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Antes de abordar esta reseña me viene automáticamente a la cabeza Brian Eno y su fundamental “Music for Airports”, piedra fundacional de la música ambiental.
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Dicho esto, lo que tengo en mis manos es una obra que es mucho más que
música, de hecho es el acompañamiento para algo más trascendente como es la arquitectura y por supuesto, la fotografía. Durante 15 piezas musicales, el combo de Sheffield The Black Dog genera texturas y paisajes sonoros que se pueden degustar como tales o bien ilustrar en nuestros oídos las imágenes en forma de libro a las que acompañan.
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“Siempre hemos trabajado por separado. Para nosotros, no es nada nuevo. Aun así, siempre buscamos reunirnos mientras trabajamos en un álbum para analizar los detalles, el tono y el orden de ejecución. Creamos guiones gráficos y escribimos texto para apoyar y formar las ideas. Sin embargo, este proceso y la simple capacidad de sentarse en la misma habitación no fue posible durante la pandemia. Esto no es necesariamente algo malo, en este proyecto creemos que nos ha ayudado a capturar el aislamiento que busca un fotógrafo con su sujeto. Es un intento de reducir la velocidad y encontrar algo interno. Cuando la charla se detiene, las intenciones creativas se filtran“, dicen The Black Dog de este “Music for Photographers“.
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Sobre el proceso creativo apuntan:
“Music For Photographers se creó como una herramienta funcional.
Durante los últimos dos años, hemos estado fotografiando nuestra ciudad y la arquitectura brutalista que se encuentra dentro del paisaje. A lo largo de este proceso se han cometido muchos errores, lo que ha dado lugar a muchas visitas de revisión para repetir el trabajo ya realizado. Las prisas, la recolección sin rumbo fijo y los cuasi accidentes son problemas comunes. La fotografía, al igual que cualquier otra forma de arte, debe practicarse y deben adquirirse las habilidades. Como la música, es una batalla constante.
Se necesitaba algo para ayudar al arte que se ilustraba musicalmente. Creamos Música para fotógrafos con dos reglas simples; estar desprovisto de voces humanas y que debe reproducirse en su totalidad al visitar cualquier lugar. Nuestro enfoque para componer la música y visitar los lugares evolucionó. Ayudó a que todo el proceso se convirtiera en un intercambio de ideas más fluido y repetimos el proceso más tarde mientras editábamos las fotografías. El libro “Brutal Sheffield” proporcionó un punto final al proceso creativo, encontrando ese equilibrio perfecto entre función y forma. Esta música para fotógrafos se ha convertido ahora en un sigilo completamente funcional en nuestro proceso creativo. Más que simplemente invocar, también evoca y va más allá de ser una simple obra musical“.
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