El pueblo selk’nam de Tierra del Fuego, entre la actual Chile y Argentina, fue una civilización nómada que desarrolló un complejo sistema de ritos religiosos. Los prestigiosos chamanes del pueblo, conocidos como xo’on, estaban dotados de poderes sobrenaturales.
Según cuentan las investigaciones de Memoria Chilena de la Biblioteca Nacional, los xo’on mediaban entre los dioses y el pueblo a través del espíritu waiuwin, que invocaban a través de ritos chamánicos para ayudar a los cazadores y a sanar enfermedades. Para conseguirlo, los xo’on debían ascender al cielo. Entraban en trance a través de cantos que entonaban durante horas.
Como la pequeña sociedad selk’nam, los hermanos chileno-británicos Kamixlo y Uli K también empezaron a cantar y percutir ritmos de su tierra para sanar el alma de su pueblo: una logia llamada Bala Club, creada junto al productor y amigo Endgame.
El génesis de Bala Club nos remite a la historia más común de los game changers contemporáneos, de Burial a los Sad Boys: (post) adolescentes aburridos, melancólicos o poco adaptados a su entorno que empiezan a dejar volar su creatividad apretando las teclas de un ordenador para hacer sonidos. Como ellos mismos confiesan, esta es la terapia de los tres artistas de Londres, y de tantos otros que se han acercado al círculo magnético creado con sus mantras, como Blaze Kidd, Rules o Killavesi.
No hay reglas en la familia más allá que el ser genuino y sincero con uno mismo. En su sonido existe una tensión constante entre la luz y la oscuridad, como si fueran dos luchadores de WWE, una de las influencias esenciales del colectivo.
En esa batalla entre lo angélico y lo diabólico los artistas han dejado alistar a todos los espíritus que había encerrados en su habitación. Su legión ha tomado la forma de Reguetón, de armonías llenas de emoción y de melancolía, como en las canciones de Uli K, o de ritmos Club, Grime, experimentales y de loops abrasivos, como el elusivo Paleta de Kamixlo.
La introducción del sonido del colectivo Bala a los clubs, incluso en sets como el de Aphex Twin en el Primavera Sound 17, representa romper una barrera más de la que ya rompieron des de su habitación.
En la mazmorra en la que se convierte una fiesta Bala Club se crea un espacio totalmente inclusivo y libre para ser uno mismo. Como señalaba Frankie Pizá en “Endgame: El Club como antagonista”, hay espacio para devolver el carácter heterogéneo y diverso a los Clubs.
Y no solo en el dancefloor, también en la música que emiten los tres chamanes con pintas góticas des de la tarima: Uli K, Endgame, Kamixlo. Ahí, los artistas invocan a los espíritus que, como los selk’nam, sanan a su familia. Sujetos en trance que por unos momentos consiguen escuchar su alma.
Hoy Bala Club traslada su fiesta a Barcelona. El recién inaugurado ImaginCafe, en el punto mas céntrico de la ciudad, será el espacio que se reconvertirá en mazmorra durante la actuación de los tres artistas madre del colectivo. Uli K, Endgame y Kamixlo harán actuaciones live especiales a partir de las 20.00 y después se trasladarán a Astin/Nitsa para su particular sesión Club.