Cuando uno comienza a escuchar “Architecture of Friendship” resulta imposible que le vengan infinidad de nombres a la mente. Desde los experimentos con el autotune en el pop de finales de los 2000, hasta las propuestas orgánico-tecnológicas de Holly Herndon y María Arnal. El nuevo trabajo conjunto del artista Santiago Latorre (por paradójico que esto suene), incorpora muchas de las apuestas vanguardistas que algunos músicos han estado incorporando al mundo de la electrónica y el pop sintético durante los últimos años y lo hace además atravesándolo de conceptos urgentes y que es importante sopesar; como los de interdependencia, o la actividad creativa ecosistémica. El tercer álbum de Santiago Latorre & co (Colin Self, Nieves Arilla y Atabey Mamasita) surge de la residencia que el artista oscense preparó en Etopia, un centro de arte de Zaragoza.
Basado en la experimentación con la voz a través del uso de sensores y su alteración, su concepción después de que el artista sufriera un accidente en las manos y no pudiera seguir ejerciendo con el saxofón. El disco se siente como una resensibilización a raíz de una pérdida: como quién pierde la vista y comienza a escuchar mejor, “Architecture of Friendship” muestra la capacidad del cuerpo como foco de asociaciones, de encuentros materiales e inmateriales con el sonido y con otros cuerpos. Cuando nos detenemos algo en nosotros se resintoniza; y esa suerte de ubicación en el espacio sonoro, con la que Latorre ha pasado meses experimentando, se palpa en el trabajo. Conscientes del cuerpo, somos conscientes también de su necesidad y de su vulnerabilidad: la transmisión y el cuidado son necesarios.
Así, “Architecture of Friendship” rediseña esa noción de relación personal y de dependencia. Lo que es una necesidad y por tanto parece una debilidad, se vuelve la condición de posibilidad de la obra musical. Conversaciones, declaraciones políticas, sonidos de campo (de campo puro, ovejeros), se mezclan en pistas que se desarrollan conforme a sus propias necesidades, desde los tres minutos, hasta los diecisiete, de un pop sencillo, socarrón y sensual, al ambient más evocador y etéreo o al folklore vocal más crudo. De este modo casi tambaleante, como la IA de Holly Herndon, con la timidez propia de quién se sabe indefenso, el nuevo trabajo de Santiafo Latorre lucha por tomar una forma a través de la aportación y la reconciliación de distintos artistas. El resultado, aunque en ocasiones pueda ser desconcertante, es también emotivamente evocador. “Architecture of Friendship” nos recuerda entonces algo que muchas formas de música quieren que obviemos y lo hace sin hacernos sentir ridículos e igualmente sin hacernos sentir afligidos: que en solitario hay poco que hacer. Que la estructura individuante de lo personal es fruto del capitalismo y es peligrosamente separatista… Y que existe, como intuimos a veces en estos trabajos, un posthumanismo que no tiene nada de anti.