¡Qué sorpresa más grande! Un disco tremendo que se esconde tras una portada extremadamente horrorosa: me persiguen las señales de mal fario, me repito de nuevo a mi misma, me convierto en una vieja prematura que siempre habla de lo mismo… es posible que sí, que el cerebro se me esté haciendo de plastilina, lo asumo.
En breve no seré capaz de juntar dos líneas, aunque sean de droga. Mientras voy con este discarrazo que firma NEVER, en mayúsculas, en cuyo pasaporte italiano figura el nombre Stefano Santi. Nueve pepinazos de pop gótico y oscuro que me recuerda a cosas como She Past Away en lo moderno o Bauhaus en lo antiguo.
Guitarras desgarradoras sobre cajas de ritmos mecánicas acompañadas de vocales susurrantes y oscurecidos por múltiples capas de efectos. Canciones con estribillo, coro y puente: cantables en la ducha y bailables (incluso se prestan al pogo).
Por momentos se proporcionan baladas tristes con sabor a The Mission o retazos grises con sabor a los The Cure de la época “Faith” o temas que podrían tranquilamente ir firmados por Clan of Xymox.
Si eres gótica te gustará, si eres viejuna te gustará, si eres nueva en esto de
ponerse ropa negra y lencería por fuera te sentará de maravilla para comenzar tu colección de discos. Yo me lo voy a poner hasta que los surcos exploten: me parece sin ambages uno de los mejores álbumes que he escuchado en lo que va de año.
Me muero por verle la cara al artista en una foto menos enigmática que las que me proporciona el sello, a lo mejor es el hombre de mi vida y me lo estoy perdiendo.