Summer of Soul: cuando la revolución no pudo ser televisada

No fue un sueño…

Sucedió en el mismo verano en el que miles de jóvenes hippies -en su mayoría blancos-, se reunieron en una granja cerca de Woodstock (muchos de ellos pagando una entrada que sería el equivalente hoy en día a asistir a un Primavera Sound). A tan solo 485 kilómetros de allí, 300.000 personas asistirían durante varios fines de semana a disfrutar de las actuaciones gratuitas organizadas por el músico Tony Lawrence en lo que se llamó Harlem Cultural Festival.

El metraje que atestiguaba aquellas actuaciones celebradas durante seis jornadas en el Mount Morris Park del barrio neoyorquino ha permanecido oculto, guardado en un almacén, durante más de cincuenta años. A nadie parecía importarle lo que allí aconteció. Es ahora, cuando Ahmir Khalib Thompson, batería y líder de la banda The Roots y más conocido por el nombre de Questlove ha recuperado todo ese material.

Questlove

A partir de cuarenta horas de grabación en brutos, Questlove comenzó un proceso de selección de imágenes en el que, como él mismo ha reconocido, se sirvió de los mismos recursos que utiliza en su trabajo como discjockey. En principio fue separando aquellas partes que le parecían más emocionantes, aquellas que le ponían los pelos de punta. Su primera versión de la película tenía una duración de tres horas y media, el montaje final se aproxima a las dos horas.  Como resultado, el documental Summer of Soul (…Or, When the Revolution Could Not Be Televised), un clásico instantáneo del género que arrasó en el pasado Festival de Sundance, alzándose con el Gran Premio del Jurado y Premio del Público.

No fue un sueño…

Tras una crispada y convulsiva década en los Estados Unidos marcada por la lucha por los derechos civiles, los asesinatos de Luther King, Malcom X, los hermanos Kennedy y la guerra del Vietnam, la comunidad afroamericana se enfrentaba a un momento crucial. Esta reunión supuso un gesto espontáneo que sirvió de alguna manera para reivindicar de una vez por todas, su cultura, su música, su identidad.

Por allí pasaron grandes figuras, B.B. King, The Chambert Brothers, Herbie Mann… Questlove hace uso de un montaje muy dinámico para construir el film, en el que el metraje original, las imágenes de archivo, el sonido y las entrevistas a día de hoy tanto de los protagonistas del festival como de asistentes al mismo fluyen con sinceridad imprimiendo al documental un ritmo insuperable. Es difícil no emocionarse observando como miembros de The 5th Dimension ven por primera vez imágenes de aquel concierto.

El material, inédito hasta ahora, registró no solo las actuaciones, también capturó la respuesta del público, sus expresiones, sus miradas, esa tan codiciada sensación de comunidad. La filmación también constató momentos extra-musicales como por ejemplo las tomas que muestran el apoyo y visita al parque del por entonces alcalde John Lyndsay o a los encargados de la seguridad el evento, los Panteras Negras.

No fue un sueño…

El reverendo Jesse Jackson narró en primera persona los últimos minutos de Martin Luther King mientras el talentoso Ben Branch le acompañaba al saxo. La música ejerció de coagulante en un encuentro social único. David Ruffin, estrella de la Motown, ex miembro de The Tempations saludó al público que se encaramaba a los árboles mientras la multitud coreaba “My Girl”. La música negra, el Jazz, el Soul, el Blues, el Funk, el Pop, incluso la música Latina y Africana anegaron la zona norte de Manhattan.

Y por supuesto el Gospel… El profesor Herman Stevens, Clara Walker & the Gospel Redeemers, la gran Mahalia Jackson o Gladys Knight and the Pips se encargaron de curar heridas haciendo uso de esa música sacra que conduce a la salvación. Toda una catarsis mística, sanadora y colectiva, la expresión absoluta del legado sonoro de la Black America.

No fue un sueño…

La reivindicación, el orgullo, las ganas de avanzar de la comunidad afroamericana dentro de un sistema opresor se hicieron patentes en aquel cálido verano. Era necesario el progreso. Igual que hoy en día, era necesario un cambio. Sly & the Family Stone pasaron por el escenario como una apisonadora rompiendo normas raciales y de género. Su Soul Psicodélico miraba de cara al futuro. Se convirtieron en los Sacerdotes de la Iglesia Funk, el alborotado y desquiciado Ministerio de la diversión había llegado a la Tierra.

Se tendieron lazos de unión con otras comunidades minoritarias del barrio, Mongo Santamaria o Ray Barreto hermanaban a los latinos con la comunidad negra. La revolución era social y racial, pero también involucraba lo estilístico, lo artístico, lo musical.

No fue un sueño…

Quedó constancia de ello, y afortunadamente se ha recuperado. Durante aquellos días el hombre pisó la luna mientras en un rincón de Harlem un joven invidente de 19 años llamado Stevie Wonder entraba en conexión cósmica con el universo gracias a su virtuosa música mágica. No fue un sueño… todo aquello sucedió en realidad… El tiempo se quebró literalmente cuando hizo aparición Nina Simone. Cómo una princesa etíope, cómo una resplandeciente y hermosa diosa de ébano, sentada al piano, inundó con la calidez de su timbre el alma de los allí presentes. Su canto de rabia e indignación también clamaba a la esperanza.

No fue un sueño…

No han conseguido anularlo. Summer of Soul transciende lo cinematográfico y recupera un documento de incalculable valor, dejando constancia para la eternidad un instante que era necesario recordar, y no sólo por lo embriagadoramente hermoso que fue.

Consulten la cartelera, Summer of Soul (…Or, When the Revolution Could Not Be Televised) se estrenó ayer viernes 16 de julio en cines de toda españa. Vean el tráiler bajo estas líneas.