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Netflix quiere que borres tus perfiles sociales: vuelve la tecnoparanoia de “Black Mirror”

Ahora mismo no existe en televisión un producto de ficción tan arriesgado y provocador como Black Mirror. Es por eso que su nueva temporada -que pasa de Channel 4 a Netflix– es, sin exagerar, uno de los grandes eventos catódicos del año. Había ansia por ver más de estas historias de ciencia ficción distópica salidas de la retorcida mente de Charlie Brooker, más cuando el último capítulo que habíamos visto tiene dos años y la última temporada que se estrenó, la segunda, data de un ya lejano 2013.

Su traslado a Netflix a simple vista podría dar un poco de miedo entre sus adeptos, pues ya sabemos que no siempre un mayor presupuesto se traduce en una mayor calidad. Pero la plataforma de Ted Sarandos siempre ha cuidado mucho sus productos y, en las muchas recuperaciones de series canceladas y olvidadas -de Trailer Park Boys a The Killing– siempre se ha mantenido, como mínimo, el nivel. En su habitual estrategia, desde las 9 de la mañana ya se pueden encontrar un total de seis capítulos nuevos disponibles, doblando así la oferta de sus dos primeras temporadas. Antes de volver a encerrarnos en este perverso universo de tecnoparanoia, os contamos nuestras impresiones de Nosedive.

Sólo echando un vistazo rápido al equipo involucrado en este primer capítulo queda claro que Netflix ha sabido muy bien cómo gastarse el dinero para ofrecer un producto de calidad. Dirige Joe Wright, con experiencia en Hollywood y más conocido por las geniales Orgullo y Prejuicio y Expiación. Del guión se encarga una dupla sorprendente, la formada por Michael Schur, una de las mentes detrás de la The Office americana y cocreador de la siempre infravalorada Parks And Recreation, y Rashida Jones, genial actriz de vis cómica que, por cierto, es hija del legendario productor Quincy Jones. El reparto está encabezado por otra hijísima, Bryce Dallas Howard, y la música corre a cargo de Max Richter (en próximos capítulos se incluyen scores de Clint Mansell, Geoff Barrow y Ben Salisbury).

Black Mirror ya había puesto su foco en las redes sociales que, obviamente, nunca salen muy bien paradas. Nosedive es otro intento por desacreditarlas, pero esta vez desde un enfoque satírico, algo que no debería extrañar viniendo de donde vienen los dos guionistas. Sí se repite una constante de la serie que es situar la acción en un futuro que está a la vuelta de la esquina. Evitando spoilers, el episodio cuenta la historia de Lacie Pound (Bryce Dallas Howard) una joven obsesionada por las puntuaciones que recibe en las redes sociales. Al empezar el capítulo tiene una calificación de 4.2 sobre 5, lo que está muy bien, pero tampoco es para tirar cohetes. Sobre todo en un mundo en el que según la que tengas se te puede denegar el acceso a tu lugar de trabajo, puede impedirte coger un vuelo o beneficiarte de descuentos para la compra de un apartamento. Toda interacción social, por mínima que sea (dar los buenos días, despedirte del taxista…) se puntúa, lo que da como resultado mucha falsedad y cinismo en las relaciones y los encuentros. Ella aspira a la perfección en este totalitario mundo regido por el dictamen de las redes sociales (en su pantalla de móvil aparece un trasunto de Instagram) y se decide asistir a una boda de una vieja amiga con la élite de la sociedad, gente con 4.8 para arriba, para incrementar su popularidad. Como ya sabemos con toda historia contada por Charlie Brooker, no va a acabar nada bien.

El enfoque cómico se agradece porque Black Mirror, si de algo corre el riesgo, es de volverse repetitiva en su amargura. Pero aunque su efecto es rápido y a los 10 minutos ya vas a odiar aún más las redes sociales, su mensaje no es tan potente como para que la gente se quite sus cuentas en masa. Probablemente tampoco lo pretenda pero es inevitable tildarlo de episodio menor. Aunque se nota que el presupuesto se ha incrementado ostensiblemente en un episodio que no podría haberse permitido Channel 4, al final casi todo se reduce al talento interpretativo de Bryce Dallas Howard, que se pone en la piel de personaje con el que es realmente fácil identificarse. ¿Cuántas veces nos hemos encontrado mirando los “me gusta” que tenemos, comparándolos con los de nuestros amigos o esperando un like que no llega de una determinada persona?

Una primera entrega satisfactoria que confirma que el aspecto cinematográfico le sienta muy bien a la serie siempre que esté lubricada por vibrantes y ambiciosos planteamientos. Nos quedan cinco capítulos que proponen más oscuridad y, sobre todo, originalidad. Be right back!