
Aquí van cinco discos de techno berlinés que, estoy seguro, pasarán a la historia de la música. Preparen sus oídos, porque esto no es para los débiles de corazón.
Berlín, esa ciudad que respira historia, sudor y bajos profundos, no solo es la capital mundial del techno, sino también un laboratorio de sonidos extraños, oscuros y visionarios. En sus entrañas, entre clubes como Berghain o Tresor han nacido discos que desafían las normas, que se burlan de las tendencias y que, con el tiempo, se convertirán en reliquias de una era irrepetible. No hablamos aquí de los hits de playlist de Spotify ni de los tracks que pinchan los DJs de moda en Ibiza, sino de obras maestras raras, esas que solo unos pocos han descubierto, pero que en el futuro serán estudiadas como piezas clave de la evolución del techno. Aquí van cinco discos de techno berlinés que, estoy seguro, pasarán a la historia de la música. Preparen sus oídos, porque esto no es para los débiles de corazón.
Lyra Pramuk – Fountain (2020)

Empecemos con algo que, técnicamente, no es “techno puro”, pero que encapsula el espíritu experimental de Berlín como ninguna otra obra. Fountain, el debut de Lyra Pramuk, es una obra maestra que fusiona música coral, techno meditativo y una exploración de la identidad a través de la voz humana. Aquí no hay kicks ni hi-hats predecibles; todo está construido a partir de capas vocales transmutadas, procesadas hasta el punto de sonar como un ente alienígena que canta desde otra dimensión.
Escuchar Fountain es como entrar en una catedral abandonada en Mitte, con las paredes reverberando ecos de un futuro distópico. Canciones como “Witness” o “Cradle” son hipnóticas, pero no de esa manera facilona de los DJs de melodic techno; aquí hay una profundidad emocional que te obliga a escuchar con atención, no solo a bailar. Este disco es un testimonio de cómo Berlín abraza lo extraño, lo queer, lo inclasificable. En 50 años, cuando hagas una tesis sobre la intersección entre tecnología y humanidad en la música, Fountain será un capítulo obligatorio.
Ricardo Villalobos – Alcachofa (2003)

Si hay un nombre que define el sonido minimal de Berlín, ese es Ricardo Villalobos. Y si hay un disco suyo que merece ser inmortalizado, ese es Alcachofa. Este álbum, lanzado en 2003, es un manifiesto de cómo el techno puede ser reducido a su esencia más pura y, aun así, ser infinitamente complejo. Tracks como “Easy Lee” o “Dexter” son cápsulas de tiempo que capturan la era dorada del minimal techno, cuando los clubes berlineses estaban llenos de espacios vacíos, oscuridad y sonidos que parecían surgir de la nada.
Lo que hace a Alcachofa tan especial es su capacidad para ser cerebral y visceral al mismo tiempo. Cada percusión, cada synth, está colocado con una precisión quirúrgica, pero el resultado es orgánico, casi vivo. Es el tipo de disco que escuchas en un after en Kreuzberg a las 7 de la mañana, con los ojos entrecerrados, y de repente entiendes por qué el techno es más que música: es un estado mental. Este álbum ya es un clásico, pero su rareza radica en su rechazo a las modas, en su pureza absoluta. En el futuro, será visto como el Sgt. Pepper’s del techno minimal.
Dasha Rush – Sleepstep (2015)

Dasha Rush, una de las figuras más infravaloradas del techno berlinés, nos regaló con Sleepstep una obra que trasciende géneros. Este disco, lanzado por su sello Fullpanda Records, es una odisea cósmica que mezcla techno oscuro, ambient y texturas experimentales. No es un álbum para la pista de baile, aunque tracks como “Dance with Edgar Poe” podrían encajar perfectamente en un set de Tresor a las 4 de la mañana. Más bien, es un disco para escuchar con auriculares, en la soledad de tu apartamento en Neukölln, mientras el mundo exterior se desvanece.
Lo que hace a Sleepstep tan raro y tan importante es su enfoque narrativo. Cada track cuenta una historia, desde los drones inquietantes de “Micro Universe” hasta los beats rotos de “Run.” Es como si Dasha Rush hubiera destilado la esencia de Berlín –su frialdad, su melancolía, su energía contenida– en 16 pistas. Este disco es un recordatorio de que el techno no siempre tiene que ser funcional; a veces, puede ser arte puro. En unas décadas, cuando hagas una retrospectiva del techno como forma de expresión artística, Sleepstep será una referencia ineludible.
Marcel Dettmann – Dettmann (2010)

Marcel Dettmann, el guardián del sonido de Berghain, es sinónimo de techno crudo, industrial y sin concesiones. Su álbum homónimo de 2010, Dettmann, es una de las obras más icónicas del techno berlinés, pero también una de las más raras en su enfoque. Aquí no hay melodías pegajosas ni breakdowns épicos; este es techno en su forma más pura, diseñado para espacios oscuros y cuerpos en movimiento. Tracks como “Reticle” o “Argon” son ejercicios de tensión y liberación, con kicks que golpean como martillos y texturas que parecen sacadas de una fábrica abandonada en el este de Berlín.
Lo que hace a este disco tan especial es su austeridad. Dettmann no necesita adornos para hipnotizar; todo está en la precisión de los elementos, en la forma en que cada sonido respira y se mueve. Es un álbum que captura el espíritu de Berlín después de la caída del Muro: crudo, implacable, pero lleno de libertad. En el futuro, cuando hagas un documental sobre cómo el techno se convirtió en patrimonio cultural de la humanidad (gracias, UNESCO), Dettmann será el ejemplo perfecto de cómo la ciudad transformó un género en algo más grande.
V/A – Selected Various Artists I (2020)

Terminamos con una joya colectiva, un disco que encapsula el sonido de la escena underground berlinesa en un momento de transición. Selected Various Artists I, lanzado por el sello [selected], es una compilación que reúne a artistas emergentes y veteranos de la escena techno de la ciudad. Tracks como “Genesis” de SWART o “Imperative Rebellion” de Chlär son bombas de techno moderno, con BPMs altos, sintetizadores ásperos y un diseño sonoro que te transporta directamente a un warehouse en Friedrichshain. Pero también hay espacio para rarezas, como el trance contemporáneo de Falling Apart o los paisajes sonoros únicos de Part Time Killer.
Lo que hace a este disco tan raro y tan digno de pasar a la historia es su capacidad para capturar un momento específico: el techno berlinés en 2020, justo antes de que la pandemia cerrara los clubes y cambiara todo. Es un testimonio de la diversidad de la escena, de su capacidad para innovar incluso en tiempos inciertos. En el futuro, cuando hagas una playlist de “lo mejor del techno berlinés”, este disco será un punto de partida esencial para entender cómo la ciudad sigue siendo un faro de creatividad.
El legado de lo raro

Estos cinco discos no son los más populares ni los más accesibles, pero ahí radica su valor. Berlín no se convirtió en la capital del techno por seguir las reglas, sino por romperlas, por dar espacio a lo extraño, lo oscuro, lo experimental. Fountain, Alcachofa, Sleepstep, Dettmann y Selected Various Artists I son pruebas de que el techno puede ser más que música de club; puede ser arte, política, identidad.
En un mundo obsesionado con lo instantáneo, estos discos nos recuerdan la importancia de escuchar con atención, de sumergirnos en lo desconocido. Y estoy seguro de que, en unas décadas, cuando miremos atrás, estos serán los nombres que definan la verdadera historia del techno berlinés. Así que hazte un favor: busca estos discos, ponlos a todo volumen y déjate llevar. Berlín te lo agradecerá.