El segundo álbum de Nazar, Demilitarize, llega tras su notable debut de 2020, Guerrilla, lanzado justo cuando la COVID-19 comenzaba a confinarnos en el mundo.
Ese primer álbum reprocesó la música kuduro de Angola con texturas ásperas, grabaciones de campo y clips de medios, narrando la historia personal de Nazar sobre la guerra civil que exilió a su familia en Europa, mientras su padre, un general rebelde, libraba una batalla perdida en la selva de su país. Después de Guerrilla, y en los albores de un nuevo e importante romance, Nazar se contagió de la COVID-19 y, con un sistema inmunitario debilitado, la tuberculosis latente que había incubado mientras vivía en Angola se apoderó de su cuerpo y lo dejó gravemente enfermo durante un año. Afrontar la mortalidad y el florecimiento de un nuevo amor son las dos cosas que motivaron este álbum, transformando el “kuduro áspero” de Guerrilla.
Al igual que su debut, este es un mundo sonoro profundo, pero en contraste con su crudeza y realismo, Demilitarize es genuinamente onírico. El arco del álbum describe cómo se desprende de la armadura del trauma y se rinde a esta nueva situación. Un aspecto constante e inesperado de Demilitarize es la voz suave y profunda de Nazar. Insistente y con un toque de mantra, es como una mezcla entre Elisabeth Frazer, Arthur Russell y Frank Ocean, y la música, en respuesta, es frágil y opaca.
Nazar dice: «Dado que el álbum es introspectivo, no busqué capturar sonidos de lugares reales para enriquecer su universo como en Guerilla. Quería hacerlo casi metafísico, como si creara ciencia ficción, con el clásico anime ciberpunk ‘Ghost In The Shell’ como inspiración principal». Los ritmos del kuduro siguen presentes, pero se mueven alrededor de su voz como un pez alrededor de un nadador. El preciso diseño de sonido de Demilitarize ilumina desde diferentes ángulos. Los acordes se enroscan, ondulan y se disparan a través de los ritmos, dando a las pistas una atmósfera muy libre. Las canciones se descomponen y las voces flotan descentradas.
