Punkis de Postal

Una reflexión sobre la glorificación de las raves exenta de nostalgia cascarrabias

No sé como abordar esto. Llevo tiempo rezongando acerca de esta nueva moda de las “raves” y los “Neo-ravers”. Pensamientos que guardaba para mí o mis amigos, precisamente por tratar de respetar que cada uno haga lo que quiera y como quiera, pero el asunto de la ya famosa rave de Llinars me lleva a la necesidad de vomitar estas líneas. Como decía Sartre: “y entonces me sobrevino La Náusea”.

Podría adoptar el papel del viejo cascarrabias nostálgico mitificando las raves de los 90 y diciendo que los chavales de hoy en día no tienen ni puta idea pero ese argumento es más viejo que cagar sentado, además de simple y facilón.

En el fondo no ha cambiado mucho, al fin y al cabo se trata de gente y la gente no ha cambiado demasiado en cientos de años. 

En prácticamente cualquier actividad en la que estén involucradas personas va a haber un grupo de gente apasionada que se lo toma en serio y con motivaciones puras, otro grupo de interesados, gente que pasaba por allí, simpatizantes ocasionales, eruditos, profesionales, no profesionales, gente que está por el postureo… y tontos. Siempre hay un tonto (al menos uno en el mejor de los casos).

El mundo de las raves no iba a ser distinto. Ni ahora, ni hace 25 años.

Yo puedo hablar de mi experiencia. Creo que no se puede dogmatizar con lo que fue el movimiento Rave en los 90 porque congregaba muchas realidades y formas de vivir diferentes que nadie puede abarcar en su totalidad, así que me ceñiré a lo que significó para mí.

Hace 23 años participé por primera vez en la organización de una rave. La razón principal? La música.

Vivía en una zona donde el Techno estaba prácticamente vetado en el circuito de salas, en favor de un sonido más comercial que llamaremos eurodance. Para que nos entendamos, para ver a Mulero tenías que esperar meses y hacerte un viaje en tren o autobús de mínimo 200km. Cuando vino Jeff Mills llegamos a dedo. 

Esto era para ver a alguien con el nombre suficiente como para que se hiciese un evento puramente Techno, así que nuestra alternativa eran las raves. Raves de 100, 200, 300 personas en sus mejores tiempos, que era prácticamente el máximo de gente que podía congregar esa música en aquellos tiempos en aquel lugar concreto.

Otra razón? Por la droga. 

Seamos claros. Tal vez sería más correcto decir “por la libertad”, que también, pero es un eufemismo demasiado manido y ya no tengo 20 años. Dejémoslo en “drogarse libremente”.

La sensación de libertad y de que hacíamos lo que queríamos, como queríamos y sin hacer daño a nadie.

Al final parece que estoy cayendo en la nostalgia y la idealización, pero no. 

Esto fue el principio, siendo muy jóvenes y a un nivel muy pequeño pero, ya entonces, no faltaban los tontos.

Con el tiempo me moví bastante y muchos de los amigos con los que empecé se acabaron “profesionalizando” en esto de las raves. Conocí a gente de los grandes soundsystems europeos y tuve una visión más amplia de como funcionaba aquello y el negocio. Sí, amigos, las raves también son un negocio pero esto es otro tema.

El caso es que en esas raves se juntaba todo tipo de gente.

Gente que lo vivía de verdad, gente que buscaba una música y un ambiente que no podía encontrar en el circuito normal de salas y eventos, gente que buscaba un hueco para poder pinchar delante de público, gente que iba a ponerse del revés y no llegaba a pisar la pista, gente que iba a vender, gente que iba a comprar, gente que llevaba la semana planeando el finde en la rave, gente que gravitaba hacia la rave porque todo lo demás había cerrado, gente que iba a echar la tarde y fumarse un par de porros, gente que iba solo para decir que había estado… Imagino que nada diferente a lo que pasa hoy en día o pasaba hace 200 años.

Ahora bien, hay algunas cosas que sí han cambiado. Especialmente si hablamos de las recientes Plague Raves.

1.- La música que suena en las raves hoy en día es la misma que suena en un enorme circuito de salas y festivales.

2.- Estamos en medio de una PUTA PANDEMIA.

Sí, una pandemia. Eso lo cambia todo.

Ya no vale lo de apartarse de todo para pegarse 4 días de fiesta, sin reglas, escuchando tu música sin hacer daño a nadie. 

A nada que tengas un mínimo contacto con la realidad y algo de sentido común, te das cuenta de que juntar un gran grupo de personas para pegarse una fiesta “como las de antes” sin que tenga consecuencias es una estupidez. 

Intentar justificarlo con “la rebelión al sistema”, el “nos quieren controlados” o el “hay más gente en el metro” es de una simpleza infantil. No porque no pueda estar de acuerdo con alguna de esas afirmaciones, sino porque una cosa no justifica la otra…pero ya hemos dicho que siempre hay un tonto. 

También hay gente que, una vez considerada esa cuestión y sus consecuencias, decide seguir adelante. Esa gente es simplemente mala e interesada y también la ha habido desde siempre.

Así que creo que eso es lo que ha cambiado. En las raves de los 90 había de todo, en las de ahora ganan los malos, los tontos y los interesados.

En cuanto a la música, no me extenderé. En la famosa rave de Llinars sonaba hasta tech-house.

Por otro lado, es gracioso que muchos de los dj´s que ahora idolatran y se identifican con “la rave” son artistas que pinchan en grandes festivales, militan en grandes agencias cobrando cachés considerables, con una imagen decadente perfectamente estudiada, poniendo música que no entienden de cuando no habían nacido y buscando likes en instagram. Ah! Instagram…

Pero esto es un tema para otro día. Para otra náusea.