En estas primeras cuatro quedadas de Brunch -In the Park en la capital, el evento se ha hecho con los corazones de muchos madrileños. Empezaron fuerte, con el showcase de Hivern Discs, donde un grandísimo John Talabot dio el pistoletazo de salida a lo que sería la quedada de estos domingos de otoño para muchos de nosotros. Los problemas de sonido y accesos fueron rápidamente solucionados por una organización que escuchó las quejas de su público y tardó una semana en arreglarlo. La segunda cita, dedicada al sello de Apollonia, no nos sorprendía mucho, pues llevábamos escuchando esto en más de una sesión en la Península y fuera de ella… Algo que se subsanó en el tercer domingo cuando, no contenta con liarla en un sitio tan peculiar como el parque de Enrique Tierno Galván (parece mentira que a ningún promotor de la capital se le haya ocurrido hasta ahora), la organización recurrió al techno detroiniano, a ese que en realidad nos hace mover el bullate, el de los hermanos Burden, más conocidos como Octave One. Sí, tenemos que reconocer que les oímos y vemos en innumerables festivales o fiestas puntuales aquí y allá, pero ese día, os dice un servidor, se lucieron, al contrario que Moodymann, que aunque muy bailongo no terminó de conectar con el público.
Hasta nuevo aviso este pasado domingo fue la despedida que todo buen samaritano no quiere que llegue cuando hay una buena oferta. Nosotros esperamos que sea un hasta pronto o un hasta el verano que viene o, en fin, ¿qué deparará la organización en la capital?
Empecemos por el plato fuerte del día, Tiga Sontag es un músico al que le debemos grandes momentos de la historia del pop en este siglo: entre ellos, la factura de uno de los hits mejor titulados de los últimos años, Sunglasses at Night, que no paró de sonar en discotecas tan míticas como la madrileña Coppelia101, donde su equipo traía a la calle que nunca duerme lo mejor de sellos que aquel entonces reventaban como International Deejay Gigolo, Turbo y un largo etcétera. Si recordamos que el mismo Tiga solía decir que Sexor era en realidad un álbum sobre el amor por su familia, todo ese amor se vio reflejado en el último domingo del Brunch -In The Park. Un electro con verdadera clase se fundió a la perfección con un house que miles de asistentes no pudieron parar de bailar en las instalaciones del evento.
Para un gran cabeza de cartel y cierre de temporada de una fiesta como Brunch que solo cuenta con cuatro ediciones tuvo que hacer falta un warm up a la altura y, qué decir, nada mejor que el inglés Damian Lazarus y el cordobés Javi Redondo, con el que por suerte tuvimos la oportunidad de sentarnos, tomar una cerveza y charlar con él sobre varios puntos y conocer su experiencia en clubs como Fabric, Panorama Bar y Rex o compartiendo cabina con gente como Jeff Mills, Four Tet o Roman Flügel.
Queríamos saber la opinión del que por un momento, en este caso cinco horas de sesión, dirige el cotarro en el ambiente y preguntarle cómo es que una propuesta como Brunch no se había planteado antes. Contestó lo que ya sabemos e intuimos, que el ayuntamiento está detrás de esta demora. Ese edificio que toma decisiones por ti y tu forma de vivir tu ocio por fin había confiado en alguien. Sin duda alguna, si en algo estábamos de acuerdo, es que Madrid necesita eventos dominicales de este talento y envergadura, eventos que dejen a un artista pinchar durante cinco horas enfrente de familias y se quite de una vez el símil que existe: “Si es música electrónica es perjudicial”. La música es música y Brunch In The Park con solo cuatro fechas lo ha demostrado. Tanto Damian como Javi tuvieron su momento, factor importantísimo la hora de actuar.
Javi Redondo ya está más que acostumbrado al público pero su horario de inicio, las 13:00 del mediodía, fue reto según nos comentó y bajo nuestro punto de vista lo superó con creces. Su eclecticismo en la cabina se palpaba en los asistentes que desde bien pronto aprovecharon el sol, con un buen rollismo que se respiraba en la pista, esta vez abarrotada de chavales de entre unos 6 a 12 años, con las cartas cambiadas, los padres estaban sentados a la sombra y los críos bailando cual clubber.
De 18:00 a 20:00 de la tarde pudimos disfrutar del capo de Crosstown Rebels, Damian Lazarus, el deep se mezclaba estrepitosamente con mezclas que te hacían mirar al cielo y pensar: “Dios, invierno, quédate donde estás… Quiero más Brunch”. En el recinto ya no cabía un alfiler, cada uno sabía lo que debía hacer, el que quería petarlo se iba abajo y el que quería risas y descanso se pillaba una tumbona.
Una verdadera pena que se haya acabado esta corta etapa de levantarse pronto un domingo, no para meterte en un local o discoteca, sino para estar al aire libre, quizás con tus hijos o quizás con tus amigos.
¡Hasta pronto querido Brunch!