He aquí otro disco de grime que no suena a grime. Tras los debuts de Logos, Wen o Fatima Al Qadiri -y sin contar con el interminable ristre de EPs que conforman esta segunda generación del género, tan deslocalizada y amorfa como excitante-, este “That’s Harakiri” viene para confirmar varias cosas y desmentir otras tantas. Esta nueva hornada de productores que beben de la tradición británica usan el género como base, pero el resultado difiere mucho de la materia prima. Los temas que conforman el disco no están pensados para que un MC añada sus barras. Tampoco son cortes “club-friendly”; es más, son cortes nada friendly. Su misión es desgarrar, constreñir las vísceras e incomodar el oído, material perfecto para amantes del ruido bruto. Sd Laika, Peter Runge en su pasaporte, opera desde Estados Unidos y, por tanto, “That’s Harakiri” vuelve a poner en evidencia que Londres ya no es el cuartel oficial de esta nueva ola. No existe punto caliente, los nuevos productores campan a sus anchas en el plano físico, aunque en el digital todos estén bien interconectados a través de sellos, redes sociales y fans.
Mientras que Logos o Wen basaron sus respectivos debuts en el espacio entre las síncopas, en la importancias de los silencios, o en el espacio (interestelar) como inspiración y Fatima Al Qadiri prefirió usar la ambientación oriental para construir el discurso de su reciente “Asiatisch”, Sd Laika apuesta por el agotamiento sonoro. En ocasiones a base de estructuras rítmicas endiabladas y síncopas retorcidas -“I Don’t” o “Gutter Vibrations”-, otras veces a base de capas saturadas y grumosas que hacen imaginar viejas máquinas industriales poseídas gobernando un infierno. De la misma manera que Huerco S trata el techno -con esa sensación lo-fi de óxido y polvo- Sd Laika trata el grime.
Hay mucho atractivo en lo complejo e insano de Runge construyendo las canciones. “Meshes”, un claro momento cumbre del álbum, va escupiendo y tragando el mismo loop infecto, mientras intercala momentos de percusión tribal. “You Were Wrong” no difiere mucho de cualquier tema de halfstep de mitad de los dosmiles. Pero Runge alienta cualquier referencia conocida a base de texturas chirriantes. Su melodía (tan jamaicana, tan de ser tocada con una melódica) parece extraída de un viejo juguete roto. Apenas algún blip típico de los eskibeats en “I Don’t” devuelven al oyente a esa supuesta base grime. Por todo lo demás, la invectiva de Runge prevalece y sobrevuela, así como ese fanatismo por lo oscuro y original que atesora el sello Tri Angle. Son estas cosas las que hacen de That’s Harakiri un disco difícil de digerir pero que merece la pena pararse a escuchar.