We Were Once Kids: La intrahistoria de una película generacional

Este documental nos muestra el contexto y nos relata las consecuencias que tuvo la película “Kids” en algunos de sus participantes. Consecuencias trágicas e irreparables que ponen de manifiesto los peligros de la fama y la voracidad de la industria del cine.

Aunque esta crítica está dirigida a nosotros, boomers de manual, si eres un adolescente y estás harto de que tus padres te den el coñazo acusando a tu generación de peligrosa, de irresponsable y de vivir sin normas, este artículo te va a interesar. Porque si les preguntas si vieron en su juventud una película llamada “Kids” y su rostro comienza a desencajarse, seguramente te dejen en paz durante una temporada. Para los que en los 90’s éramos muy jóvenes, “Kids” fue todo un acontecimiento, una de esas películas que dejan huella y que tras verla en el cine su poso permanece en tu alma durante mucho tiempo. “Kids” es una película brutal, que hablaba de cosas que eran tabú en aquel entonces, que te mostraban una realidad cruda y alejada de la vida cómoda de los chavales y chavalas de mi León natal. Una bofetada a ese cine edulcorado de Hollywood, ya que si comparas “Clueless” y “Kids” parece imposible que las dos cintas sean del mismo año .Pero el motivo de estas líneas nostálgicas no es explicaros de qué va este film, es para dejar mis impresiones sobre un documental que me llegó por casualidad y que me produjo un pellizco en mi corazón, un documental australiano llamado “We Were Once Kids”.

Skaters de los suburbios newyorkinos

La primera parte de “We Were Once Kids” nos pone en contexto del ambiente en el que se criaron el núcleo duro de los protagonistas de la película. Un New York sucio, pobre y sin esperanza era el hogar de unos chavales condenados a repetir los mismos errores de sus padres. Rodeados por el crack, por el desempleo, por la falta de esperanza, ¿qué alternativas les quedaban? Para muchos de ellos su tabla de salvación fue una tabla de skate, cuatro pequeñas ruedas en un trozo de madera con las que escapar de aquel escenario post apocalíptico. Aquellos adolescentes eran homeless que surfeaban el asfalto sin complejos, se juntaban en la plaza para huir de la soledad y compartir su pasión, se apoyaban unos a otros para sentirse parte de una comunidad que nada tenía que ver con la que les rodeaba. Aquellos skaters se mostraban orgullosos cuando el skate estaba pasado de moda, cuando ya no era algo cool. Pero eso les importaba una mierda, solo querían sentirse libres y vivir el momento aunque en ocasiones ni siquiera tuvieran ni un mísero mendrugo de pan que comer. Pero todo cambió cuando un cincuentón comenzó a pasar tiempo con ellos, un fotógrafo documentalista llamado Larry Clark que vio un filón en aquellos chavales y les propuso participar en una película.

Un pacto con el diablo      

Los actores que participaron en “Kids” no tenían experiencia en actuación, la mayoría de ellos eran skaters amigos del guionista de 19 años Harmony Korine, los mismos que Larry Clark estuvo fotografiando durante meses antes de comenzar su película. Esta espontaneidad, esta falta de tablas, esta naturalidad genuina es uno de los puntos que consiguen que esta película sea tan especial. Pero gracias al documental “We Were Once Kids” también podemos darnos cuenta de que esa inocencia les llevó a ser manipulados por aquel que les convenció para que se embarcarán en la aventura cinematográfica. Para los jóvenes actuar era un juego, un entretenimiento más. No evaluaron las consecuencias, no supieron ver más allá. La película costó entorno a 1 millón de dólares, recaudó más de 22 millones y los skaters recibieron unos pírricos 1.000 dólares por cabeza. Durante el rodaje de “Kids” se traspasaron algunos límites que hoy en día serían impensables. Aunque el director negó una y otra vez que en las escenas de consumo de drogas no se utilizaron estupefacientes reales, los actores lo niegan. Incluso la escena famosa en la que unos niños fumaban marihuana, según uno de ellos aquella maría era real y que fumaron varios canutos para diferentes tomas. Aunque esos críos fueran en su vida real consumidores habituales, exponerles de esa forma en una película demuestra la falta de escrúpulos de una industria que mira hacia otro lado cuando tiene un buen producto entre manos.

El precio de la fama     

“Kids” fue un inesperado éxito y sus actores y actrices se convirtieron en iconos culturales, idolatrados por una juventud que veían en ellos algo cool y rompedor. La película ganó varios premios y en cuestión de meses pasó de ser un film underground a un fenómeno de masas que llenaba los cines. Fue tal el impacto que varios de sus protagonistas se trasladaron a Los Angeles para comenzar una carrera en el mundo de la interpretación. Y como suele pasar en estos casos, algunos consiguieron digerir la fama mejor que otros. Abandonaron su pasión por el skate y se entregaron de lleno a las fiestas sin límite de Hollywood. Las consecuencias fueron trágicas para dos de ellos, para los dos personajes más importantes de la película, Justin Pierce se ahorcó en la habitación de un hotel en Las Vegas y Harold Hunter murió de sobredosis en un cutre apartamento del barrio del que siempre quiso huir. El documental nos relata este proceso de caída a los infiernos, de cómo las promesas incumplidas y la frustración les arrastraron a un hoyo profundo imposible de escalar.

Un final inesperado

“We Were Once Kids” parecía que llegaba a su fin como suelen hacerlo este tipo de documentales. Pero no, su epílogo me pilló por sorpresa, un giro totalmente inesperado y que ponía una guinda espectacular a un gran trabajo. No os voy a decir exactamente qué pasa, solo que lo que sucede cierra la historia de Justin Pierce de una forma brillante, que explica muchas de las cosas que le atormentaban y que te demuestra como el destino y el azar pueden cambiar nuestras vidas, como una decisión puede separarnos de una existencia feliz y completa.

Conclusión

Quizás sea la edad, quizás sea la nostalgia, quizás sea el viaje al pasado, quizás sea haberme mirado al espejo y descubrir a ese chaval melenudo y de estilo grunge que fui…, quizás por todo esto “We Were Once Kids” me ha golpeado tanto. Profundizar en la historia detrás de “Kids”, conocer su historia y sus raíces ha conseguido que la película original me guste aún más.  En resumen “We Were Once Kids”  es un documental honesto que analiza la humanidad de los protagonistas de una película que se estudiará en las escuelas de cine como ejemplo de improvisación y frescura. Y después de esta última frase…, me iré corriendo a buscar y desempolvar mi tabla de skate de lo más profundo de mi trastero.