La nueva comedia de Amazon Prime explora la vida después de la muerte con una buena dosis de humor, una chispa de suspense y una invitación, tal vez demasiado obvia, a reflexionar sobre el sistema capitalista
Resurrección, inmortalidad, reencarnación… Las modalidades para esquivar la fatalidad definitiva, la muerte sin edulcorar, la muerte a secas, son tan variadas que no hay religión que no prometa algún formato de existencia indefinida.
El deseo de vivir para siempre, la preocupación por el más allá y la necesidad de trascendencia han acompañado al ser humano desde el principio de los días, por lo que no es de extrañar que, además de los mitos, las leyendas y las sagradas escrituras, la ficción audiovisual haya invertido miles de horas en relatar qué pasa cuando ya no pasa nada.
La última tentativa de explicar lo que sucede después del fade out es la comedia Upload, que acaba de aterrizar en la plataforma Amazon Prime Video. Creada por Greg Daniels (Parks and Recreation, The office, versión estadounidense), Upload se sitúa en 2033, un futuro no muy lejano en el que ya nadie conduce vehículos porque la inteligencia artificial se ha hecho con el volante, la ingesta diaria de nutrientes se asegura a través de impresoras 3D de comida y la vida eterna es posible a través de avanzados programas tecnológicos, que, después de muerto, son capaces digitalizar la conciencia y recrear una nueva versión de cada individuo que vivirá en un resort en el que disfrutar de múltiples servicios y productos en función del plan de datos contratado. Todo eso mientras el cuerpo espera congelado a otro futuro en el que tal vez la ciencia sea capaz de volver a inyectar el alma en la carne para regresar de nuevo a la vida.
Una de las principales ventajas de esta historia, que transita a medio camino entre la utopía y la distopía, es que el avatar podrá comunicarse desde el paraíso virtual con sus seres queridos en la vida real.
Ese más allá en código binario se llama Lakeview, porque los que tienen las mejores habitaciones, tienen unas espectaculares vistas a un lago que podrá ser visualizado en las diferentes estaciones del año con solo pulsar un botón. Lo que pasa es que para disfrutar de todas las comodidades hay que pagar y además a lo grande. Digamos que solo los que poseen yates y aviones privados son capaces de mantener el plan de datos ilimitados. El que no se lo puede permitir es confinado en el sótano con solo 2 gigas al mes y una vez gastados permanecerá inactivo, es decir, el alter ego virtual se congelará hasta que se haga una nueva recarga.
Es inevitable reconocer en esta historia a otras series recientes que exploran la vida después de la muerte como Black Mirror o The Good Place, pero Upload también aborda el amor entre vivos y muertos al más puro estilo City of Angels, aquella peli en la que Meg Ryan se enamoraba del ángel Nicholas Cage. En las coordenadas ibéricas es imposible no acordarse de Abre los ojos, la peli en la que Alejandro Amenábar y Mateo Gil diseccionaban el sueño/pesadilla de la vida eterna, también gracias a las tecnologías digitales.
Upload está bastante lejos de ser una obra maestra, su crítica al capitalismo es evidente desde los primeros compases, por lo que resulta tan innecesario como torpe que la subrayen con énfasis, como si el espectador fuera incapaz de entender las intenciones de los creadores a la primera. A esto se suma esa historia de amor tan previsible y el escaso desarrollo de algunos personajes, cuyas subtramas parecían relevantes y, de repente, desaparecen sin dejar rastro. Pero también está cuajada de momentos divertidos, especialmente los que vienen de la mano de ese histrión delirante que es la novia del protagonista, una Allegra Edwards absolutamente irresistible en su papel de pijaza.
Salpicada por chispas de suspense, que insinúan que la muerte del protagonista, interpretado por Robbie Amell, no fue casual y esconde una oscura trama de intereses, Upload es ligera y desprende frescura. A pesar de sus fallos, es un entretenimiento gozoso, de muy fácil digestión y agradecido de ver. Tal vez sea por el efecto de estos tiempos ominosos que vivimos, pero en época de confinamiento, la serie se presta al visionado así que compartamos con ella la vida eterna y cantemos sus alabanzas.