Una conversación libre con Damian Schwartz

Frankie Pizá habla con el productor madrileño en una charla desbordante a ritmo de jazz que toca temas como el sampling, la fiebre de las reediciones, el consumo musical en tiempos digitales y… hasta el trap. El miércoles lo tenemos en la primera edición de DGTL Madrid.

 

Damian y yo nos estamos conociendo. En cualquier caso hace ya tiempo que nos consideramos amigos. Nada más entrar en su estudio cerca de Puerta de Toledo comienzo a ver piezas de hardware abiertas en canal y soldadores: mucho del tiempo diario lo pasa aquí, entre maquinaria y diferentes proyectos musicales que van desde los encargos para publicidad a la reedición de un disco perdido de Patricia Escudero.

Antes de abrirme la puerta, Damian Schwartz ha salido a comprar medio kilo de mandarinas para degustar mientras conversamos; una de las cosas que ya sabemos que compartimos es el vicio por las mandarinas en esta época del año. Dentro de poco su escritorio situado en el centro de su estudio quedará lleno de pieles de diferentes tonos de naranja. “Como muchas mandarinas aquí en el estudio para evitar empezar a comer mierdas dulces y esas cosas”.

Aunque se pretenda alguna otra cosa, la conversación entre dos personas como nosotros siempre acabará derivando a la música: a veces puedo actualizarle sobre algún tema meramente emocional y acaba surgiendo alguna recomendación musical que nos lleva a hablar sobre alguna de nuestras últimas obsesiones.

Damian vive constantemente entre música, ya sea entre sus entrañas (cables, componentes, arreglos, piezas), practicándola (componiendo, practicando) o imaginándosela (experimentando).

Su historia es de sobra conocida: comenzó interesándose por el Hip Hop y lleva ya muchos años estudiando música; tuvo varios años de éxito en Europa cuando su carrera explotó en la producción Techno, pinchando por las cabinas de todo el mundo para más tarde establecerse como uno de los denominadores comunes que han ejercido una influencia constante en la escena de vanguardia en Madrid.

Es de esos actores que siempre ha estado ahí y visto los ciclos empezar y terminar varias veces: cuando expresa sus opiniones percibes que muchas de las cuestiones ya han sido aclaradas en el pasado. Lo único que cambia a nuestro alrededor es el contexto (protagonistas, estética, etc).

Sin quererlo y de forma casi inconsciente dejo brotar un aspecto del legado de John Coltrane que gasta mi energía mental desde hace varios años: las conexiones entre su círculo de quintas, la mística, la geometría y la escala cromática.

“Cuando se grabó “Giant Steps” en diciembre de 1959 Trane puso en práctica algo inusual: unos recursos armónicos que podrían compararse a utilizar diferentes lenguajes musicales sucesivamente a una velocidad estelar” le comento. “En el comienzo del disco, en los primeros 40 segundos, está la revolución” apunto.

Damian Schwartz: “A mi lo que me flipa de los cambios Coltrane es cómo en el momento en el que todo el mundo estaba entrando en la tendencia del Free Jazz su conclusión es la de “yo me voy a liberar a través de la técnica”. Se pregunta cómo puede acceder a muchas más notas y tonalidades y se inventa su propio código. No tienes demasiada peña en la historia del Jazz que haya hecho una innovación armónica parecida”.

Frankie Pizá: “Es el pináculo de la improvisación. Es fascinante como notas que el pianista no puede seguirle el ritmo a la pieza cuando comienza su solo en “Giant Steps”

DM: Jajajaja, sí. Coltrane hacia esas cosas: hubo en una grabación que McCoy Tyner le preguntó tras acabar a ver si podían repetirlo pero Coltrane le dijo que imposible, “haberlo llevado mejor tío” jaajajaj. 

 

FP: La importancia del momento en ma música. Aprovechando este hilo y por ejemplo: Makaya McCraven, que graba todos sus discos en directo y estuvo tocando en Madrid hace muy poco: fomentar este espíritu, esta tónica de dar valor a lo imperfecto, a la improvisación y sobre todo al “momento” en el que surgen las cosas sin alterarlo ¿es posible en la música electrónica?

DM: Yo creo que depende de qué música electrónica. Porque sí ha habido estos años una tendencia al jammin’ y a la improvisación. Por ejemplo mira la rama de la música de club británica en los últimos años (Burial, etc): es música muy editada, es prácticamente imposible que se haga o se pueda interpretar en directo. También los catálogos de PAN o sellos así, con artistas como Errorsmith, etc. Es música ultra depurada. 

Pero por el otro lado, el lado alemán derivado del Kraut, y también en Estados Unidos con la gente de Detroit, Omar S, etc, hay mucha tendencia a la jam y a ese gusto por no alterar las grabaciones. Aunque vete a saber, el otro día hablando con FunkinEven me comentaba que él grababa muchas cosas en directo pero más tarde las editaba con el Logic. A mi me da a veces la sensación de que productores como Jay Daniel también tienen mucha post-producción detrás. 

La complicación de eso es cuando eres solo una persona. Cuando eres un hombre orquesta y tienes que estar al tanto de muchas cosas (de los ritmos, de los efectos, etc). Al final tienes que grabar muchas veces y se convierte en una movida muy ensayada. 

Tengo algunos bocetos hechos de algunas cosas cercanas al Spiritual Jazz: con líneas de bajo continuas, cosas que ocurren por encima, etc. Estamos preparando algo enfocado hacia esa vía con Luis Delgado.

 

FP: Claro, por ejemplo las jams que deben ocurrir en el estudio de Theo Parrish, con protagonistas diferentes cada vez. Muchas veces cuando compras música que viene de ese núcleo creativo lo que haces o lo que quieren que sepas es que estás comprando ese “momento concreto”, que lo que se grabó no está alterado. Es lo que es. Esta tendencia es muy poco común en la música electrónica y por eso te hacía la analogía con el mundo del Jazz antes de la época fusion. 

DM: Theo Parrish y estos son lo más cercano al Jazz que hay en la música electrónica, sin duda. La libertad de improvisación por ejemplo se ve también en Jamal Moss. Para mi es uno de los más cercanos: algunas veces que he estado escuchando cosas suyas desde la óptica de intentar imitar algo, haciendo un ejercicio de estilo en el estudio, me ha sido totalmente imposible. Además de admirarlo muchísimo, no sé como lo hace.

Tiene esta mezcla de algo aleatorio pero que a la vez tiene muchísimo sentido y te das cuenta de que hay mucho de su material que está hecho a una toma, en directo. Realmente no sé como lo hace y desconozco su set up. 

 

FP: Siguiendo con estos conceptos super esenciales. Y ya como músico. ¿Qué estás buscando cuando creas música de club? Algo funcional y estética; un desarrollo y expresividad musical; fomentar una praxis…

DM: Sobre todo lo que me interesa es esquivar las estructuras. 

FP: Liberarte de esa parte. 

DM: Sí, es mi lucha continua. Por ejemplo en el último disco para PULP hay un track que es muy complicado armónicamente y hubo un momento que me di cuenta de que había impuesto demasiadas normas que luego acaban atándote. 

Envidio mucho casos como el que comentábamos de Jamal Moss: dar esta sensación de aleatoriedad, de esta falta total de estructuras pero que a la vez todo tiene un sentido y una narrativa. Es lo que persigo siempre. Por eso me fascina tanto Coltrane: porque es un tipo que dentro de lo estructural consiguió liberarse. 

 

FP: Tiene que haber un absorción tan brutal de la técnica misma y las estructuras para conseguir eso…

DM: Claro, a partir de ese punto de vista hay dos ramas de artistas: los que son capaces de liberarse de todo (como pueden ser un Don Cherry o un Pharoah Sanders) o los que a través de la técnica encuentran su camino alternativo. Yo admito que tengo una obsesión con la técnica: siempre tengo que saber dónde estoy. Mi única liberación es a base de estudiar, de practicar, etc. Es la única forma a la que llego a cierta sensación de libertad. 

 

FP: A un nivel puramente estético: qué es lo que persigues? Porque eres un artista que gusta mucho del Jazz, tocas el contrabajo, empezaste a influenciarte por el Hip Hop, etc. Y en ese sentido, cuáles son las dinámicas de cambio?

DM: Pues es una mezcla muy rara. Por ejemplo intento evitar el Deep House de acordes que se repiten, este sonido de la época Rick Wade, muy monótono y oscuro. Es un sonido que a pesar de que lo haya incluido mucho en mis sets, lo tengo un poco gastado. 

En términos de música electrónica yo comencé identificándome con toda la época de la IDM, el Electro, que están muy presentes en mi música desde siempre. En la época en la que Boards Of Canada o Autechre eran dioses para todos nosotros. Intento aunar ese tipo de timbres y sonidos con unas estructuras un poco más derivadas del House, etc. 

FP: Tu faceta jazzística dónde interviene dentro de ese código o contenedor de influencias?

DM: En la forma de abordar el proceso. Siempre pienso como si estuviéramos hablando de composiciones Jazz. Generalmente hago algún tipo de melodía o de progresión de acordes, lo que en el Jazz llamamos el coro y que se repite una o dos veces al principio de la canción. Luego vienen los solos, que aunque no nos demos cuenta, siguen estando sobre la estructura de la melodía o progresión de acordes. 

Yo generalmente pienso de esa forma. Hago una estructura melódica que pueden ser dos, tres coros de bajo y sobre eso va ocurriendo todo. También robo muchísimas cosas del Jazz: suelo coger algunos trozos que me gustan de una melodía, fraseos, etc. A veces las traduzco y otras las copio tal cual, sacándolas de su contexto. 

 

FP: Ahora que has mencionado lo de ‘robar’. Es un tema muy recurrente hoy en día a pesar de la normalización del sampling. Creo que existe poca ética a la hora de preguntarse qué sonidos estamos utilizando y lo que puede proyectar ese acto. Hoy encontramos cualquier sonido en Internet y la accesibilidad es un hecho, pero poca gente hace el ejercicio de preguntarse qué están utilizando para componer su discurso musical. Tu eres consciente de lo que estás utilizando?

DM: Sí, totalmente. Para mi es algo super importante. Y creo también en lo que dices: a veces ese desconocimiento puede generar cosas interesantes, pero creo que vivimos en una época en la que esa accesibilidad de la que hablábamos provoca que muchas cosas se hagan sin respeto alguno. 

 

FP: Yo por ejemplo no estoy diciendo que esté en contra ni a favor. Creo que simplemente hay que hacer esa reflexión a nivel artístico y cultural. 

DM: Es cierto que yo por ejemplo uso muy pocos sampleos, apenas. Alguna voz de vez en cuando, pero muy poco. Hace años sí usaba más sampleos. Aún así soy muy consciente cuando uso algo. Hace poco usé una parte de la progresión de acordes de “Dolphin Dance” (Herbie Hancock).

Ya que hablamos de Jazz, hay que decir que en el desarrollo del BeBop prácticamente todos los estándares de esa época eran canciones de Broadway. Ellos lo que hacían era coger esas canciones y re-armonizarlas. Pero ellos eran conscientes de lo que estaban haciendo. 

 

FP: Muchas veces los artistas o músicos llegan hasta un sonido o un sample sin recapacitar y pensando en la diferenciación que les va a aportar…

DM: Hay muchísimos ángulos en este debate, no se puede decir si está bien o mal pero sí hay ciertas interpretaciones que molestan: al respecto de lo estético que estamos tratando, hay tendencias como lo de revisar o actualizar el formato “estético” de la rave sin profundizar o preocuparse por el aspecto sociológico que llevó detrás ese movimiento. Estos hábitos tan comunes generan esnobismo y mercantilización. A mi lo que me molesta es precisamente eso, el esnobismo. 

 

FP: Viene al hilo de la apropiación, el sampling o la tendencia de “saquear” sonidos o géneros musicales pensando únicamente en el beneficio artístico o estético: la transformación de la “documentación” musical en diggin’ y el concepto de “selector”, etc. En mi caso la primera figura icónica que yo conocí fue Victor Kiswell, alguien que lleva más de 20 años haciendo lo mismo: ayudando a descubrir música a otros coleccionistas. 

Parece que su figura se ha reproducido en los últimos años de una forma excesiva. ¿Qué piensas de esto?

DM: Para mi ha habido un cambio de paradigma muy interesante en la música electrónica de los últimos años: la percepción del A&R puro como DJ y viceversa. Ahora la figura del “curator” o cualquier término similar está alterando la imagen o concepto de los propios selectores: ahora las estrellas de algunos sellos son los A&R, dejando a un lado a los propios artistas o creadores de la música que se está rescatando o reeditando. 

Son los artistas los que generan el contenido del sello. Me viene a la cabeza la época de Motown, sobre todo en el comienzo, cuando Berry Gordy Jr. era no solo el que mandaba si no el ídolo y la cabeza más visible de todo ese fenómeno. Salvando distancias con el contexto, es bastante similar…

 

FP: Ciertamente no se me había ocurrido esa analogía. Hay puntos que invitan a pensar en la palabra “explotación” sin que esta tenga que tener connotación negativa… Realmente los libros de teoría del arte llevan adelantando esto varias décadas: la conversión del artista en la propia obra; que lo que realmente importe sea él y no su obra; la valoración en exceso del denominador que “relaciona” contenido artístico en una exposición, etc. Es el mismo concepto que el del galerista. 

DM: Estamos dando más valor al descubridor que al propio artista que está siendo descubierto. 

 

FP: En el último año estáis comenzando la aventura de crear vuestro propio sello discográfico destinado a esta misma práctica: descubrir y reeditar música. En cuanto a Equilibrio, cuál es el criterio ético, político o qué se quiere fomentar con esta iniciativa?

DM: Lo más importante para mi es separarme un poco de todo eso; no sé como lo hacen otros sellos, pero yo cuido mucho el trato con el artista y tengo condiciones en las que les pago bien. Se les da un porcentaje bastante alto de las ventas del disco. Con mi experiencia como artista puedo decir que nunca me han pagado tan bien como lo estoy haciendo yo en este caso. 

Lo he tenido que abordar de esta forma porque por ejemplo, con el proyecto de Randomize, con Eugenio, más allá de que sea amigo mío desde hace muchos años, no podía proponerle una reedición de su material a cualquier precio. 

También soy muy consciente con el tipo de material y artistas con los que estoy tratando: Patricia Escudero es profesora en el Conservatorio en Vitoria-Gasteiz, digamos que habita otro contexto y desconoce las dinámicas en las que se mueve el mercado o circuito de la reedición y este nicho. A ella por ejemplo le hacía mucha ilusión reeditar este álbum. 

La idea es abordarlo de la forma más transparente posible. 

 

FP: En cuanto al contenido: Equilibrio va a reeditar siempre cosas teniendo en cuenta la cercanía? Es decir, artistas no suficientemente valorados o proyectos hechos aquí que necesitan una justa revisión o se irá expandiendo el enfoque hacia otros países o contextos? Equilibrio va a viajar a otros países a buscar música?

DM: No, eso no lo creo. Da la casualidad que todo lo que hemos reeditado ha sido procedente de Madrid, pero queremos expandir poco a poco sobre todo a nivel estilístico. Vamos a lanzar un proyecto alternativo de Eugenio Muñoz, material de Juan Belda, aunque también apostaré por el dúo contemporáneo Metametal. 

La premisa es que sean artistas locales y que por ahora no sea música de baile, que sea todo en las fronteras de lo experimental. 

FP: Hablando de mercados, de porcentajes de ventas y la procedencia del interés por este tipo de material. Crees que hace 10 años hubiera ocurrido lo que está ocurriendo en nuestro mercado local? Y por supuesto habría sellos británicos interesados no solo en promover si no también en reeditar proyectos españoles?

DM: No hubiera pasado. La paradoja es que esto ha pasado gracias a sellos como Music From Memory o DDS/Finders Keepers, etc. Hemos necesitado de alguien de fuera para que nos fijemos en toda esta época y música que no fue valorada en su momento. 

A mi incluso me ha pasado: yo aunque tenía casi todos los discos desde hace años, ahora no observo igual los álbumes de Mecanica Popular como lo hacía hace 5 o 6 años. No les daba la misma importancia. 

 

FP: Hay una fiebre de la reedición consolidada. Aunque en ocasiones esas reediciones o algunas iniciativas son totalmente innecesarias, no crees?

DM: Totalmente. Está todo muy sesgado. Luego ocurre que hay cosas con muchísima prensa y otras que a pesar de su importancia o calidad no llegan a los oídos suficientes o adecuados. 

Lo que yo me pregunto es cuántas de las cosas de las que estamos pasando hoy en día redescubriremos dentro de unas décadas, precisamente por el volumen que está ocupando este “nuevo” mercado. Se está viciando el ambiente mirando excesivamente al pasado y quizá estamos generando nosotros mismos un nuevo contenedor de música sin escuchar. 

Me acuerdo ahora de aquel artículo en The Vinyl Factory que argumentaba y de alguna manera demostraba que si tu portada de una reedición tenía un gato iba tener más éxito.

 

FP: Yo siempre me fijo en esas cosas. Sabes que siempre que empiezo a escuchar cualquier cosa en YouTube acabo en el “Plantasia”? No hay manera de escapar!!! No hay forma de esquivarlo! Ya puedo empezar con Ambient japonés como con Prince, que acabo llegando a ese mismo álbum completo. Por eso, y como ya se ha demostrado como tendencia: si esas cosas ocurren a través de la automatización, es normal que un dueño de un sello llegue a la conclusión de reeditar ese álbum. 

DM: Por eso precisamente no quiero centrarme en las reediciones, no solo basar nuestros intereses en reeditar. 

 

FP: Equilibrio va a seguir desarrollándose y de alguna manera tu, como Damian Schwartz, estás también cultivando y creciendo en tu rol de “curator”, como hablábamos antes. Esa persona que renueva el interés en algo, redistribuye según que proyectos y ejerce de A&R. Cuando llegue ese momento, cómo te vas a comportar? Seguirás la inercia de otros “selectores” contemporáneos?

DM: Jajaja, buena pregunta. No lo sé, pero espero seguir haciéndolo de una forma muy objetiva y espero seguir teniéndolo separado de mi vida artística. Es un proyecto que me llena mucho, me emociona bastante y me hace ilusión, pero no me veo vendiéndome desde esa óptica del “curator”. 

FP: Hablando de separar lo artístico. Tu fuiste uno de los primeros artistas nacionales en tener una gran repercusión fuera de España, incluso experimentar un interés mucho mayor en países como Alemania que aquí. Esa situación te hizo observarte como artista mucho antes de lo que a lo mejor esperabas y además transitar opciones que nadie antes en este ecosistema había vivido. 

Desde fuera, opinando ahora de forma subjetiva, yo siempre he visto en tu caso una resistencia a no explotar completamente para no perder la independencia o el “control” sobre la calidad de tu música. A un nivel muy esencial: cuáles son tus bases éticas como artista y cómo han ido cambiando con las experiencias?

DM: Lo más importante y lo que más ilusión me haría es poder dejar un poco de lado los trabajos que hago para poder vivir (que aunque están relacionados con la música, me aburren bastante) y ganar una posición más privilegiada en cuanto a lo que hago preservando mi independencia. 

 

FP: Un poco de coherencia digamos… Y dime, si volvieras a ese punto de explosión de repente, o volvieras a experimentar algo parecido, harías lo mismo?

DM: No lo creo, estoy convencido de que no. A mi me cuesta mucho volver atrás, de hecho cuando hago cosas a veces ni las vuelvo a escuchar o revisar. Intento centrarme siempre en lo que pueda venir y en el futuro. 

Sobre lo que comentabas, y por dejarlo como apunte: hoy en 2018, 10 años después, yo sigo recibiendo e-mails sobre el “Holloway”, así que imagina…

 

FP: Con internet hoy en día “nada muere”, todo es “eterno”… Las nuevas generaciones, en cualquier caso, crecen con más ansiedad y presión a la hora de “alcanzar” el éxito, entendiendo el éxito como “audiencia, popularidad” o ganancias. No crees? La dimensión temporal con Internet ha cambiado, pero en vez de tranquilizar parece que nos vuelve más psicóticos. 

Más concreto: qué piensas del panorama musical y social que nos encontramos hoy en la música con más seguidores y de todas estas nuevas dinámicas y comportamientos?

DM: Es una escena de la que soy totalmente ajeno, por ejemplo si me hablas de toda esta nueva escena urbana te digo que no me saques del Hip Hop de los 90. jajajaj. Soy de corte más clásico y me quedé en esos tiempos, todo lo que me ha ido gustando después ha sido MF Doom, Madlib, etc. Todo lo más cercano a esa estética. 

Igualmente hay cosas que me gustan y convencen. De hecho, el Reguetón. Hace unos años siempre teníamos la coña entre algunos colegas de que a mi me gustaba el Reguetón, en el momento en el que esa posición no estaba ni muy bien vista ni se comprendía mucho. 

Aquí a diferencia de Argentina (país en el que nací y conozco), se ha tardado mucho en percibir de forma positiva y valorar la influencia de los ritmos latinos. A mi siempre me ha parecido una de las cosas más ricas que hemos tenido en los últimos años. 

FP: Pasado ese período de rechazo…

DM: Culturalmente siempre me ha parecido muy rico: yo vivo en un barrio lleno de latinos y es lo que más me gusta de mi barrio. Que tengo bares latinos, que escucho música latina por la calle, etc. Me resulta algo enriquecedor. 

Por otro lado, me parece paradójico, y hablando y comentando con gente que está metida en el mundo del Reguetón hoy en día, que no haya un contacto real con la escena latina. 

Si yo hubiera vivido en la época de Nu Groove en Nueva York en los 90, siendo un apasionado de toda esa música y época. Imaginemos que hubiera vivido en ese momento y no hubiera ido a los clubes o los sitios calientes donde todo ese estaba ocurriendo. Hubiera sido un poco sospechoso. 

 

FP: Sin duda le faltaría algo de coherencia…

DM: Hay muchísimos clubes latinos hoy en día en Madrid y con una programación muy dinámica e intensa. Y veo que hay mucha gente cercana a mi que se mueve en los círculos del Reguetón y los ritmos latinos que toda esa escena les es totalmente ajena. Me parece incoherente. Tienes la suerte de que te estás interesando por algo que está pasando aquí y ahora… hay una comunidad, quizá la más importante de Europa en ese aspecto, y no lo estás aprovechando. 

 

FP: Siguiendo el hilo con lógica: el Trap, ese movimiento llamado así por inercia pero que para mi por ejemplo tiene una importancia mucho más social que musical. Piensas que está quitando espacio o atención a lo que está pasando en la música electrónica?

DM: Probablemente está quitando espacio a la escena electrónica, pero creo también que todos estos movimientos siempre derivan o tienden a encontrarse con la electrónica. Todo género urbano/musical es enriquecedor siempre para la música electrónica; si te fijas, la música electrónica siempre acaba bebiendo de los géneros urbanos más tarde o más temprano. Dubstep, Grime, etc. Es algo continuo. Siempre acaba habiendo algún tipo de retroalimentación. 

A mi me pasó: yo estaba muy metido en el Hip Hop y no apreciaba el Techno como tal. Hasta que dejé de no valorarlo. Es un problema de madurez musical: la imagen global y las conexiones, darte cuenta de que se utiliza el mismo código, viene con la madurez supongo. Madurez en la escucha, no madurez artística. 

Ya sin fruta a la que echarle el diente y con varios intermedios en los que estuvimos escuchando alguna joya psicodélica hecha en Mallorca, la charla transcurre a través de otras temáticas como la renovación del lenguaje del Flamenco a un nivel mainstream y la ausencia real de un sonido “local” y “nuestro” (“diferenciador”) en España. Tras varias horas conversando, decidimos dejar en reposo algunas máquinas y salir a la calle a comer algo.

 

Damian Schwartz actúa en la primera edición de DGTL Madrid, que tiene lugar en Ifema el próximo miércoles. Entradas a la venta en el enlace.