A nadie le extraña hoy en día ver a una persona tatuada. Se estima que más del 12% de la población europea porta en su piel al menos un tatuaje y es que estas marcas en la piel han evolucionado históricamente hasta ser algo que nos pasa casi desapercibido. Hemos normalizado el tatuaje como parte de la expresión de uno mismo y esta tendencia se ha extendido a lo largo del planeta dando lugar a la “democratización” del tattoo.
El fenómeno del tatuaje tiene detrás de sí una larga historia técnica y estética de más de 5.000 años, de la cual los tatuadores y tatuadoras son los portavoces, los narradores de dicha tradición. En “Tattoo: Arte bajo la piel“, muestra que se exhibe en CaixaForum Barcelona hasta el 18 de agosto, se puede contemplar, por primera vez en nuestro país, la exposición histórica más grande dedicada a profundizar en el tatuaje como manifestación artística, rindiendo homenaje a quienes han hecho evolucionar el arte del tatuaje, y cuyo papel no se había reivindicado nunca (hasta ahora) en los museos.
La muestra explora, desde un enfoque antropológico inédito, los diferentes usos del tatuaje a lo largo de la historia y el papel social que ejerce esta práctica ancestral en las culturas del mundo: desde la represión hasta la reivindicación. Así, viajamos a través del tatuaje por todos los continentes, descubriendo los orígenes del uso de la tinta en la piel y siendo testigos de la evolución de las técnicas usadas y de como conviven varias corrientes vinculadas en el arte del tatuaje, que ahora es un fenómeno mundial.
El tatuaje encarna el deseo de expresar a los otros no sólo lo que somos, sino también lo que queremos ser, transformando la piel en un particular lienzo. Entre las más de 240 piezas expuestas se incluyen 24 prototipos amoldados en un material experimental que reproducen de manera hiperrealista partes del cuerpo humano que han sido tatuados por maestros del arte del tatuaje, entre los cuales destacan los norteamericanos Kari Barba y Jack Rudy, el francés Ten-Ten, el japonés Horiyoshi III, el suizo Felix Leu, el tatuador de Nueva Zelanda Mark Kopua, el danés Colin Dale, el inglés Xed LeHead y el polinesio Chimé.
La completísima exposición analiza los usos del tatuaje en diferentes épocas y culturas y el papel social que ejerce esta práctica ancestral. “Arte bajo la piel” propone un viaje al singular al universo del tatuaje desde una visión antropológica y analiza el resurgimiento de este fenómeno global. La muestra sigue a tatuadores y tatuados a través de diferentes épocas y continentes, para explorar las confluencias que han convertido el tatuaje en una forma de expresión artística mundial.
La exhibición reúne más de 240 obras históricas y contemporáneas entre fotografías, dibujos, pinturas, libros, audiovisuales y objetos como por ejemplo herramientas, máscaras o sellos. Se exponen unos veinte prototipos de cuerpos hiperrealistas amoldados en silicona y tatuado con tinta, creados expresamente para esta exhibición, a cargo de maestras de este arte de diferentes lugares del mundo: Horiyoshi III, Filipo Leu, Mark Kopua, Kari Barba, Colin Dale, Jee Sayalero y la madrileña Laura Juan, cuya obra reflexiona sobre el aislamiento social y la incertidumbre durante la pandemia.
Estas piezas de silicona constituyen un hito en la exposición, junto con objetos, dibujos, grabados y fotografías que muestran las prácticas antiguas del tatuaje en todos los continentes. La exposición, con obras que provienen en gran parte del Musée du quai Branly – Jacques Chirac, también reúne un conjunto excepcional de piezas de unos cincuenta coleccionistas de países como los Estados Unidos, Japón, Francia, Tailandia o el Reino Unido.
Entre las piezas expuestas, destacan elementos como por ejemplo una pluma eléctrica presentada por el inventor Thomas Edison el 1877 (y que fue el antecedente de la máquina de tatuar actual); un baúl para transportar las herramientas de los tatuadores ambulantes; un retrato en pintura acrílica de Artoria, una célebre artista del sideshow de la década del 1920; un álbum original de Rich Mingus, editado por Henk Schiffmacher en 2011, con fotografías, postales y fragmentos de publicaciones periódicas relacionados con el tatuaje desde el siglo XIX; una flauta en forma de estatuilla del periodo tardío de la cultura maya, con representaciones de tatuajes faciales; herramientas y enseres para tatuar del siglo XIX provenientes de Indonesia, Birmania, Túnez, Argentina o Australia; y retratos de grupos con sus tatuajes identificativos, como por ejemplo, la banda de calle mara centroamericana o la mafia japonesa yakuza.
Así mismo, se reconoce a artistas que preservan este arte milenario, como la tatuadora filipina Whang-od Oggay, de 104 años, considerada la última maestra que utiliza el batok (tatuaje tradicional hecho a mano), o los maoríes de Nueva Zelanda, que practican el moko, el «arte de esculpir la piel», símbolo de conciencia colectiva indígena.
El recorrido, con cinco paradas diferenciadas, arranca desde una perspectiva global para comprender el vínculo del tatuaje con el que es marginal, la delincuencia y su espectacularitzación. En el segundo ámbito, se presenta el tatuaje como un arte en movimiento y se hace hincapié en su expansión por el Japón, la Norteamérica y Europa, desde su origen hasta hoy. A la tercera parada, se muestra el renacimiento del tatuaje tradicional en Nueva Zelanda, Samoa, la Polinesia, Indonesia, Malasia Oriental, las Filipinas y Tailandia. A partir de la década del 1970, surgen nuevas escuelas y se expanden en nuevos territorios del mundo como China y Taiwán y también Latinoamérica, con el tatuaje xicano, aspecto que se aborda en el cuarto ámbito. La muestra acaba el recorrido con una reflexión sobre el tatuaje hoy —y su afán perpetuo por la renovación— y diferencia dos corrientes: uno de marcado principalmente por la reinterpretación de géneros históricos, y otro que explora las posibilidades de las artes gráficas, más allá de los códigos clásicos.
Además, Caixaforum Barcelona se convirtió por una noche en el epicentro de la escena internacional del tatuaje. Tres tatuadores de prestigio mundial, Paula Cruz (Vikingo & Celta), Carlos Fabra (Realismo) y Víctor Chil (New School y Realismo), mostraron su estilo característico mientras tatuaban en directo en una de las salas de este enclave catalán, dejando ver a los presentes no sólo su depurada y particular técnica, sino también su forma de entender los trazos de tinta sobre la piel.
.En este sentido, destacar con ahínco la labor de Paula Cruz, quien tatúa con pluma tradicional, evitando la máquina eléctrica, haciendo de la experiencia de tatuarse algo mucho más íntimo y llevándonos de algún modo al origen ancestral del arte del tattoo.
Por otro lado, Mery Cuesta, Eva Campos Navarro y Laura Cubero, fueron las encargadas de analizar la práctica del tatuaje desde perspectivas tan variadas como la simbología de la calavera (ilustración clásica del mundo del tattoo), el tatuaje en el mundo del cine y la literatura, o la evolución que ha experimentado durante un cuarto de siglo la convención principal de este arte a nuestro país, el BAUM Fest. Durante toda la velada, el artista y tatuador Albert Bonet deleitó a los presentes pintando un mural con la técnica del grafitti en directo, la mejor forma de concluir una noche dedicada a resaltar la importancia de que la piel sea el lienzo y la tinta, el mensaje.