Tras más de una década afincada en Berlín, Reka ya se ha fusionado con el
ecosistema sonoro de la noche de la capital germana y es parte fundamental de un colectivo de amigos que apuestan por un lado de la electrónica de baile que está lejos de la repetición y lo científico y se aproxima más a una oscuridad de tipo digamos centroeuropeo con fuertes raíces en la EBM y el pop electrónico de los primeros 90’s del siglo pasado. Su longeva carrera como selectora y DJ ha absorbido la mayor parte de su dedicación musical y en los últimos años ha decidido ponerse en serio con la creación con EPs editados en el sello Bite y colaboraciones vocales
con proyectos como Imperial Black Unit.
En este nuevo trabajo combina las dos facetas, producción musical y trabajo vocal colaborando con el productor afincado en Barcelona /Beyond/ (propietario a su vez del sello) en largas sesiones de grabación de las que sale por fin este EP completo, disponible en edición limitadísima en vinilo planchado a mano y con diseño de portada exquisito, que incluso brilla en la oscuridad.
En lo musical, contiene exactamente todo lo que me pone a mil: oscuridad,
contundencia, melodía, vocales sugerentes, profundidad, seriedad y por qué no, espíritu pop, es decir, canciones.
El primer corte “We owe you all” va directo a la yugular, con un ritmo marcial como introducción que pronto se ve acompañado de cuerdas oscurantistas y bajos FM: me viene a la cabeza el sonido belga más exquisito de los 90. Los vocales hacen aparición en los primeros compases, susurrados a veces, hablados o gritados cuando procede. Se agradece mucho este toque de humanidad sobre lo mecánico de la instrumentación.
Cuando ya estoy bailando por mi habitación y recogiendo el desastre del fin de semana , suena en el plato el segundo corte: “Mil Espinas“, que supone un giro radical con respecto al anterior. Introducción reposada, vocales en castellano que suenan lejos, como la voz de la conciencia y sintetizadores flotando a tempo bajo como acompañamiento. Pronto los ritmos rotos y elaborados hacen su aparición dotando de cadencia a este discurso melancólico y decadente. Mi frenética actividad se ralentiza y me tiro en el sofá a escuchar lo que dice con calma, se acabó el frenetismo o eso creía yo, porque de repente el tema evoluciona hacia la distorsión y la intensidad de manera sorpresiva, cosa que agradezco enormemente, porque una siesta ahora me venía fatal.
Como es un vinilo lo que suena, me tengo que levantar a cambiar de cara y lo que me encuentro es “Acid Dusk“, que comienza con sintes líquidos salpicados de eco en los primeros compases manteniendo la tensión mientras los breaks cementados van surgiendo desde atrás, una espera que esto rompa épicamente en algún momento, pero la tensión se prolonga indefinidamente y de nuevo vuelve a ocurrir lo que no me espero y esto siempre es buena señal.
El último de los cortes, “Cynara” despide este vinilo desde la flotación y la melodía, al menos en el comienzo, visto lo visto en los temas anteriores la sorpresa puede ocurrir en cualquier momento y lo hace cuando llevo un minuto concentrada en las atmósferas y el ritmo hace aparición. De repente la cosa me suena a Depeche Mode y derivados, me falta la voz de un Dave Gahan vestido de cuero por encima.
Un disco que destila trabajo por todos sus poros, que se nota que no se ha hecho en dos días y que tiene algo muy importante en su interior, que es el concepto SORPRESA, algo que casi nunca ocurre cuando te pones a escuchar cosas en estos días tan mediocres e inciertos.