Adoro las portadas de las ediciones discográficas japonesas, me pueden, desatan mi ansia. Pocas veces me equivoco cuando hago la selección del material que proviene de la isla del sol naciente, allí se cuida la música como la gastronomía, con cariño y detalle. Lo que tengo en mis manos es una reedición del álbum debut de Shoko Igarashi, “Simple Sentences“, que se relanzó en Tigersushi Records en mayo.
Es un disco que, al igual que una pieza de equipaje facturada de ciudad en ciudad, ha logrado absorber influencias vitales de cada lugar en el que ha aterrizado. Shoko creció en el Japón rural, estudió en los EE. UU. y actualmente vive en la ciudad europea por excelencia, Bruselas.
Brillando en su diversidad, “Simple Sentences” lleva elementos de cada una de esas paradas en su vida. Su Japón natal y su amor por el anime que veía de niña, la rigurosidad de su educación en Berklee (Shoko es saxofonista de jazz), el techno europeo y Warp, e incluso el euro disco ya que Shoko nombra a Dan Lacksman (Telex) como uno de sus héroes.
Las influencias del Lejano Oriente son más que evidentes y curiosamente, incluso inconscientes, lo que hace que se integren de una manera seductora, infantil e ingenua que añade aún más originalidad al sonido.
Tomemos, por ejemplo, la pista principal “Apple Banana“: los ecos de Chiemi Manabe, Hosono y la Yellow Magic Orchestra e incluso los matices de Akiko Yano se palpan perfectamente ahí.
“Sand Dungeon” es una pequeña joya que recuerda de nuevo a Yellow Magic Orchestra en la cúspide de sus poderes y la acertadamente titulada “Anime Song” podría ser una pista inédita del buscadísimo LP de Testpattern.
“Lovely Song” en su ambiente pastoral electrónico bien podría haber sido producida por Seigen Ono, pero es completamente el mundo creativo expansivo de Shoko.
“CASH OK” se remonta a la escena Jazz Street de los 90 de Nueva York, rindiendo homenaje a sus conciertos en vivo en Brooklyn, y el cierre del álbum, “Tsuki No Yama” vuelve a sus raíces con un sonido folk meditativo bastante diferente de los bordes redondeados de pop que el resto de su álbum lleva.
“Simple Sentences” es como su título lo indica: sencillo en su brillantez y simplicidad, pero cuidadosamente medido con una madurez que casi nos hace preguntarnos: ¿cómo logró Shoko absorber todas estas influencias y unirlas en un collage de sonido vibrante que en última instancia es fresco y eterno?