La proliferación de raves se está extendiendo más allá del Reino Unido. Este fin de semana, en la región francesa de Lozère, una fiesta ha atraído a un público de cerca de 10.000 personas.
Todo empezó en la noche del sábado 8 de agosto, en las inmediaciones de una zona montañosa que forma parte del parque nacional Cévennes. Según informan las autoridades, no hubo distanciamiento social o medidas de seguridad, y hasta había niños en el público.
Debido a la magnitud del evento, las autoridades inicialmente se sintieron desbordadas y poco más pudieron hacer que bloquear la entrada o salida al evento. De hecho, muchos de los asistentes estaban tan intoxicados, que suponía un riesgo añadido que cogiesen el coche. Así, decidieron suministrar agua, mascarillas y gel de manos, y hasta vino personal de la Cruz Roja para controlar la situación.
Al final, llegó la policía y consiguió disolver la fiesta ya entrado el lunes. Informan, además, que repartieron decenas de multas por desorden público y consumo de drogas.
El evento ha supuesto una gran polémica en el país puesto que Lozère es una de las zonas menos pobladas de Francia y con un impacto menor de la pandemia. Además, el público ha destrozado los pastos y campos de muchos granjeros.
Francia impone una prohibición de eventos de más de 5.000 personas.