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La primera vez que Trudge llamó realmente nuestra atención fue el año pasado, cuando sacó su primer EP en Lobster Theremin. El productor francés, que ya llevaba varios lanzamientos desde 2016 en sellos como Lost Palms o Arts, hizo en ese lustro una curiosa transición desde un house profundo, pasando por un estilo de breaks y alcanzando en aquel 12”, “Self Love Club” un sonido techno especialmente duro y refulgente. Como si esa primera colaboración con el sello británico le hubiera abierto los ojos, Alexandre Corchia (que así se llama) decidió permanecer bajo su prolífico amparo y este viernes nos hace llegar su primer LP, “No More Motivation”. El disco en cuestión, es el trabajo más logrado y variado del recorrido de Trudge hasta la fecha. En él hay tiempo para los breakbeats, sintetizadores melancólicos y depresivos, algún que otro ritmo de techno… Y una narrativa interesante.
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“No More Motivation” es un LP cargado de luces de neón y un discurso que oscila entre la depresión propia de la experiencia hiper-moderna y la redención implícita en la cultura de baile. Aunque los títulos, los samples vocales y las melodías emotivas parecen indicarnos un estado mental y anímico más bien de abatimiento, las brutales percusiones, sus ritmos rotos y diversos y su ánimo en el corazón del LP, efectúan un ejercicio de contrapunto de lo más efectivo. Es sin embargo la tirada de primeras canciones, de “Bangkok Radio” a “Unghosted”, donde podemos encontrar mayor acción para el cuerpo (salvando la elocuentemente llamada “Punishments”). Una programación intensa con kicks enloquecidos, momentos en los que el ritmo parece bajar suspendido por la reverberación de los teclados hasta pulsaciones propias de unos Boards Of Canada… El debut de Trudge tiene más de un IDM nervioso y empeñado en las texturas de la música de baile, que de techno en sí mismo.
Y es esa capacidad del DJ francés para mutar entre estilos de electrónica dura y algo más melódica lo que le da tanto interés a este “No More Motivation”. Como una suerte de IDM emocional, el disco aprovecha ese contrapunto entre las percusiones más duras y los estados más melancólicos de una buena producción de sintetizador; otorgándole una profundidad nueva al sonido de Trudge. Por todo ello, es este debut uno de los más interesantes de lo que llevamos de año, uno en que necesitamos música que crea precisamente en su propia energía redentora y catártica, a pesar de la oscuridad que lleve aparejada. Y es que, ¿acaso no fue siempre eso la música de baile? Una vía de escape, o un espacio sonoro en el que todo parece posible.