Cada año de Sónar siempre me resulta casi más fácil el enumerar las cosas que quise ver y no pude (normalmente por culpa de mi mala cabeza y mi acusada falta de planificación festivalera) que las actuaciones que finalmente pude presenciar, y este año no ha sido diferente, pero vamos, que una vez te acostumbras a que verás lo que buenamente puedas –ya sabéis, los planes, aunque a mí también me encanta que salgan bien, a veces se tuercen con una facilidad pasmosa pidiendo papel, encontrándote a algún compáre que hace tiempo que no ves, o intentando engañar a alguna incauta a la par que freshquita turista bailonga- las cosas sientan mucho mejor, sin reproches ni aquello de “tendría que haber ido a ese escenario en vez de haber estado hablando de futbolistas olvidados del Barça con los amigotes en el Sónar Village hecho un ceporro”. Y sí, aunque dejé de ver unas cuantas cosas, el resultado de mis Sónar siempre suele ser el mismo: “endevé, qué bien me lo he pasado/estoy mayor para estos trotes”. Lo primero siempre es tan cierto como que hoy me duele todo, lo segundo, cada edición que pasa lo es un poco más.
Desde el miércoles servidor de ustedes se ha pasado los días con el “pum pum catapum” en la cabecita, desde que pusimos los pies en la clásica barbacoa Red Bull que tiene lugar en el Real Club Marítimo y donde, además de artistas, promotores y gente de la prensa musical, también dejan entrar (y ponerse morao de comercio y bebercio) a gente como yo. Un detalle siempre de agradecer –los estómagos llenos lo son-, aunque los deejays que pasaron este año por la fiesta (como, por citar solamente a uno, Axel Boman), no me pusieron tan burraco como en años anteriores. Aunque pensándolo bien, casi mejor, empezar la semana del Sónar poniéndome (muy) del revés ya no entra dentro de mis planes. No porque no me guste hacerlo sino porque, ay, entre trabajar, madrugar y recuperarme de las resacas mi cuerpo ya no responde con la gallardía y la rapidez de tiempos anteriores.
Me encantaría sacar conclusiones serias del Sónar de este año, en plan cronista profundo y analítico, pero como no lo soy ni lo pretendo, simplemente os contaré las sensaciones que me ha dejado la edición de este año. Como por ejemplo que los bigotes dalinianos (en hombres, en mujeres no parecen haber calado) están cada vez más presentes entre el público, que Miley Cyrus no se pasó (o por lo menos yo no la vi, aunque conocí a un padre de familia que había venido desde Alicante para traer a su hija al concierto, bien por él), que Henry Saiz y su banda se marcaron un concierto emotivo y ochentero a más no poder, que el espacio Despacio fue una gran idea (un lugar donde suenan desde 10cc y Queen a David Bowie siempre es un sitio donde quedarse un ratejo bien a gusto), o que Theo Parrish, con su deslavazado pero sumamente negroide y molón set, me proporcionó mi mejor viernes por la tarde en mucho tiempo. ¿Más cosas? Claro que sí. Las cervezas siguen estando a precio de oro, coger un taxi para ir o volver del Sónar Noche sigue siendo una odisea bastante complicada, especialmente con el solano pegándote en el gepeto de buena mañana, que Massive Attack, por mucho que quieran concienciar al público con mensajes la mar de defendibles, nunca podrán ganar al pampaneo imperante en el festival (difícil congeniar fieshtuki y política, pero no imposible), que los bailes de algunos guiris eran dignos del negro de Boney M –en paz descanse-, que Jon Hopkins se pasó de briza y truchón (o eso, o que el lugar donde me puse a escucharlo un rato, era el típico pasillo de gente, y eso nunca mola, la verdad) y que el cierre de viernes nait con los Martinez Brothers me ha hecho creer de nuevo en la música house.
Pasaron muchas más cosas, como los miles de roces no deseados con maromos sudados y sin camiseta, pero el resto, como no vienen al caso, ya me las guardo para mí. Solamente me asalta una duda, ¿seguirán pegándose el apasionadísimo filete emedemeasco esos dos teenagers en el Sónar Village? Y lo más importante, ¿se habrá dado cuenta ya la chica que iba con ellos que iba enseñando las tetas al personal?