Werner Herzog, el Cineasta con mayúsculas, el hipnotizador, el hombre que por casualidad salvó la vida (en un accidente de carretera) a Joaquin Phoenix, la persona que se comió una bota de cuero emulando a Charles Chaplin en “La quimera del oro”, el que se adentró en lo más profundo de la selva y se asomó sin miedo alguno a los volcanes, el reinventor del género documental. La leyenda. El único que fue capaz de domar los violentos y sociópatas impulsos de un Klaus Kinski encolerizado para filmar obras maestras indiscutibles como “Fitzcarraldo” o “Aguirre, la cólera de Dios“. Aquel que por una promesa recorrió en invierno media Europa andando. Villano del Universo Star Wars en la exitosa serie de moda “The Mandalorian”. El poeta, el cuenta cuentos, el conquistador de lo inútil, el aguerrido partisano del séptimo arte visitó Barcelona para impartir una masterclass en el CCCB dentro del marco de la programación del festival Serielizados que celebra durante estos días su séptima edición entre Madrid, Barcelona y Filmin.
Herzog apareció ante su legión de seguidores en un teatro abarrotado que lo recibió con una apasionada y cálida ovación. Justin Webster, impecable realizador, responsable de alguno de los más destacados documentales realizados recientemente en nuestro país (“El fin de ETA”, “Muerte en León”), ejerció de maestro de ceremonias para charlar informalmente durante dos horas de lo humano y lo divino con el maestro bávaro, la más talentosa figura surgida de aquello que se vino a llamar de manera tan desacertada Neuer Deutscher Film o Nuevo Cine Alemán.
Tras las presentaciones, la conversación se inició debatiendo sobre los niveles de verdad en el cine documental, sobre cómo hay que modificar cinematográficamente los hechos para captar la verdad por encima de la realidad. Lo que Herzog denominó “verdad extática” y que siempre ha sido un claro objetivo a conseguir a lo largo de toda su filmografía.
Durante esos primeros minutos se discutió sobre las fake news, la política y determinados contextos culturales ilustrando la charla con hermosos ejemplos referidos a la obra de Miguel Ángel (sobre la verdad que esconden las miradas de la figura de La Pietà) o citando al filósofo Blaise Pascal: “El colapso del universo ocurrirá -como la creación- con majestuosa belleza”.
Herzog alabó “la belleza de Internet”, como herramienta de acceso a diferentes fuentes y se refirió a las facilidades que aporta la tecnología actual a los nuevos realizadores para producir un film: “Ahora es mucho más fácil que hace cuatro décadas, sólo se necesita un móvil para rodar, una tablet para editar y un micrófono”.
Destacó la importancia de adaptarse a los inconvenientes, a lo imprevisto, la necesidad de la reescritura y de la toma de decisiones inmediatas ante las adversidades en un rodaje: “Cada segundo que filmes puede ser el último“.
Aprovechó brevemente la ocasión para presentar su proyecto “Werner Herzog: filmando un planeta extraño” que se desarrollará en Lanzarote del 23 de octubre al 2 de noviembre. 50 matriculados compartirán 11 días de taller en el que cada uno de ellos terminará presentando una pieza de entre 5 y 10 minutos de duración.
Antes de dar comienzo la ronda de preguntas del público, el realizador quiso sacar a colación el tema de las series. Un formato con el que afirmó no estar especialmente familiarizado pero que no quiso pasar por alto en un festival como este, el Serielizados, especializado precisamente en eso, en la ficción televisiva.
Comentó cómo le hubiera gustado que su documental “Into the Abyss, a tale of death, a tale of life“, en el que acompañó a dos condenados durante su estancia en el corredor de la muerte, hubiera adquirido ese formato. Le habría servido para poder entender un poco mejor la motivación de los actos que llevaron a tal situación a los protagonistas del film.
Habló también de “Fordlandia“, un interesantísimo proyecto para una plataforma de streaming paralizado por la pandemia que espera retomar próximamente y que versa sobre la ciudad utópica que soñó Henry Ford en la selva brasileña. Quiso resaltar, a modo de chascarrillo, que prácticamente su único contacto con la ficción televisiva se debe a que su esposa está enganchada a la serie danesa “Borgen“.
Durante el turno de preguntas, alentó, inspiró y trató de aportar ideas y dar buenos consejos a los jóvenes (“Abandonad cuanto antes la escuela de cine“, “Nunca hagas una película pensando si la aceptarán en un festival“), la mayoría estudiantes de cine, que se aproximaron al micro para lanzar sus dudas al iconoclasta director transmutado en figura mítica cuasi paternal para varias generaciones de nuevos realizadores.
En definitiva, un agradable y ameno encuentro en el que pudimos disfrutar en primera persona de una de las voces más coherentes, no solo del cine contemporáneo, sino del arte en general. Una figura rodeada de cierto misticismo pop que se ha convertido en vida en icono de la cultura contemporánea, un conversador elocuente, un artista definitivo al que siempre es un gustazo escuchar y que puso el broche final a la tarde con una importante advertencia para aquellos que quieran dedicarse al cine y que es extrapolable al ser humano en general: “Leed, leed, leed, leed, leed, leed, leed y leed…lo más importante es leer”.