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El productor Pugilist, originario de Melbourne, lleva un ritmo implacable de lanzamientos desde su debut. Desde su primer EP, “Raindance” (Artikal Music, 2017) hasta su último trabajo, en Banoffee Pies, el australiano ha firmado nada menos que 24 referencias en cinco años. Este agobiante estilo de vida, cuyo último fruto es el EP “Static”, acarrea ciertos contratiempos para un artista… El principal es la dificultad para mantener un buen nivel. Así, el lustro que Alex Dickson lleva haciendo música, ha visto momentos buenos y momentos no tan buenos de su seudónimo Pugilist. “Static”, como muestra de esta necesidad de equilibrio, tiene momentos de agitación y momentos de relajación, e igualmente momentos de mayor y menor tino.
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El estilo de Pugilist se puede definir simple y llanamente como Bass. Desde ese punto de referencia, Dickson genera una nube de alusiones, que tienden hacia el downtempo, el drum & bass, el jungle en ciertos lanzamientos… No es que su estilo sea inclasificable, de hecho, es fácil saber qué tipo de paleta esperar de él; pero cabe esperar también que de un trabajo a otro procure dar un saltito que haga perceptible esa variedad-continuidad genérica. En “Static” esta diferenciación es bien ostensible: dos primeros temas marcados con samples dub, con percusiones líquidas o programaciones complejas y después una bajada extraña de revoluciones hacia el downtempo o un bass que podría formar parte del catálogo de Ilian Tape.
Es en esta parte central, aunque pese asumirlo porque está la homónima, donde menos destaca el EP. “Sky Blue” resulta una canción frustrantemente genérica que parece cercenar la energía y los moods creados por la primera cara, pero es que su predecesora, “Static” tampoco resulta un tema demasiado original a pesar de sus poderosas y espaciales percusiones. En el último corte, sin embargo, Pugilist vuelve a tocar tierra. Mayor energía, menos samples de incorporación aparentemente arbitraria, una buena programación, unos graves hermosos que se mezclan con el electrizante vamp central… Una canción que no arregla un trabajo irregular pero que le añade aún más variedad al interesante catálogo del australiano. En ocasiones, tenemos que admitir, menos es más.