
“The Beauty Of It All”, es el esperado tercer álbum de estudio del productor, cantautor y multiinstrumentista alemán Monolink, que lanza Embassy One.
A través de diez sublimes temas originales, el artista berlinés ofrece un viaje profundamente personal, marcado por la introspección, la textura y la contención. Inmerso en el interior, desplegándose lentamente con honestidad emocional y delicadeza melódica, este LP marca un regreso a la esencia de lo que hace resonar la obra de Monolink: claridad emocional, calidez melódica y una simbiosis perfecta entre lo orgánico y lo electrónico.
Algunos discos no buscan llamar la atención, sino que te atrapan discretamente, capa por capa. The Beauty Of It All es precisamente ese tipo de lanzamiento: sutil en su entrega, rico en sentimiento y con una introspección segura. Escrito principalmente en un retiro del mundo, The Beauty Of It All no busca el espectáculo. En cambio, explora el tira y afloja de la alegría y el dolor, la memoria y el movimiento, la quietud y el cambio. A lo largo de su metraje, Monolink crea algo que se siente profundamente vivido; menos un álbum conceptual y más una serie de monólogos internos, enmarcados a través del sonido.

Comienza con una devastación silenciosa. “Call of the Void”, una apertura espaciosa y dolorosa, pinta el naufragio emocional de un amor perdido, buscando la contención en lugar de la liberación. Las voces ricas y los sintetizadores expansivos crean el espacio para que el dolor respire y se transforme. A partir de ahí, el disco pivota hacia una tensión diferente con “Perfect World”, donde los ritmos rotos y la percusión con fallos reflejan el desapego de la vida moderna. Coescrita con Severin Kantereit, la canción se siente observacional y distante, como un lento alejamiento de una ciudad que despierta.
A medida que el álbum se profundiza, fragmentos familiares del sonido de Monolink comienzan a emerger de formas inesperadas. “Powerful Play” reconecta con sus raíces, fusionando la guitarra acústica con la electrónica rítmica, un guiño a la energía híbrida que definió sus inicios, cuando aún tocaba en las calles de Berlín de día y descubría sus clubes de noche.
Hay momentos de entrega casi total a la exploración sonora. “Avalanche”, compuesta en parte en los Alpes suizos y en parte en una jam session con su colaborador Toby Siebert, es una construcción paciente de sintetizadores vintage y una tranquila turbulencia emocional. La misma química se captura en “In My Place”, una grabación de una sola toma que lleva sus imperfecciones como textura, llena de esa energía espontánea que no se puede fabricar. El contraste continúa en “Mesmerized”, un tema destacado donde los pulsos de batería analógicos forman la base de algo mucho más introspectivo: texturas arremolinadas, melodías en espiral y una de las líneas principales más potentes de su carrera.

Si The Beauty Of It All trata sobre abrazar todo el espectro de sentimientos, “Promised Land” se adentra de lleno en lo desconocido. Influenciado por la experimentación libre de Pink Floyd, el tema se desarrolla lentamente, con capas de percusión tocada a mano y acordes espaciosos que le dan la sensación de un sueño lúcido o una larga noche de viaje. Más tarde, “Beacon” trae todo de vuelta a la realidad. Escrita al piano y arraigada en la sensibilidad folk, es uno de los momentos más esperanzadores del disco: reflexiva, luminosa y silenciosamente inspiradora.
Hay una sensación de redescubrimiento en la siguiente entrega del LP, “Phoenix”, que se originó hace años en un sintetizador traído a Portugal y posteriormente reelaborado en su versión analógica final. Es un tema sobre las chispas creativas que se niegan a morir, incluso con el paso del tiempo y la distancia. El disco cierra con “Once I Understood”, una canción que comienza como una balada de los Beatles y se transforma en algo único de Monolink: en parte canción de cuna, en parte reflexión existencial, en parte liberación.
The Beauty Of It All es un disco que no solo documenta la situación actual de Monolink, sino que también describe sus orígenes. Durante la última década, Steffen Linck ha forjado una trayectoria singular como productor, compositor, multiinstrumentista y artista en vivo. Su capacidad para fusionar la narrativa tradicional con el diseño de sonido moderno le ha otorgado una posición privilegiada en la intersección entre la cultura de club y los escenarios de conciertos, con un público global que abarca ambas.