Como era de esperar, el nuevo álbum de Soichi Terada está siendo uno de los lanzamientos más sonados de este inicio de 2022. La estrella del house japonés, que hiciese un recorrido por el estereotipo occidental que pudiésemos tener de él (del minimal y las escenas algo más sofisticadas y alternativas a hacer música para videojuegos), fue una de las figuras pioneras de la música de baile de su país en los 90. Fundando el fantástico sello Far East Recordings, se aseguró un espacio para lanzar sus propios álbumes, entre los que se incluyen algunas maravillosas referencias de aquella época, como “Kimigayo” o “Sumo Jungle”. Fue hace poco, cuando sacó una recolección de algunos pelotazos de entonces, cuando el productor japonés cayó en la cuenta de lo apreciada –y revalorizada- que estaba su obra pasada. Por eso comenzó a preparar un disco de house de material nuevo después de veintitantos años.
Con estas señas nos llega “Asakusa Light”, un disco en el que, con cierta nostalgia, Terada intenta rememorar las sensaciones que tenía cuando componía la música que le hizo tan famoso. De este modo, su primer disco en un par de décadas es un ejercicio relajado de house elegante y seguro. A sintes realmente limpios y ordenados, se unen unas bases pulcras, casi nocturnales y muy sofisticadas; que amparan al oyente bajo la seguridad más exquisita de una pista de baile retro-perfecta. Como herramienta de pura univocidad, este “Asakusa Light” es, efectivamente, la última reiteración de el talento de su autor. Los vamps nostálgicos de “Diving into minds”, el perfecto flujo entre canciones, lo convierten en un disco de madurez, más que de diversión desenfrenada. Así, sólo en temas como “Marimbau” podemos encontrar sorpresas y momentos con breakbeats que parecen recordar a su faceta más agresiva; pero que restarían coherencia al conjunto.
De este modo, “Asakusa Light” termina cerca de un chill out o de un house casero por así llamarlo. Para escuchar en casita, bailar un ratillo, el disco no sólo funciona, sino que constata que el recorrido de Soichi Terada no tiene por qué haber acabado ni que detenerse. Su capacidad selectora y la coherencia que aporta al álbum es, no esplendorosa, pero por lo menos encantadora. Brindando por muchos años más, el japonés nos presenta una forma serena pero hedonista de entrar en el nuevo curso. Y la duda que nos atenaza en todo caso es, ¿Por qué dejó de sacar álbumes de este estilo?