Comienzo esta segunda semana del mes de junio preparando el disfraz de beduina para capear esa ola de calor extremo que se avecina de la mano de no sé qué tormenta anticiclónica que viene de no sé donde a joderme la vida. Como no tengo un céntimo, no puedo poner ese aire acondicionado del que carezco y lo que más horas del día me consume es buscar en Tinder partenaires que tengan piscina en sus instalaciones. Siempre fui fan de la frase ‘por el interés te quiero Andrés’.
Para estos días inciertos de calor odioso estoy también preparándome la carpeta de música correspondiente que servirá como banda sonora a este periplo y una vez más tengo el honor de ser una de las primeras en recibir de primera mano directamente desde el dueño del sello el que es el nuevo release del neoyorquino Sonic Groove.
El protagonista de este disco es uno de los primeros miembros de la longeva
etiqueta, el también habitante de la gran manzana Reade Truth, veterano de sellos como Planet E, quien entrega cuatro cortes de electrónica de baile personalísima, algo alejada del discurso industrial y cuerista de anteriores referencias.
Comienza la cosa con “Acid Dreak“, como el propio nombre indica con la Tb 303 ladrando sobre un beat primitivo de sabor noventero. El segundo de la cara A es “Night House“, también con la caja plateada como protagonista del riff principal, acompañada de ritmos crudos y básicos y un vocal alienígena que es de lo mejor del disco. Psicodelia vanguardista de primer orden.
Volteo el plástico y me encuentro con “Chemical Playskool“, ruda y simple, voces que dan miedito, sintes arrugados en secuencias contínuas y drums sucios. Perfecta para bailar con los ojos cerrados en una pista llena de maromos fornidos.
“Divided Pleasures” clausura el EP tirando de similar paleta sonora que los
anteriores, voces sampleadas, rítmica neanderthal y suciedad underground.
De lo mejor que ha editado el sello últimamente por original y revelador.