Óscar Mulero en Berghain, la historia se escribe en noches como estas

En la noche del sábado Óscar Mulero ofreció una sesión extendida de doce horas en el Berghain berlinés. Nos lo cuenta Héctor Sandoval del dúo Exium.

El pasado domingo 17 de diciembre del 2017 a las 22:30 nos disponíamos a adentrarnos en el club Berghain para vivir el cierre de una maratoniana jornada musical que se venia extendiendo desde el sábado noche. Como es habitual, el frío golpeaba fuerte en la noche berlinesa y la cola para acceder al templo se extendía hasta más allá de los limites del vallado exterior. La gente guardaba expectante a las posibilidades (cada vez más escasas) de acceder a la antigua central para vivir lo que a muchos se nos antojaba una noche épica.

Siempre que voy a Berghain, sobre todo en estos ultimos años, procuro ir bien descansado porque la experiencia me dice que sé la hora de entrada pero la de salir es mas difícil de adivinar. Una vez dentro, y después de pasar por el ropero y recibir la habitual bofetada del choque térmico, nos adentramos en el club para una primera toma de contacto.

La primera impresión fue un poco agobiante porque no suelo ver tanta gente allí un domingo noche, y hemos estado alguno que otro. Fue realmente impresionante ver la cantidad de público que albergaba el club después de casi 20 horas abierto, y ya se podia adivinar en el ambiente que este no era un domingo cualquiera: era el domingo en el que Óscar Mulero cerraría Berghain por primera vez y nadie quería perdérselo.

Varios amigos quisimos acompañarle en esta noche tan especial y un nutrido grupo de afortunados españoles también lo consiguieron. La gente se agolpaba en las inmediaciones de la pista central y, para muestra de la expectación, bastaba con ver algunos de los artistas que había en la barra del fondo. Sin duda se podría organizar un festival de mucha categoria con los DVS1, Silent Servant, Dustin Zhan, Dj Hyperactive, Kobosil, Dimi Angelis, Cosmin TRG, etc… nadie queria perdérselo y, desde luego, nosotros tampoco.

Terminaba Marcel Fengler y era el turno de Óscar, que empezó con una larga intro, como a él le gusta, para marcar el terreno y empezar a escribir su propia historia. Una vez arrancado el ritmo, los primeros minutos fueron en torno a lo que yo denomino el nuevo techno cósmico, cosas como P.A.S, Linzatti y todo el techno de nueva generación con ese gen del Mills mas espacial. Los tracks fueron solapándose con esas mezclas largas y esas ecualizaciones que solo él puede hacer y que consiguen que 2 o 3 tracks más deep mezclados suenen con una fuerza y una intensidad difícil de igualar. Siempre me sorprende cómo consigue cambiar el tono de algunos temas que si los pone uno mismo parecen diferentes, peores…

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La cosa había empezado con fuerza y se notaba que iba en serio. A medida que pasaban las horas fue endureciendo el discurso y empezaron a caer temas más fuertes pero combinados con transiciones minimalistas que te permitían un agradecido respiro. En estas primeras horas el material nuevo predominaba y también probó mucho material inédito propio que un servidor tiene la fortuna de conocer ya que siempre me pasa cosas para que las pinche e intercambiar opiniones. Todo un lujo, aunque he de decir que él también es siempre el primero que recibe mis cosas nuevas, cómo no.

Según fueron pasando las horas la pista se fue incendiando, y llegó un momento en el que todo el club danzaba ya bajo su hechizo. Pocas veces he visto a la gente bailar tanto en Berghain y, sobre todo a estas horas del domingo, consiguió adentrar al público en ese estado en el que solo él te puede adentrar por la sencilla razón de que Óscar es el mejor. Es el mejor no solo porque tiene unas condiciones naturales privilegiadas sino porque además trabaja muy duro, es muy profesional y consigue motivarse después de tantos años como si fuera la primera vez. Cuando unes todas estas cosas tienes una combinación imparable.

Cuando el sol ya se había levantado del todo el cansancio empezó a hacer mella. Nada que el maestro no solventara con algún plátano, café, frutos secos y mucha agua. Para no dejar ni un ápice a un posible bajón, decidió girar el discurso hacia los clásicos y, aunque ya había salpicado la noche con alguno, en este punto la sesion volvió a girar y a coger otra dimensión que el numeroso público aún presente agradeció. Sobre las 10 de la mañana empezaron a sonar cosas como Beltram. Armando, Maurizio, el mejor Hawtin (Plastikman, Fuse…), Anne Clark  y un sinfin de acid house y techno de los primeros 90 y los últimos 80 para pasar a fundirse en otra transición magistral con el mejor electro de Kraftwerk, Drexciya, Cybotron o Autechre… Fueron tres horas que se nos hicieron minutos, lo que pasa siempre que uno está disfrutando de esta manera.

En la última hora, cuando la claridad se iba apoderando de la pista y parecía que se filtraba por las gruesas paredes del club, todos los que quedábamos continuábamos en la pista entregados al último embrujo del maestro, mirándonos unos a otros sin hablar pero gritando con nuestras miradas que estábamos muy cerca de que llegara el final pero ojalá no terminara nunca.