tienda de discos /sello/distribuidora holandesa Rush Hour. Juntar a tres chiflados del coleccionismo asegura un nivel de criterio musical que invita a dejar fuera de la ecuación el término obviedad. Como resultado se pudieron extraer como mínimo tres apuntes: pocas veces se puede ver en esa sala un ambiente tan cercano al “hasta la bandera” (ni tampoco percibir tanto calor humano). Nombrar a Hunee como capitán de una caldera así tan solo puede derivar en una intensidad cercana al éxtasis (impresionante el set del joven afincado en Berlín, técnica, ecualización y velocidad depuradísimas). House subidito y seductor, disco cargado de encanto, incursiones ácidas, Dance Mania’s como el “Work that Body” de DJ Funk, tributos a LFO… Nada se dejó por poner, pura energía. Y por último destacar el broche final dedicado a Detroit que brindó un entregadísimo Young Marco encadenando himnos como el “Hi Tech Jazz” de Galaxy 2 Galaxy con el “Strings of Life” de Derrick May. Mucha emoción hizo aflorar sonrisas a un público al que le costaba abandonar la sala pese a estar ya todas la luces encendidas. R. A.
SÁBADO 15
Max Cooper
El nivel de los acompañamientos visuales que completaban los directos ha vuelto a alcanzar un alto grado cualitativo en esta edición del MiRA, volviendo a dejar patente la firme vinculación de la personalidad del festival con la cultura audiovisual. Posiblemente uno de los grandes momentos que destacaron especialmente en ese aspecto fue el live show “Emergence” de Max Cooper. Debe ser complicado encontrar espectáculos tan meticulosamente trabajados como este, en el que han colaborado en su producción artistas visuales y musicales como Nick Coby, Andy Lomas o Tom Hodge y en el que cada capítulo se ha trabajado un concepto diferente como las bases naturales de nuestra especie, los mecanismos del mundo capitalista, y la polaridad de las emociones. La sincronización de los alambricados ritmos idm (“Numb”), preciosistas melodías sintéticas o clásicas (“Fragments of Self”) y un sinfín de fugaces detalles sonoros era rigurosamente simultánea con lo que transcurría en la pantalla. Y sobre esta se pudo disfrutar un completísimo recorrido que empezó con referencias espaciales, combinó aritmética con elementos orgánicos, metaforizó la anatomía como lo hizo en su día Fritz Kahn sin descuidar planos urbanos o proyecciones futuristas. Una auténtica inmersión narrativa y estética, fuegos artificiales para los sentidos. R. A.
Gold Panda
En mitad de la actuación de Gold Panda, la organización del festival lanzaba un mensaje vía Facebook: “While Gold Panda is playing and the main room looks like never before we just can say ‘Thank you all for this sold out Saturday night’”. Así que la música de Darwin Schlecker cobraba un acento festivo que aumentaba el que ya llevaba de serie. Quizá su último trabajo (“Half Of Where You Live”) podía hacer pensar que su actuación iría más por el viaje mental y de sonidos que por el baile. Pero no. Su sesión fue colorida y no solo en la parte visual; los elementos orientales se mezclaban con estructuras encaradas al club. Y así, el productor londinense no sólo enseñaba su último trabajo (a través de piezas como “Reprise” o “Brazil”) sino que daba motivos de bullicio en la sala tirando de hitazos de aquel “Lucky Shinner” de 2010 como “Vanilla Minus” o “You”.
Clark
En plena gira europea con motivo de la publicación de su séptimo y homónimo álbum, Chris Clark aterrizaba en MiRA 2014 con muchas miradas dirigidas hacia su participación en el festival. El veterano artista del roster de Warp Records además contaba con un óptimo horario y un lleno absoluto en Fabra i Coats. Especialmente sensible con la disposición de su puesta en escena (estructuralmente a modo de cubículo y dotada de punteros láser verdes y tonalidades luminosas que variaban entre el rojo y el verde) empezó a enlazar con soltura contundentes proyectiles electro como “Banjo”, veloces interpretaciones de “The Girl In the Pearl”, “Unfurla” y “Beacon” o incluso temas muy distintivos de su colección como “Growls Garden”. Pero a partir de “Sodium Trimmers” la contundencia pasó a otro nivel, convirtiendo la sala en algo parecido al Thunderdome con zapatilla pura y dura. Con el paso de los minutos lo contundente ya era hipervelocidad para los pies y las neuronas, pues la actuación derivó en un marco de salvaje improvisación en vivo con el que el británico parecía invocar la parte más instintiva o visceral del público. La subversión de la segunda parte de su actuación protagonizó la que seguramente fue la más atrevida del festival, y tratándose de músicas de vanguardia las raves marcianas son siempre bienvenidas. R. A.
Factory Floor
En la música de Factory Floor hay descaradas (y también ocultas) reminiscencias a Throbbing Gristle (no hay que olvidar que uno de los miembros de la formación -Nick Cold Void- firmó un álbum con Chris & Cosey -“Transverse”- en 2012). Voces malrolleras propias de los sonidos industriales del post-punk, noise, acid, 4×4… Su sesión en MIRA fue una mezcla entre oscuridad y luces de neón, experimentalismos en tonos grises y bailes despreocupados bajo bolas de espejos. Se podría decir que en su actuación en Razzmatazz extrapolaron su videoclip para “Two Different Ways” (de hecho, las visuales utilizadas en ocasiones eran las mismas o similares a las que aparecen en el vídeo). Los londinenses empujaban a ese tipo de baile que no necesita de interacción con el otro, que aboga más bien por un viaje individual, intrínseco, a través de tejidos desiguales y estructuras de repeticiones que se precipitan al vacío sin avisar. A. Á.
Correspondant Showcase: Andre Bratten Live! + Jennifer Cardini
Con un Razzmatazz intratable en cuanto a la cantidad de público congregado, el noruego Andre Bratten (quien debutó hace un año en el sello Full Pupp, propiedad del también noruego Prins Thomas) ocupaba el escenario de la sala Lolita para firmar el live que Correspondant traía preparado dentro de su showcase. Bratten se marcó un directo de electrónica emotiva, melódica, que daría paso a la fundadora del sello, Jennifer Cardini, quien tomaba los mandos a eso de las 3.30 h. con cara de pocos amigos. Un problema con los monitores hacía que su gesto durante los primeros minutos estuviera alejado de cualquier actitud festivalera. Y así, la parisina fue reflejando su estado de ánimo a lo largo de su sesión de dos horas: de un arranque bastante insulso y con poco movimiento pasó a adentrarse en un tech-house y un electro especialmente bailables que hacían que la sala desprendiera un calor notable, sobre todo a altas horas. Cardini, que se quitó los zapatos prácticamente nada más subir al escenario, se despreocupó una vez vio solucionado el problema de sonido y acabó bailando, aplaudiendo a la pista y mezclando temas como “Taste” de Daniel Avery con “Wilkie” de Roman Flügel. A. Á.
Drok: Pedro Vian, Tversky, Látzaro
El showcase del recién estrenado sello barcelonés contó con tres activos que forman o van a formar parte de iniciativa a los mandos de la sala Rex de Razzmatazz. Partiendo de la que, por el momento, ha sido su primera referencia (firmada por Látzaro), uno podía hacerse una idea aproximada de los derroteros sonoros que iba a tomar toda la noche, pero no fue así hasta el final de ésta. Trascendiendo las cualidades en la producción y poder poner en un contexto de baile otro tipo de sonoridades. Pedro Vian optó por la elegancia y la variedad sin ceñirse estrictamente a las coordenadas de su sello Modern Obscure Music, mientras que el dúo Tversky (les reconocerán los fans de Boreals) repartieron enérgicas dosis de groove (Caribou, Bashmore, Ricardo Tobar) con un híbrido dj set sumado a un Microkorg. La sala estaba ya muy a tono cuando Látzaro (co-artífice de Drok y residente de Razzmatazz Clubs) remató la noche plasmando la esencia techno del sello con un vigoroso set que no bajó el nivel en ningún momento. Una noche variada y que invita a seguir de cerca lo que está por venir. R. A.