Slow Horses: Bienaventurados los espías torpes

Slow Horses seguramente no será una de esas series que arrasen en los diferentes premios, pero sí es uno de esos productos que se disfrutan de principio a fin.

Slow Horses seguramente no será una de esas series que arrasen en los diferentes premios audiovisuales, seguramente no pasará a la historia de los grandes proyectos de ficción. Pero sí es uno de esos productos que se disfrutan de principio a fin, que te resuelven una noche de pizza sin pretensiones y que te reconcilian con una manera de hacer las cosas en la que la corrección y la simplicidad son las grandes protagonistas.

Para medir la calidad de una serie no siempre debemos fijarnos en su profundidad, en su complejidad, en su capacidad de generar sensaciones que nos hagan estremecer o asombrar. En ocasiones productos más sencillos y dinámicos consiguen la misma satisfacción. Porque todo depende de lo que nos apetezca consumir en cada momento, ya sean trabajos audiovisuales que activan los resortes más complejos de nuestro cerebro, como aquellos que nos hacen pasar un buen rato sin tener que sobrecalentar los receptores neuronales. “Slow Horses” es una de esas series que te entretienen, que te enganchan gracias a su simplicidad y a su puesta en escena sin pretensiones.

Primera temporada

 ‘Slow Horses’ está basada en la saga de novelas de Mike Herron, donde se explora el mundo del espionaje británico desde una perspectiva muy diferente y alejada de lo que siempre nos ha propuesto el mítico estereotipo de James Bond. Ese glamour y esa atmósfera cool del universo del 007 no tienen cabida en esta serie, aquí todo es sucio, marginal y cutre. La premisa de ‘Slow Horses’  es muy sencilla, se trata de la historia de un equipo de agentes del MI5 británico que debido a su torpeza, a su ineptitud, o simplemente por haber metido la pata en el peor momento posible, terminan desterrados en una oficina cochambrosa llamada Slough House, destinados a una labor sin relevancia que les mantiene alejados del verdadero trabajo de un espía. La primera temporada sirve como presentación de los personajes principales, como el atractivo joven que lo tiene todo para convertirse en un espía de manual pero que se ve inmerso en un fiasco de proporciones bíblicas que le lleva al destierro. Pero de todo este batallón de perdedores destaca sobre manera Jackson Lamb, interpretado por un excelente  Gary Oldman, un personaje desagradable, sucio, socarrón y descreído que poco a poco te demuestra que su talento y sus cualidades para esta profesión superan a todos sus compañeros  de trabajo. En esta primera temporada la trama se centra en problemas locales y actuales, con muchos guiños a las contradicciones políticas británicas íntimamente relacionadas con el Brexit. El relato se basa en conspiraciones, secretos y pequeñas dosis de acción que ayudan al dinamismo de la serie. Un gran comienzo para  ‘Slow Horses’ que te anima a seguir consumiendo este producto.

Segunda temporada

Afortunadamente la segunda temporada de ‘Slow Horses’ sigue fiel a la esencia de la primera. Aunque se unen algún personaje nuevo su dinámica es la misma, el desencanto les mueve en sus vidas influyendo en su toma de decisiones y en el desarrollo de su trabajo. En esta ocasión la trama toma un tinte más internacional, incorporando la clásica lucha de espías contra el antiguo telón de acero, adaptado a las circunstancias actuales bajo la sombra de la Rusia de Putin. Pero aunque el universo de ‘Slow Horses’ se expande, se mantiene esa eficacia y esa sensación de estar viendo una partida de ajedrez apasionante. El movimiento de las piezas te sorprende y te mantiene enganchado al relato, ya que son movimientos en muchas ocasiones inesperados o inteligentemente manipulados para que el espectador no pierda la atención. Traiciones, dobles traiciones, pistas, falsas pistas.., un ida y vuelta delicioso que respeta las raíces del género pero incorporando una vez más píldoras de humor que consiguen que la experiencia sea más agradable y menos trascendental. La trama de esta segunda temporada, como la primera, es auto conclusiva, aunque nos deja pequeños hilos argumentales para tirar de ellos en el futuro. Y afortunadamente podremos hacerlo en breve, ya que su tercera temporada está terminada y seguramente no tardará mucho en ver la luz.

No es una parodia de espías

Aunque muchos podrían llegar a pensar, sin haber visto la serie, que ‘Slow Horses’  es una parodia del género, nada más lejos de la realidad. Ni siquiera es una comedia al uso, porque su argumento no es una continua repetición de chistes y de gags efectistas. El humor, sobre todo el humor negro está integrado a la perfección y juega un papel importante en el desarrollo de los personajes, pero nunca llega a opacar la verdadera naturaleza de su historia. El sarcasmo es inherente a la situación de estos espías defenestrados, les hace huir de la depresión y del bajonazo de sentirse desplazados. Una vez más el personaje de Gary Oldman se come la serie, aunque utilice un humor en ocasiones un humor de caca, culo, pis…, lo hace de una manera tan creíble y adorable que poco se le puede reprochar. Además este humor se cuela en los momentos más duros con un estilo “tarantinesco” súper efectivo que desinfla la gravedad de los hechos que van sucediendo.

Conclusión

‘Slow Horses’  seguramente no será una de esas series que arrasen en los diferentes premios audiovisuales, seguramente no pasará a la historia de los grandes proyectos de ficción. Pero sí es uno de esos productos que se disfrutan de principio a fin, que te resuelven una noche de pizza sin pretensiones y que te reconcilian con una manera de hacer las cosas en la que la corrección y la simplicidad son las grandes protagonistas. Si quieres pasar un buen rato, simplemente pasar un buen rato, ‘Slow Horses’  es tu serie.