A Post Club no se le puede hacer una crónica al uso porque lo suyo se aleja de los cánones establecidos. No estamos justificando que apenas tengamos recuerdos fidedignos propios de la noche (o sí), pero lo cierto es que si en tus planes de fin de semana hay una parada en un Post Club, deberías concienciarte previamente, tomar mucha fruta los días previos, ejercitar los músculos de la mandíbula y echarle unos rezos a la Virgen de la Paloma.
Cuenta la leyenda que es algo habitual que las noches de la Logia se vayan de las manos (más si cabe cuando es tu primera vez) y que han sido muy pocos los asistentes/invitados/elegidos que han podido esquivar la fase de enajenación implícita en sus reuniones en San Dimas núm. 5. Musicalmente, buscan (como su propio nombre indica) un sonido que se ponga por delante de cualquier expectativa, de cualquier esquema establecido antes de entrar por la puerta de Siroco. Quizá también por eso, el pasado sábado y antes de su salida a escena, muchos nos preguntábamos por qué tipo de rumba se iría ΚΕΜΑΛ. Al de Berceuse Heroique le precedía la sesión de Followback, el último y jovencísimo fichaje del colectivo y de quien, el resto de integrantes hablan maravillas (solamente necesitáis escuchar “From” para hacer lo mismo que ellos).
A eso de la 1.00, con la pista aún tomando forma y nuestra cabeza todavía (más o menos) en sus cabales, veíamos a un Followback enfundado en un kimono repartiendo mandanga grime a modo de bienvenida. Y a partir de aquí la noche comienza a complicarse entre visitas a la barra, salidas a fumar y decisiones desacertadas o tomadas precipitadamente.
La siguiente imagen era la de ΚΕΜΑΛ poniendo a prueba los altavoces de Siroco a base de graves oscuros y dejándose llevar por el camino industrial. Una sesión de bombo-bombo y matraca-matraca bastante más potente de lo que muchos esperaban; un desfogue de maneras techno algo sucias de esas que a algunos nos hacen salivar. Y claro, complicación en aumento. Tanto, que reconozco abiertamente que no recuerdo el momento en que Xpb1 y MK Milk tomaron las riendas de la cabina. Lo único que logré retener fue la sensación de bailarlo con mucha regustera mientras se escuchaba algún que otro silbido al compás de la música (y que nunca perdamos el encanto de silbar en las salas pequeñas). Según afirman algunas fuentes de la Logia, a eso de las 5.00 a.m la dupla hacía sonar el remix de Special Request para “Hackney Parrot”, de Tessela. Y con eso ya se dice bastante. Pero el colofón de la sesión (se ve que) llegaba con el cierre, al que debí asistir en cuerpo, aunque haya tenido que tirar de una mano musical experta para hacerme con los datos concretos: “Hyph Mngo” de Joy Orbison.
En Post Club no sólo buscan ir más allá en la propuesta musical sino también en la manera de entender la pista de baile como legítimo hedonismo. Aunque hayamos estado tres días con la cabeza reducida a dos emoticonos y un balbuceo, podemos decir que sobrevivimos a un Post Club (perdimos el tren de vuelta a Barcelona, pero sobrevivimos).